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—Increíble, ahí están—exclamó el rubio entre susurros, aplaudiendo con sus palmas eufóricamente. Harry, a su lado, puso los ojos en blanco.

Ambos habían terminado ocultos tras unos arbustos para evitar ser vistos por la pareja en cuestión. Según Malfoy, el primer paso para su gran plan era analizarlos, saber cada cosa de ellos, conocerlos lo suficiente para leerlos. Así podrían saber la cosa exacta que podría derrumbar su relación estable de la noche a la mañana. Harry no estaba muy seguro de que eso fuera posible, pero no habría modo de echarse para atrás con el plan del rubio.

—No puedo creer que estoy haciendo esto... De verdad, no tengo idea de cómo me convenciste de hacer esta estupidez.

—¡Shh-shh!—chitó el Slytherin, golpeando a Harry con su codo entre las costillas—. Sólo... cierra la maldita boca.

—Por Dios, Malfoy—respondió Harry de mala gana—. Esto está mal.

—No, no lo está.

—Sí, lo está: invadimos su privacidad.

Draco miró a Harry, agachado igual que él, con la única diferencia que Harry no lleva una túnica encima. El rubio se aseguró de persuadirlo para que la pusiera debajo de ellos, y así evitar ensuciarse. Claramente, él siempre conseguía lo que quería. Y esa no fue la excepción. Sonrío pensando lo ridículo que el de lentes se miraba.

—Están en un lugar público, Potter—obvió el muchacho, haciendo esa estúpida mueca característica que Harry siempre había odiado—: Claramente la privacidad no es su principal prioridad. 

Harry puso los ojos en blanco.

—Como sea, de todos modos en los veinte minutos aquí escondidos no hacen nada interesante.

—Bueno, si me dejaras escuchar, puede que encontráramos algo útil y nos iríamos de aquí—y Harry nunca antes deseo que Malfoy tuviese rezón. Estaba perdiéndose de una magnífica tarde del viernes después de clases y lo único que quería era terminar con eso cuanto antes, ir a la sala común de Gryffindor y hablar de cosas sin importancia con Ron, jugando una buena partida de ajedrez.

Así que asintió, resignado, y volteó su rostro. Miró por encima del arbusto a la pareja que cómodamente se besaba. Cho estaba recargada sobre la madera de un árbol, casi cubierta por el cuerpo alto y esbelto del Hufflepuff. La chica enterraba sus manos en el cabello dorado y el muchacho la tomaba con ambas manos de la cintura. El morocho sintió la necesidad de volver a poner su atención en su enemigo y alzar sus cejas hacia él con incredulidad, pero se contuvo. Intentó concentrarse en Cho y Cedric, pero cuando miró al mayor sostener a la Ravenclaw desde su muslo, que fue subiendo hasta sus caderas y se perdió bajo su falda, no pudo más.

—¡Malfoy, esto no está funcionando!—exclamó, totalmente hastiado.

—¿Qué fue eso?—murmuró Cho una vez la pareja se separó de golpe, mirando a su alrededor para encontrar a la razón de su sobresalto. Y cuando la calculadora mirada de la asiática analizó el arbusto donde estaban escondidos, Draco quiso molerlo a golpes por su desliz.

—No importa—gruñó el chico, besando el cuello de Chang con demasiada concentración.

—Me pareció escuchar la voz de Harry...

El rubio dorado paró entonces, alejándose lo suficiente para ver a la chica a sólo unos centímetros.

—¿Potter? Debe estarse peleando con el soso de Malfoy—inició Diggory, volviendo a acercarse para escabullir sus manos hasta su trasero—. Vamos, bebé. Sigamos en lo que estábamos.

Desde su sitio, perfectamente oculto de las miradas ajenas a excepción de la de Harry, el rubio abrió su boca ofendido.

—¿Soso? ¿Soso?—alzó la voz entre susurros—, ¿Te parece que soy soso?

—Sí, un poco sí—Harry dijo, sofocando una risita.

—¿Cómo te atreves, Potter? Tú eres soso, Weasley y su bola de comadrejas son sosos, ¡Longbottom es soso! Draco Lucius Malfoy no lo es.

—Basta, rubio soso—se burló el morocho. Se acomodó los lentes sobre su nariz y se deleitó con el puchero que el rubio realizó—. Harás que nos noten. Cálmate.

Draco decidió a duras penas darle la razón, necesitaba calmarse si no quería ser descubierto espiando. No quería la reputación de Voyerista, o acosador, o lo que fuera. Inhaló aire audiblemente y cerró los ojos para facilitar su objetivo, y volvió a fijar total atención en la pareja. Parecía haberse perdido una parte muy importante, porque cuando levantó los párpados de nuevo, Cedric se había separado por completo. Su entreceño estaba fruncido y esperaba una respuesta para algo que él no había escuchado por tonto.

—¿De qué estás hablando?—siseó la chica, casi igual de confundida que Draco.

—Bueno, desde que dije "Te amo" la semana pasada estás súper distante y rara. ¿Qué te ocurre?

Y para cuando el par de enemigos detrás del arbusto se permitieron ilusionarse con que su relación terminaría ahí, Cho abrió la boca, se acercó al muchacho, se puso de puntillas y besó su mejilla.

—No lo estoy, cariño—susurró dulcemente, dejando que su novio colocara un mechón de su cabello detrás de su oreja—, sólo estoy algo atareada con todo el asunto del próximo partido contra Slytherin. Nada más. Te amo. Hablando de eso.., tengo práctica de Quidditch en diez minutos. ¿Te importa si dejamos este asunto para después?

Cedric pareció creerle, pues negó en repetidas ocasiones con una sonrisa enorme y picoteó con sus labios la boca de la chica antes de dejarla ir.

»Eres el mejor novio del mundo, Cedric Diggory—gritó Cho, alejándose rápidamente—: ¡El mejor!

El Hufflepuff rió tiernamente, coloreándose de un lindo rosa sobre sus mejillas. Y Harry, a un lado suyo, suspiró bobamente al verla irse. Pero Draco no se había quedado conforme con ese intercambio de palabras. Especialmente cuando para él, estaba claro que trataba de escabullirse inteligentemente para evitar las preguntas de su chico.

—Miente—sentenció el rubio cuando Diggory se fue. Harry volteó a mirarle tan bruscamente que le dolió el cuello.

—¿Qué?

Draco bufó.

—¡Que miente, Potter! ¿Además de ciego eres sordo?

—No, no. Sí escuché lo que dijiste—dijo el morocho, sorpresivamente lejos de estar molesto por el comentario—. Sólo que no lo entiendo, ¿cómo que ella miente?

—Gryffindors—se burló de mala gana—. Si no eres ciego y sordo, es porque eres ciego y lento. Dios debió sentirse culpable por ello—Harry finalmente se molestó, pero estaba demasiado intrigado como para pelear. Así que esperó a que el rubio siguiera:—Piénsalo un poco. Según las palabras de Cedric, Cho empezó a comportarse extraña después de que le dijo "Te amo" por primera vez. Sin embargo, no tuvo problemas para decirlo ella antes de la mala excusa del Quidditch. Así que no es porque no sienta lo mismo. En realidad, parecía sentirse culpable. Por eso está distante. ¿No viste la cara que puso cuando Cedric se lo recriminó? Debió ser algo muy malo.

Harry alzó difícilmente una de sus negras cejas pobladas, pero parecía enormemente sorprendido y Draco sonrió por ello. 

—¿Cómo estás tan seguro?

—Bueno, los instintos dentro de mi estúpida cabeza de serpiente son bastante buenos—musitó, haciendo reír al morocho. El pecho de Malfoy se infló de orgullo por haber logrado esa reacción en el menor—. ¿Estás listo para descubrir lo que oculta Cho Chang?

Esta vez, algo dentro de los ojos de Harry brilló maliciosamente y suspiró su respuesta:—Sí.

De filtros de amor y otros secretos, DRARRY.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora