Capitulo 1

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Andrea

Las voces de mis padres retumbaban en mi cabeza desde anoche, no había podido dormir a penas y nada, aquí seguía. Tratando de comerme la tostada sin atragantarme con ella mientras corría de camino al metro ligero el cual todas las mañanas me había acompañado de camino a lo que era mi antiguo instituto. Hoy lo haría en mi trayecto hacia el centro comercial donde habíamos quedado esa mañana, unos días antes de separarnos todas e ir cada una por su parte a una universidad diferente, no podía llegar tarde, me matarían antes de comenzar mis primeros años de universidad. Ser una adolescente de 18 años con unos padres con una relación bastante inestable no es lo que se diga que sea de lo más sencillo y divertido. Pero bueno, lo importante es que estoy sana y viva, ¿no es eso cierto?

Choco con mi amiga entrando en el metro lo que me hace salir de mis pensamientos instantáneamente, trato de masticar lo más rápido y eficazmente posible en esos momentos, mi mandíbula parece que sigue casi tan dormida como yo en general.

—Hola —traté de decir aún con la boca llena tapándola para evitar que se viesen los restos de tostada de mantequilla con mermelada de frutos del bosque del desayuno.

—Tía no seas cerda, que puedo esperar para hablarte no es necesario que me enseñes lo que vienes desayunando, que yo no he comido y ahora mismo sí que tengo hambre —admitió por primera vez mientras se sentaba en el único asiento libre.

Acerqué mi bono transporte al lector para poder validar mi viaje y quedé justamente frente a ella, pero de pie ya que me había quitado el sitio y no tenía opción para sentarme. A primera hora de la mañana eso era auténticamente caótico y un completo agobio. Estar entre un montón de gente, sudando buscando un pequeño soporte con el cual agarrarse para evitar caer durante el arranque forzoso del conductor, con un calor insoportable en septiembre ya, hace que te entren unas inmensas ganas de ir hasta el centro comercial andando por mucho que los grados siguiesen subiendo a medida que el tiempo corría en la manecilla de mi reloj de pulsera y la distancia no fuese muy aconsejable y menos recorrerla con ese calor.

Pasamos el resto del camino poco habladoras ya que sabíamos lo que nos esperaba, nos reuníamos las amigas de siempre allí, la mayoría ya esperaban desde hace rato y llenaban mis notificaciones con sus quejas y reproches habituales, me dolía pensar que podríamos distanciarnos y en parte me moría de miedo pero también de ganas. No era malo conocer gente nueva, ¿o tal vez sí? Ahora mismo no lo sé y mi cabeza comienza a dar vueltas mientras entro en aquel enorme centro con millones de tiendas que vuelven tan locas a las jóvenes de hoy en día, cosa que me recuerda que yo la primera vez que fui de compras sola con mis amigas estaba incluso más entusiasmada que ellas.

—¡Andrea, Mireia! —exclamaron todas a la vez nada más vernos atravesar aquellos portones enormes de cristal que dejaban ver todas y cada una de las personas que se disponían a hacer una entrada por ellas.

—Vaya que entusiasmo, si nos vimos ayer estúpidas —objetó mi amiga con un tono algo sarcástico, ella había sido la cual me había acompañado durante todo el largo trayecto hasta encontrarnos todas, de nuevo.

—Bueno, bueno, Mire, no te pongas así mujer, ya sé que es temprano pero anímate vamos a tomar algo para desayunar —le propuse mientras tomaba su mano y hacía que nos acercásemos al resto de chicas.

—¿Pero, tú no habías desayunado ya? —preguntó tratando de recordarme esta mañana con los restos de tostada en la boca con su ceño fruncido, demasiado típico.

Todas comenzaron a reírse al ver la cara de Mireia, sus caras siempre habían sido lo que se diría un "poema" demasiado expresivas para el gusto de casi todos. Pero no para nosotras, ella es directa y si no le gusta algo te lo dice y si no, lo hará su expresión facial.

Olivia, estaba jugueteando nerviosamente con su pelo enredándolo y deserándolo en su dedo índice mientras observaba aquella situación, parecía que a ella le aterraba la idea de separarnos todas, tanto como a mí. Para su suerte nadie le decía nada porque nadie se atrevía a mencionar el tema, pero yo no podría estar todo el día fingiendo como si no fuese a suceder nada a partir de la semana que viene que fuese a cambiar nuestras vidas, completamente.

Me acerqué a la chica de pelo castaño dejando al resto hablar o más bien gritar entre ellas. Me senté justamente al lado suyo, en un pollete de piedra que se encontraba justamente al lado de la heladería favorita de todas.

—¿Estás bien? —pregunté absurdamente, estaba claro lo que le pasaba.

—Claro, solo que... os voy a echar de menos, ya sabes —admitió finalmente mientras agachaba la cabeza y miraba sus preciosas converse blancas, o tal vez ya no tan blancas, que tanto le gustaban.

—¿Quieres que te sea sincera? —propuse mientras miraba como todas se alejaban hacia el Mac Donald's para lo que creía que sería una hamburguesa para Mireia.

Olivia asintió levemente con la cabeza esta vez mirándome, posicionando su pierna sobre la otra y agarrándola con fuerza.

—Yo también tengo miedo. Ósea a que todo esta amistad acabe y todos los años vividos juntas se vayan a la mierda.

—Lo entiendo —contestó por fin —supongo que acostumbrarse a no estar juntas después de haber vivido prácticamente juntas como hermanas es difícil.

Reí instantáneamente, sin pensar en la seriedad del tema. Carmen llegaba con cara de mal humor y esta llena de helado, trataba de limpiarse con una servilleta a duras penas mientras todas reíamos sin parar, menos Oli, que aún no se había percatado del porqué de mi risa escandalosa. Señalé el helado, que caía por la barbilla de nuestra amiga pelirroja hasta su pecho escotado. A lo que ella también correspondió soltando una risotada que llamó la atención de lo que era básicamente, todo el centro comercial que se encontraba a nuestro alrededor.

᥉ᥙρᥱrfᥣᥙ᥆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora