Capítulo 4: El columpio

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Todo ha sido un sueño, me digo a mi misma, y en realidad fue así.

Son las siete de la mañana y no hay nadie despierto, me dirigó al baño y me lavo la cara, no aguanto más tiempo dormida, la pesadilla de la noche anterior me lo impide.

Decido bajar a explorar la casa.

Salgo al jardin, y allí está el viejo columpio donde jugaba de pequeña, está un poco sucio, me siento allí, y comienzo a paserme.

Echo de menos mi casa, pero me encanta ese columpio.

Algo me distrae de mis pensamiento, el columpio de al lado comienza a moverse solo, pienso que será el aire, pero en realidad no hace nada de aire, estámos en pleno agosto, decido irme de ahí.

Cuando entro a la casa mi abuelo está viendo la tele, parece un programa de cotilleos, como le gusta ver a él.

- ¿Por qué subiste ayer al desván?

Me pregunta

- ¿Cómo sabes eso?

Le pregunto yo a él

- Me lo dijo Anselmo, y mejor será que no subas, o me cabrearé muchísimo.

Vaya, ha sido mi primo, ese idiota siempre tiene que chivarse.

Nunca me doy por vencida, así que decido subir otra vez al desván, no creo que haya nada malo allí, ni que pueda pasarme nada malo.

subo cuando no hay nadie en la casa.

Entro y veo las mismas fotos de el otro día.

Allí está la niña del vestido rosa, esa niña desconocida, miro bien la foto y me doy cuenta de que tiene un cierto parecido conmigo, pero miro más, y veo que tiene el mismo lunar que tengo yo en el cuello, empiezo a asustarme.

Serán simples coincidencias,

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