Durante una semana nadie supo nada de lo sucedido, ni siquiera dónde se encontraba Cecillia. Por lo tanto, ese mismo día, luego de dejar a Jurlyn en el colegio llegó hasta un locutorio y llamó a la casa de sus padres.
La llamada fue corta y sólo para dejarles claro que ella se encontraba bien y que no se preocuparan. Eso fue todo. Pero no conforme con aquella llamada, su madre inmediatamente llamó a Simón para preguntar lo que había pasado, pero éste decidió sin más, ir hasta allí y así poder obtener más información.
- Hola Simón. Puedes explicarme ¿que pasó con mí hija?- Exclamó la madre de Cecilia
- Solo discutimos, nada más. Pero Cecilia decidió huir y abandonarme. Y quiero encontrarla para aclarlo todo.-
Brevemente la señora le contó sobre el llamado por lo que
Simón no dudó en llamar a la compañía telefónica para que le informaran sobre el número desde el cual había llamado ella.- El código de área telefónico es doscientos sesenta y uno... ¿Dónde diablos es eso?- Preguntó Simón para sí mismo.
- Es de Mendoza. Allí es donde vive la familia de Stella.- Soltó con un suspiro, como si lamentará algo.- Puede que esté con ella.- Aseguró la señora restándole importancia al semblante victorioso de Simón.
- Podría darme la dirección exacta iré de inmediato para asegurarme que está bien.-
Sin dudarlo le entregó en una hoja la dirección, la cual tomó con una sonrisa de lado. Tratando de reprimir la ansiedad que generaba la facilidad con la que había conseguido localizar a Cecilia.
<Vas a pagar caro maldita rata... Y te traeré de nuevo conmigo cueste lo que me cueste...>
Las horas que Cecilia pasaba con Jurlyn se habían vuelto algo divertidas. Ambas disfrutaban de la compañía de la otra, como si las dos hubieran necesitado una amiga en quién confiar, o con quien compartir momentos de charlas entre mujeres, aunque la niña no tuviera más que ocho años.
Definitivamente la falta de su madre los últimos cinco años, era algo que se notaba mucho, pero que la niña no quería asumir.
- Emilia. Saldremos un rato... Si quieres puedes irte. Nos vemos mañana.- Saludo Cecilia, mientras le alcanzaba una campera a Jurlyn.
La soltura con la que congeniaba con la niña era algo que a Emilia le costaba comprender. Durante el tiempo que ella había estado en esa casa, aunque había sido demasiado " buena" con Jurlyn, no había podido ganar su confianza hasta el momento. Y odiaba, ver que en tan poco tiempo Cecilia manejaba sus vidas como si nada. Más allá de que fuera la hermana de Stella. Tenía algo que, tanto a la niña cómo a Jonathan, les había cautivado.
Sus miradas eran casi como si estuviesen hechizados. Sonreían más de lo que solían hacerlo, y ambos habían cambiado notoriamente.
Para Jonathan, había sido muy difícil volver a confiar nuevamente en una persona, a tal Punto de confesar el dolor que sufriera con el abandono de su mujer. Pero Cecilia había logrado con habilidad ganarse aquella confianza. Y más aún, cuando ella también había abierto su corazón para confesar todo lo que había sufrido antes de huir de su casa.
El celular que Jonathan le había facilitado a Cecilia por alguna emergencia, comenzó a vibrar. Con rapidez ella contesto la llamada y la voz gruesa y serena de aquel hombre le erizó la piel.
- ¿Se puede saber dónde están?- Pregunto secamente.
- Hola... Lo siento, nos quedamos un rato en el parque que está a dos calles de tu casa. Fuimos a hacer unas compras y Jurlyn se encontró con una compañera. ¿Porqué no vienes?- Se atrevió a preguntar ella.
ESTÁS LEYENDO
La mujer menos esperada. (#1 Bilogia: Amores Imprevistos)
RomanceTiempo después de haber sido abandonado por su pareja, Jonathan intenta seguir adelante a pesar de todo. Un hombre que dedica la mayor parte del tiempo a su trabajo y con una hija de un terrible carácter, creía que todo se le estaba yendo por la bo...