Capitulo 3

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Andrea

El sonido de la puerta aporreándose me despertó de golpe, en parte me alegraba porque no estaba planeado quedarme dormida justamente en ese instante, me levanté con un impulso y con la vista aún nublada choqué contra el armario el cual confundí por una décima de segundo con la puerta.

—¡Auch! —exclamé tratando que se escuchase lo menos posible, abrí la puerta mientras frotaba mis ojos con la mano que quedaba suelta del pomo.

—¡Por fin! Creía que te habías sobado y estoy sin llaves, ¿sabes lo que eso implica? —comenzó a explicarse con rapidez mi nueva compañera de pelo malamente teñido, tanta que a veces me costaba entenderla.— Que tendría que dormir en la residencia, y no tengo ganas.

Entró y se echó sobre su supuesta cama como si de un elefante se tratase, cayendo, bueno más bien dejándose caer como si fuese una tonelada de hierro, las patas chirriaron contra la madera del suelo.

—¿Qué? —preguntó mientras apoyaba su nuca sobre sus brazos echándose sobre estos mientras me miraba de reojo.— ¿Le echaste el ojo a algún chico?

Negué inmediatamente con la cabeza haciendo leves movimientos con está haciendo que así mis morenos mechones rizados golpeasen con mis mejillas suavemente.

—Venga ya, no te creo —insistió.

—Tengo novio, no me fijé la verdad —admití finalmente mientras volvía a sentarme en mi cama posicionando mi pierna derecha sobre la cama, la tomé con fuerza para que no resbalase.

—Vaya... —carraspeó algo decepcionado, o eso parecía. Fue lo que definitivamente me dio a entender.— ¿Lleváis mucho juntos?

—Un año, ósea en una semana hacemos el año —traté de aclarar con la voz algo ronca.

—¿Estudia aquí?

—No, en la otra universidad de Madrid, nos veremos lo máximo posible tampoco está tan lejos, podría haber sido peor —repuse aliviada con una pequeña sonrisa, pensando en el resto de mis amigas que si aceptaron las ofertas de las distintas universidades que se encontraban de lo más lejos de aquí.

—Que monos, espero que duréis mucho —dijo mientras cerraba los ojos y a los pocos instantes comenzaba a respirar pesadamente sobre el tranquilo ambiente.

Cogí mi teléfono y volví a mirar la hora eran las 3 de la mañana, como esta chica podía haber llegado tan sumamente tarde, que cansancio. Supongo que es lo que hacen las adolescentes durante la universidad llegar tarde durante los días de diario y los de no tan diario.

Me levante cautelosamente y dejé la maleta tumbada sobre el frío suelo de baldosa de la habitación y encendí la linterna del móvil para poder sacar mi pijama y dormir como dios manda.

Cuando quise darme cuenta, nada de aquella ropa se me hacía si quiera conocida. No era mi ropa, ni mi maleta, ni mi bolsa de aseo, ni si quiera era ropa que pudiese valerme, era enorme y mayoritariamente negra, demasiado negro para mi gusto, parecía que pretendía ir un año a un cementerio en vez de a una universidad donde definitivamente se hace todo lo contrario a estar de luto, en mi opinión.

—Madre mía, ya decía que estaba más lejos de lo que yo la había dejado... —dije en un susurro recordando lo lejos que había encontrado mi supuesta maleta en comparación con su posición inicial.

Cogí una camiseta y la desdoblé cautelosamente admirando su anchura mientras el olor de esta perforaba mis fosas nasales, olía demasiado bien.

Mi teléfono aún con la linterna encendida, se iluminó por una notificación, enseguida traté de apagar la pantalla de este para no despertar a mi nueva compañera la cual dormía como un tronco, plácidamente.

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⏰ Última actualización: May 26, 2019 ⏰

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