-Peligro-

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El sonido de su agitada respiración se confundía con la violencia que él creaba a su paso. La niña lo agradeció, ya que se sentía incapaz de frenar las lágrimas se derramaban por su rostro. Sus pequeñas manos se aferraban cuidadosamente a sus labios, un intento reprimir cualquier sonido que pudiese descubrirla.

Involuntariamente levanto la vista al lugar donde su madre acostumbraba a mantener durante esas peleas, con la mirada ausente en la pared, como si nada estuviese ocurriendo, sin embargo, esta vez, el asiento estaba vacío.

Nada había vuelto a ser lo mismo desde la marcha de Kevin.

Habían transcurrido solo unos meses desde entonces, pero su ausencia ya había creado estragos en el hogar de los McCormick. Las peleas, los gritos y los reproches no habían tardado en incrementarse. Stuart hundió sus penas en la bebida evadiendo la responsabilidad que le correspondía por los actos de su hijo. Y Carol... ella hizo lo mismo en un principio, hasta que se dio cuenta que aquello era algo más que un arrebato de rebeldía del muchacho, y que no iba a volver. Se volvió una persona taciturna y abstraída, abandono su carácter para dejarse corromper por su negligencia... hasta que finalmente, un día desapareció, así...sin siquiera avisar o despedirse... nada...

A Karen le gustaba pensar que no fue consciente de la situación que desencadenaría con su huida. Que simplemente lo hizo para no causar más daño... y no por egoísmo.

- ¿Dónde estás ratita?

Sus dedos se agarrotaron al sentir la cercanía de su voz. Un dolor punzante la invadió cuando sus uñas se clavaron en su piel. Sin embargo, no se atrevió moverse. Contuvo la respiración y se centró en el sonido de sus pisadas. En como madera rechinaba bajo cada uno de sus movimientos y en la dirección que tomaban sus pasos.

-Maldita puta... eres como tu madre-sus palabras eran torpes y lentas. Casi podía imaginar el tufo del alcohol impregnado en su ropa- ¡He dicho que dónde estás!

El sonido fue fuerte y seco. De un ramalazo derribó lo que debían de ser los objetos que recelosamente mantenían en las estanterías más altas, unas de las escasas pertenencias de valor que los McCormick habían conseguido conservar, hasta ahora, los escuchó impactar contra el suelo, quebrándose en pedazos. Aunque a estas alturas Karen ya debía de estar acostumbrada a que destrozasen las cosas que amaba.

Stuart ahogo un sollozo, clamando por su madre. Karen sintió una ligera presión sobre su pecho. Lo estaba pasando mal...lo sabía, aquella situación había sido dura para todos...aun así...eso no justificaba estas cosas ¿verdad?

Se encogió sobre sí misma. Sintiendo los alaridos de Stuart retumbar en sus oídos.

-Te he dicho que la dejes- reconoció aquella voz al instante...

Y solo entonces experimento el verdadero terror.

Su cuerpo temblaba sin control, cubrió su rostro sintiendo sus lágrimas ahogar sus ojos.

Los ruidos no tardaron incrementarse.

Los escuchó forcejear, debatiéndose por el control de la situación.

Luchó por mantenerse en silenció mientras los golpes y los quejidos corroían sus oídos. No sabía que estaba ocurriendo... no podía verlos... y la incertidumbre ahogaba su pecho.

No pudo evitar sobresaltarse al escuchar un gemido de Kenny acompañado de un ruido vasto y seco.

Su cuerpo debió impactar contra el suelo...

Un sollozo se escapó de sus labios...y supo que estaba perdida. Rezó a todos los dioses para que escuchasen sus plegarias...para que la salvasen... para no ser encontrada... sin embargo, ninguno acudió en su ayuda.

Refugió (South Park) [K2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora