Lejana y distante de mi misma, de mis metas y sueños. De lo que podría ser o hacer. Siento la rapidez del tiempo, queriendo que vaya lento para sentirlo de cerca y abrazar cada segundo que pasa. Queriendo agradecerle por algo nuevo que haya hecho, pero no. Me da tanta furia que lo maldigo... Pienso tanto en todo y demasiadas vueltas tiene la vida como para hacerlo. Deseo desear algo y no entro en razón. El caso es que quiero tanto que ya ni sé... Estoy perdida, paralizada. Tantas ideas y ninguna obedezco. ¿Adónde podré correr? ¿A qué parte de mi mente? Como una mansión de ricos, es amplia y llena de decoraciones; pero tan vacía a la vez. Tengo tantas ganas de bailar, saltar, reír, viajar, trabajar en lo que quiero, cerrar los ojos y besar a quien amo, de sentirme viva, de salir de mi casa y encontrar un nuevo hogar, con vista nueva y sonidos diferentes por la mañana, de agarrar la mano de algún perfecto extraño por conocer y abrazarnos tanto... Pero, ¿Cómo? Las ganas se quedan ahí; la gente extraordinaria y positiva están escasas, ya no hay ganas de trabajar por un sueldo, ni tampoco buenas oportunidades, están tan imposibles que ni ganas de buscarlas nos da. Nos quedamos ahí, esperando que pase algo. Porque lo peor que podría pasar aquí, es que no pase nada... Y ¿Por qué aceptamos rodearnos de pesimismo y vivir con rutinas cuando nos encerramos dentro de nosotros mismos, quejandonos del país con adultos, adolescentes y hasta niños que dicen ya no querer estudiar debido a la situación, porqué aguantar, porqué esperar y quedarnos quietos? Y es eso, ya no quiero acostumbrarme, me siento terrible y no quiero acostumbrarme. Ya no!