Capítulo dos

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No estaba tenso, estaba cómodo. Muy cómodo. Pero no podía conciliar el sueño. Desde que Choi le ordenó quedarse solo para hacerle compañía, estaba pensando en los miles de formas en las que ese no era su plan real. Hace un par de horas que había llegado y no era tonto. Se había dado el tiempo de analizar al hombre que estaba su lado. Era guapo y esa era la simple conclusión. Además, se veía que era atlético por la forma en que los músculos rozaban sus prendas, aunque le hubiese prohibido un par de cosas, podía ser perfectamente capaz de hasta amarrarlo con unos movimientos. Por eso es que era difícil dormir. Daba miedo saber lo que era capaz de hacer. Pero ya qué, iba a ganar dinero con esos minutos que consideraba perdidos y ninguna parte de su cuerpo sería profanada. Suspiró y se dispuso a dormir, no sin antes dar un vistazo alrededor. Estaba acostado en una cama gigante, en una habitación gigante, solo y lleno de lujo. El hombre o su dueño, estaba durmiendo plácidamente en la habitación contigua y solo los unía el baño compartido. La luz de la luna le permitía ver detalles, pero no quería adivinar lo que Choi tenía en mente hasta estar bien descansado.

Al siguiente día, despertó bastante alegre. No creía haber dormido muchas horas, pero al fijarse en su celular, ya eran las doce de la tarde y se levantó de golpe perdiendo un poco la visión en el momento. Seguro Choi lo regañaría y, no, lo sacaría a patadas de ahí. Sorpresivamente, a los pies de la cama a la cual no llegaba acostado, había una bata de un pulcro blanco con un papel y su nombre encima. Dio vuelta para ver si se mencionaba algo más pero solo decía eso. Quería decir básicamente que se lo pusiera. Fue a darse una ducha rápida y sin nada debajo se colocó aquella cómoda y calentita prenda que ya le estaba deleitando mucho el día.

Choi estaba sentado en el gran sofá, revisando el periódico en un tablet gigante y comiéndose una manzana. Podía detenerse para admirarlo, pero no era la gran cosa, si, un tipo guapo pero su trabajo después de todo. Taemin caminó sigilosamente hasta detenerse frente suyo para no ser ignorado y solo ahí el tipo alzó la vista. Estaba con un rostro de interrogación y de pronto pensó que lo de anoche fue un sueño y que se había ido a la casa de alguien que se pilló en alguna disco. Choi rió porque seguramente su cara al pensar no era normal y luego palmeó a un lado para que se sentase. Taemin rápidamente acató y observó que cosa estaba leyendo tan concentrado, pero Choi apagó la pantalla antes de que se fijara bien.

-  Veo que duermes bastante.

Fue el primer comentario que lanzó. Ni siquiera unos buenos días. Taemin asintió fingiendo estar avergonzado y miró a los ojos del hombre que estaba al frente. No lo miraban como él lo estaba haciendo. Choi tenía la mirada en sus labios, y sabía que significaba perfectamente, ya se estaba demorando mucho en las peticiones.

-  ¿Es la primera vez que llama a alguien como yo?

Choi subió la vista a sus ojos y frunció el ceño como no entendiendo a que se refería, luego se acomodó en el respaldo del sofá pasando un brazo tras el cuerpo ajeno, negando lo que le preguntaba.

-  Ni el primero ni el último, ¿Por qué lo preguntas?

-  Porque no es ni parecido a los otros hombres con los que he estado, empezando por la edad, es joven.

Choi esbozó una pequeña sonrisa sintiéndose casi halagado. Se acercó un poco más al menor y pasó una mano tras su espalda y otra bajo sus piernas. Taemin pensó que lo cargaría, pero solo lo sentó sobre sus muslos. Había acertado con los pensamientos acerca de su fuerza. Se sentía una pluma.

-  Lo soy, creo. ¿Qué te han hecho los otros hombres?

-  Al primer momento me manosean, piden que les haga algo, no salen de encima, básicamente.

-  Y eso es lo que quieres que haga.

El mayor lo dijo como una afirmación, Taemin se ruborizó, negando en el momento.

-  No, no. Me siento cómodo así. Solo que es raro viendo su apariencia.

Choi dio un vistazo a su propio cuerpo y luego alzó una ceja interrogativa.

-  ¿Qué es lo que tengo? ¿Cuerpo de caliente?

Taemin río y su estómago sonó hambriento tocándolo de inmediato. Choi continuó con la risa y tal como estaban, se lo llevó a la cocina, sentándolo en las sillas de la encimera.

-  El silencio otorga.

Comentó el mayor mientras revisaba que le daba de comer al hambriento. Se giró para ver el rostro del menor que pasó de confusión a vergüenza. Ayer no parecía un tipo tan vergonzoso, pero realmente no conocía nada de este chico tan mono.

- Me refería a que como se ve... Puede hacerme lo que sea. Pero ya que se lo digo, no debería hacerlo, se ve razonable.

Choi sacó unos huevos que empezó a cocinar de inmediato y preparó unas tostadas mientras encendía la cafetera. Mientras esperaba, volvió a voltearse, pero afirmándose del otro lado del mesón, quedando casi a la altura del menor.

- No me conoces tan bien Taemin y además te pago para hacerte lo que sea, exceptuando por las reglas que me dijiste ayer. Me puedo ver razonable, no significa que lo sea. Honestamente me he aguantado varias cosas contigo.

Taemin tuvo una extraña sensación. No respondió a lo que le dijo y espero a que Choi volviera a fijarse en lo que hacía para empezar a pensar de nuevo. Todo lo que pensaba de este hombre se había perdido, no debió decirle lo que pensaba. Por primera vez estaba sintiendo un poco de temor, los tipos calculadores eran los peores en estas cosas. Ni siquiera había sentido miedo cuando lo mandó a llamar a horas nocturnas ayer más encima para quedarse.

- Come Taemin.

Choi le sirvió todo en una bandeja mientras pensaba. Tomó el café para despertarse completamente y devoró las tostadas ante la vista del mayor. Pasaron apenas unos minutos para que él se ubicara a su lado, acariciando el final de su cabello. Un escalofrío avanzó por su espina dorsal y dejó todo de lado para voltear su rostro y verlo. Lamió sus labios quitando los restos de tostada y Choi los delineó con el pulgar. Nuevamente su vista estaba puesta en ellos y notó que tipo de cosas se había aguantado. Era cuestión de tiempo. El mayor hizo el amago de acercarse y cerró los ojos instintivamente. No sintió nada en sus labios. Choi dejó un beso en su cuello y succionó un trozo de piel. Abrió los ojos mientras el mayor se alejaba pasando esta vez el pulgar en la zona afectada.

- Cuando termines de comer, te acercas a mi habitación. Tenemos cosas que hablar.

Diciendo eso, se alejó dejándolo solo en la cocina. Lamentando haber expresado sus tontos pensamientos.

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