Neko

CAPITULO II

Las nubes tapaban el sol por completo dejando todo el ambiente gris y húmedo, advirtiendo que pronto lloverá. Por esa razón la pequeña habitación en donde estaba se encontraba bañada por tonos grises.

Se despertó con brusquedad al percatarse de que no se encontraba en el piso de una azotea, luego de recibir tal golpe se desmayó al pegarse en la cabeza, se pregunto si sólo había sido un sueño... pero de haber sido así ¿por qué le dolía la cabeza? Y peor aún ¿por qué no estaba en su habitación?

-- ¡Despertaste! -- una voz femenina se escuchó desde una puerta que no se encontraba tan lejos de la cama -- ¡Le avisaré Hyuna -- sus ojos captaron una cabellera roja desapareciendo por la puerta, no pudo ver su rostro pero era obvio que era una chica.

-- Que ni se te ocurra escapar ¿eh? -- la pelirroja regreso al segundo y le advirtió mientras la señalaba amenazante con su índice. Esta vez si puedo ver su rostro y su delgada figura, era hermosa y para ella, quien nunca salido de su casa y no había conocido a alguien de su edad, no pudo evitar sentirse atraída por la increíble belleza de esa chica que ni conocía.

Luego de que la peli roja se fue cerrando la puerta detrás de ella se levantó con prisa a registrar su entorno e intentar averiguar en donde se encontraba. El cuarto era espacioso, pero no tan grande como su habitacion. Había una ventana con unas cortinas vinotinto que estaban corridas para que la escasa luz grisacia se colara por los vidrios. Cuatro paredes la rodeaban pintadas de un blanco hueso de coradas con algunos cuadros de paisajes y mujeres hermosas con poca ropa y en posiciones sumisas. En el centro de la habitación se encontraba un tubo plateado que iba desde el piso al techo. Al lado de la cama habia una mesita de noche de madera en donde se encontraban sus ropas, no habia notado que lo único que llevaba puesto era una bata de seda color piel. La cama en donde dormía hace unos minutos era matrimonial con sábanas blancas, limpias y con un dulce y familiar aroma.

Recordaba ese olor, era semejamte al de las folres que su madre plantaba en el jardín de su casa. Tenia seis años aproximadamente, pero esos recuerdo nunca los dejaria ir, era todo lo que conocía. Esos momentos que se había esforzado en guardar para poder recordarlos toda su vida, eran los de su madre. Recordaba salir y jugar en el jardín con ella, quien pretendía enseñarle la naturaleza que por alguna razón se sentía como su hogar, recordaba trepar árboles con mucha facilidad a pesar de ser tan pequeña, quedarse largo tiempo admirando las flores que desprendía un fuerte olor que atacaba sus fosas nasales. Recordaba escuchar a una distancia muy larga, el poder oler muy bien todo su entorno y reconocerlo, incluso el percibir sonidos y olores a largas distancias. Su madre le enseñó a utilizar sus "instintos"; ella no sabía a que se refería, era muy pequeña para entenderlo. Pero todo murió junto con su madre, luego de su muerte su padre la encerró y la escondió del mundo, así que sus instintos y sentidos se durmieron y sólo quedaron las memorias, lo único que conocía eran esos recuerdos que a veces sólo parecían ser un hermoso sueño.

Se escucharon unos murmullos detrás de la puerta y luego está se abrió dejando ver a una mujer de cabellos naranja claro callendo en ondas a sus costados, era también muy hermosa. No sabía de estereotipos y no le importó el estar sintiendo todo un revoltijo en su estómago por aquellas muejeres.

-- Hey -- saludo la peli naranja al entrar en un tono serio. Intento sonar amable pero ¡a la mierda! Quería saber quien era la mocosa -- me llamo Hyuna... Y ¿tu eres?-- Pregunto con la intención de que la otra dijera su nombre. Sin embargo, ella no lo sabía, no recordaba ningún nombre por el cual los demás se refiriecen a ella ¿lo había olvidado? O ¿realmente nunca tuvo alguno? A parte de los insultos y apodos brindados por su padre "la mocosa esa" "ese estorbo" "niña estupida" sólo recordaba el lindo apodo que le tenía su mamá "Neko".