Única Parte

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Una noche, sólo una noche.

Ya había organizado meticulosamente una vez más todas mis pociones, de verdad estaba agradecido con mi reina por haberme dado ese espacio para vivir, no estaba acostumbrado a los lujos de vivir en un palacio, pero era simplemente genial, mi cama era bastante amplia, las sábanas azules contrastaban con los rayos de luna que se colaban por la ventana.

Ya era tarde, me había quedado a estudiar hasta que la necesidad de dormir invadió mi cuerpo, ciertamente ya no era un muchachito, sí no, un hombre, adoraba mi trabajo como Mago Real, sólo que siempre había tenido un conflicto.

¿ Cómo controlarme para no perder la cabeza?

La Reina me volvía loco, cada vez el deseo en mí incrementaba, no lo podía contener más...

La había besado en el jardín cuando nadie nos veía esa misma tarde, el resto de la familia real salió a un pequeño viaje de tres días.
Elena se quedó, siempre tan noble, para cuidar del reino.
Apenas y toqué sus labios por unos segundos, ruborizado corrí hasta mi taller y desde entonces no he tenido respuesta alguna.

Sin embargo mi atrevimiento no se comparaba a lo que sucedió después.

Llamaron a mi puerta, cansado e intrigado arrastré mi cuerpo para abrirla, moví la manija y allí estaba ella.

Dedicándome una sonrisa, abrazándome, ya me había acostumbrado a mirarla en camisón por la noche, era hermosa.

No me mal entiendan, era común vernos en la noche cuando alguno no conciliaba el sueño.

Yo me relajé, siempre que me abrazaba era buena señal.

—Mateo...—

Me llamó con una voz irresistible, caí ante sus encantos, me incliné ante ella como el siervo que soy y le supliqué.

—Perdóneme por lo que pasó su majestad—

Ella se inclinó hasta quedar ambos a la misma altura, tomó mi rostro y con agarre delicado acercó su boca a mí oído.

Susurró

— No te disculpes, yo tampoco me podía contener—

Y deslizándo su mano hasta mi cuello, me acercó hasta romper distancia, estábamos a milímetros de volver a tocarnos, me estremecí, ella se veía decidida, yo en mi timidez retrocedí, quizá mi mente me volvía a hacer fantasear, me aterraba que no fuera un sueño más, sabía las consecuencias de mis actos, me declaraba culpable de mis pensamientos.

Acepté...

Esa obsesión que llevaba años recorriendo mi mente me impulsó más allá de lo debido, se me subió la temperatura, mi piel se erizó y el contacto surgió una vez más, esta vez se sentía más claro, nustros labios jugueteando, su respiración era como la brisa del puerto, no había palabras para describirlo, pero esa sensación me agradaba, me agradaba demasiado, aferré mi agarre a su cintura mientras ella se enredaba en mi cuello.

—Me alegra que al fin hayas dado el primer paso—

¡Demonios!
Esa calidez, quería huir y quedarme aquí.

— Yo... ¿No estás molesta?—

—Mateo— me derritió con su voz recorriendo mi espalda con sus dedos.
— Lo único qué me molesta es que no lo hayas hecho antes—

Intercambiamos una mirada cómplice.
Noté que ella también quería avanzar, inevitablemente estábamos unidos.
Pero dudé

—No creo que sea correcto, es decir...
No soy nada—

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⏰ Última actualización: Jul 14, 2019 ⏰

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Desafío Relámpago: Solo Te Pido Que Nunca Dejes De Confiar En MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora