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Mi respiración es forzada, me duelen los brazos, mis piernas ya no responden, veo rosas marchitas y pelajes de animal muerto por todos lados. No sé qué está ocurriendo, pero tengo que salir de aquí. Aunque lo intente, mi voz no es capaz de emitir ningún tipo de sonido, mis músculos están en tensión y mis vasos sanguíneos están siendo drenados por las heridas de mi cuerpo. Definitivamente no me queda mucho tiempo, pero antes de poder vislumbrar lo que estaba ocurriendo un estoque atraviesa mi frente y...

. - ¡AHHHHH!

Miro a mi alrededor atemorizado sin saber qué está ocurriendo. Tras unos segundos de respiración acelerada y clavar mi mirada en todos sitios logro relajarme y reconozco mi nueva habitación.

. - ¿Qué narices ha sido eso?

Mi pregunta es lanzada al aire, pero la duda no dura mucho ya que al clavar mi vista en el reloj mi preocupación es sustituida por un temor mayor: la furia de mi madre por llegar tarde el primer día.

Caigo literalmente de la cama y me apresuro a vestirme mientras, simultáneamente, intento lavarme los dientes y proceder a mirarme en el espejo.

El reflejo me devuelve la mirada con la imagen de un chico de cabello azul y rizado que hacia lo que podía para que no se le cayese la pasta de dientes del cepillo, a la vez que se ponía los pantalones.

Por suerte para mí, este macabro espectáculo no duró mucho, ya que el tiempo corría y yo con él. Tras un último cepillado, bajo escopetado por las escaleras para llegar a la puerta y salir lo antes posible para llegar a tiempo a mi nuevo instituto. Ya en la calle, saco el móvil para mirar la hora y me percato de un hecho que me hace parar en seco: el reloj de mi habitación está roto y me he despertado unos veinte minutos antes de mi supuesta alarma.

. - ¡Me cago en mis raíces!

Tras este grito en mitad de una calle de zona residencial y a primerísima hora de la mañana, miro a mi alrededor para asegurarme de que nadie haya escuchado mi pequeño "grito de guerra". Compruebo toda la calle en busca de algún testigo de este bochornoso momento y por mi suerte no localizó a nadie. O eso pensaba. Al final de la calle se encuentra una chica cuyo único rasgo visible era su larga melena rizada de color dorado. Ambos nos quedamos mirando nuestras siluetas sin hacer ningún tipo de movimiento brusco, como si de un duelo de vaqueros se tratase.

. - ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!

Una enorme carcajada rompió la tensión del silencio. Era ella, que a la vez que reía, comenzaba a retomar su camino hasta desaparecer en el horizonte.

. - Muy bien Shawn, ni 24 horas has tardado en humillarte delante de alguien en el nuevo pueblo.

Al mismo tiempo que me autoflagelaba con mis propias palabras, comencé a seguir mi trayecto hacia el instituto. Durante el trayecto comienzo a pensar sobre cómo he llegado a este lugar después de 5 mudanzas en menos de 6 meses. Ya me he habituado al cambio, pero mis padres aún no me quieren dar explicaciones más allá de: "Somos profesores muy solicitados y necesitamos movernos para encontrar el lugar ideal."

A mí, personalmente, me parece una tontería el hecho de moverse tanto solo por un puesto de trabajo; yo soy mas tranquilo en cuanto a lo de desplazarse se refiere, y, además, me gustaría que mis amigos no tuvieran fecha de caducidad. Mientras pensaba en mis cosas, sin darme cuenta, llego al instituto y lo primero que veo es el jardín situado a la izquierda del edificio central. Este resalta por la abundancia de flores azules, cosa que me llama bastante la atención, lo suficiente como para acercarme para observarlas de cerca.

Una vez llego al jardín, empiezo a oler unas de las flores azules a la vez que una voz suena en mi espalda.

. - ¿Te gustan las flores Seed?

Del susto pego un pequeño salto y me alejo unos pocos metros. Una vez alejado centro mi mirada y lo que veo es esa melena dorada la cual había sido testigo del lamentable espectáculo que protagonicé en la calle.

. - ¿Me acabas de llamar Seed? -Pregunté

. - Así llamamos aquí a los novatos. Además, como vienes a mitad de curso pues eres el único "Seed" del instituto. Mira, ya eres especial.

Tras esto último soltó una carcajada y se dirigió al edificio central, pero antes de alejarse del todo grita:

. - Yo que tú, tendría cuidado con las flores rojas del jardinero, no le gusta tener intrusos en su "jardín del edén".

Tras estas palabras desapareció en el edificio. En este instante me empiezo a poner celoso y comienzo a hablar en voz alta:

. - ¡Madre mía, es ella! ¿Cómo hago yo ahora para que no diga nada? Pufffff, el primer día aquí y ya me ve una compañera del instituto haciendo el imbécil. Bien, Shawn, bien. Tú en tu línea. Y encima era una de mi edad así que la tendré en clase. Espera...¿Flores rojas?

ZeitBreakerWhere stories live. Discover now