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Capitulo 2

Andrea

Ya puedo ver el campus desde el asiento trasero en el que me encuentro nerviosamente golpeando el cristal con las uñas. Mi madre sigue previniéndome sobre las fiestas y el alcohol, como siempre, mientras mi padre se dedica únicamente a jugar con el teléfono durante el trayecto, sé que él hubiese preferido conducir pero no hace mucho le retiraron la escayola del post-operatorio y mi madre prefiere que no lleve el volante mientras que él simplemente no lo toca por la satisfacción de no oír como le grita por ello, aunque en esta ocasión si comparto la opinión con ella.

Al bajar del negro coche en el que llevo viajando prácticamente toda la vida, siento el aire aun caliente de septiembre golpeándome el rostro sin delicadeza alguna, mis mechones de pelo se enredan los unos con los otros mientras yo me dispongo a bajar las maletas con dificultad por ello.

—Andrea, llámame todos los días por favor. Vendré a verte lo máximo posible ya lo sabes —dijo por enésima vez mientras golpeaba con su codo a mi padre para que guardase el teléfono de una vez y se dedicase a despedirme como era debido.

—Por favor, Carolina. Es mayorcita ya, y sabe cómo cuidarse, no necesita tu supervisión para todo lo que haga, sabrá como arreglárselas sola, sin tu ayuda.

En ese momento me alegré de las palabras que pronunció mi padre, ya que me quitaba el gran peso de tener que hacerlo yo, nada más le sonreí de forma cómplice por haberme sacado de ese mal trago de tener que repetirle una y otra vez que soy lo bastante mayor y responsable como para apañármelas sola sin su ayuda, ni la de nadie.

Me dispuse a abrazar a mi padre no sin antes dejar mi mochila negra de Adidas sobre el sucio asfalto que se encontraba bajo mis pies, y después de ello a mi madre, la que no se cansó de llenarme los mofletes de sus ruidosos besos, los cuales se marcaban en mis mejillas con su pintalabios favorito. Tras un rato incómodo con mis padres en la cafetería decidieron que sería lo mejor ir saliendo de allí o si no pillarían demasiado tráfico hacia casa, ya que no nos encontrábamos muy cerca de la universidad a la que yo asistiría, es más, estaba bastante lejos, por eso recurrí a quedarme en la residencia de estudiantes en mi primer año.

Después de conseguir que me dejasen entrar sola a por las llaves de la que sería mi nueva habitación, montaron en el coche y se alejaron mientras yo me dedicaba a sacudir la mano de un lado a otro para despedirme de ellos, en cuanto desaparecieron en el horizonte me senté sobre mi maleta y me dediqué a mirar a mi alrededor para poder tantear donde estaría la recepción donde podría recoger las llaves, igual si hubiese sido buena idea que mis padres me ayudasen en ese sentido, pero lo hecho, hecho estaba ya no había vuelta atrás, debería apañármelas sola por primera vez en mi vida, ya que siempre había contado con la constante presencia de mi madre y su ayuda para absolutamente todo.

Saco el teléfono y llamo a Eloy, mi novio el cual va a estudiar en una de las universidades de Madrid también, pero no en la misma, cae algo lejos pero no demasiado. Al menos le tengo a él aunque mis amigas estén tan lejos. Me tranquiliza saber que él aún sigue en Madrid y que podré verle con bastante más frecuencia que a mis amigas, ellas solo volverán cuando haya vacaciones y espero que en algún puente.

—¿Eloy? —trato de percibir su respiración a través de la llamada, pero nada, aún sigue dando la llamada, pero no contesta. Igual él si ha encontrado la recepción y se encuentra ahora con su nuevo compañero de habitación.

Después de colgar y dejarle un par de mensajes preguntando que como iba todo eso de la "mudanza" me dispuse a arrastrar mi maleta con mi mochila colgada de un único hombro. Finalmente encontré unas cuantas indicaciones las cuales conducían hasta la recepción.