Capítulo tres

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 -  Santa mierda, ¡Taemin!

Exclamó Kibum sorprendido mientras sostenía el celular bastante agitado, observando las fotos del nuevo hombre que le entregaba dinero a Taemin. El menor suspiró y se cubrió el rostro avergonzado, observando a través de sus dedos si alguien lo miraba.

-  Kibum, hay gente al lado, no te vuelvas loco. - le arrebató su celular y bloqueó la pantalla, guardándolo en su pantalón.

-  ¿Qué no me vuelva loco? Estás saliendo con un tipo rico, ¡En todo sentido! Qué te pasa, ¿No te das cuenta?

Por supuesto que se había dado cuenta, desde el segundo uno que vio su perfil después de que le hablara. Pero no sentía nada, el trabajo le había hecho perder el interés en las personas.

- Es trabajo para mí y él no es muy agradable que digamos.

Al momento que terminó su desayuno, no hizo esperar más a Choi. Se paró delante de su puerta y la empujó levemente observando como Choi estaba acostado con los ojos cerrados. Entró a la habitación y justo cuando cerraba la puerta, este lo miró, incorporándose y estirando sus brazos. Taemin no hizo más que acercarse y sentarse sobre sus piernas, bajando su bata que apenas se le había levantado. Aquel movimiento no pasó desapercibido para los ojos de Minho.

- Muéstrame.

Choi musitó cerca de su rostro con la vista pegada en sus piernas. Taemin no entendió al principio, pero al observar donde se dirigía esa mirada solo suspiró y tomó el borde de su bata, levantando lo poco que se había bajado, llegando a mitad de muslo.

El mayor rodeó la cintura del menor y llevó una mano a ambos muslos, metiéndose lentamente debajo de la prenda ante la atenta mirada del dueño. Taemin se tensó, pero dejó que pasara. Era su trabajo. Sorpresivamente la mano del mayor se detuvo ahí. Apenas pasados unos segundos, sintió como su rostro se acercaba al propio. Los labios de Choi y su cálido aliento en su mejilla lo hicieron tensarse un poco más. El mayor buscó sus labios y Taemin por fin volteó su rostro abriendo ligeramente los propios, uniendo estos con los de Choi para solo durar un segundo juntos, sin moverse. El mayor se separó y frunció el ceño, observando el rostro de Taemin.

- ¿Qué fue eso?

Taemin se puso nervioso y empezó a pestañear desesperadamente, siendo eso lo que lo delatara.

- Fue un beso, ¿Estuvo tan mal?

Choi casi estalló en risas si no fuera un poco respetuoso. Quitó la mano de sus muslos y la levantó para acariciar sus labios como le estaba gustando hacer. Luego negó respondiendo a su inocente pregunta.

- Eso ni siquiera fue un beso Taemin, ¿Qué acaso nunca has besado antes? Fue como un beso de novela coreana.

El gesto del menor cambió drásticamente a uno ofendido, empezando a balbucear antes de siquiera decir una palabra.

- Por supuesto que he besado antes, lo hago todo el tiempo con mis clientes.

- ¿Y das besos así? Cómo es que te pagan...

Su respiración se volvió agitada y sus manos que antes no sabían dónde ubicarse, tomaron el rostro del mayor presionando sus mejillas para acercarse y plantar un beso presionando mucho más que antes, también manteniéndose por más tiempo. Sus labios por fin se fueron separando, pero era difícil. Choi colaboró y separó los propios para tomar los ajenos. Sus manos ya no acariciaron sus muslos. Se dirigieron sigilosamente al cinturón de su prenda para liberar el nudo, abriendo la bata justo en el momento en el que Taemin se enteró de lo que hacía. Había estado muy concentrado en aquel beso, pero eso lo hizo separarse. Su respiración a pesar de lo poco, estaba acelerada. Sus mejillas exquisitamente rojas.

- Ya le dije que no tendríamos sexo.

- Y no lo vamos a tener, quién soy yo para romper tus reglas.

El mayor estaba normal y tranquilo. Era bastante envidiable. Mantenía la calma mientras quitaba la prenda de sus hombros y la bajaba para cubrir hasta un poco antes de su trasero. Seguía tranquilo mientras daba una exhaustiva observación a su cuerpo, pero Taemin que estaba atento a sus ojos, observó cómo esas pupilas se dilataban.

- Es posible que te hayan dicho esto miles de veces y entendería por qué, tienes un cuerpo muy lindo, lo cuidas bastante bien.

- Sí, siempre me lo dicen, pero no me lo cuido, en realidad...

- Acuéstate boca abajo, completamente desnudo.

Choi lo interrumpió y quitó las manos de su cuerpo. Taemin hizo caso sin rechistar. Se bajó del gran cuerpo del mayor y se acomodó en la cama, quitándose la bata por completo solo un segundo antes de acostarse. Escondió el rostro entre sus brazos y esperó para notar que haría Choi. Minho se acostó a su lado y llamó su atención para que alzara su rostro. Justo cuando el menor se hizo notar, Choi agarró una de sus nalgas, empezando a manosearla. Apoyó su cabeza en su palma, afirmándose del codo y observó a Taemin, quien trataba de calmarse como siempre.

- Bésame.

- ¿Qué?

- Que me beses Taemin, un beso bueno si, no estamos grabando ninguna novela.

Taemin no dijo nada más a pesar de que tenía sus quejas. Se apoyó de sus brazos para alzarse hasta tener el rostro frente al del mayor y vio sus ojos antes de acercarse a sus labios. Ni siquiera había rozado estos cuando ya Choi atacaba su boca. Eran solo roces entre estos y apenas unas succiones, pero el mayor estaba desesperado y eso era un claro ataque. Sin ignorar como le estaba agarrando sus nalgas y muslos, sentía como se acercaba más y más para querer subirse encima. Pero Choi no lo hizo. Se detuvo antes de que siguieran sus pensamientos y la mirada del mayor fue la que tuvo encima.

- Tienes que meterte en el beso Taemin. ¿Qué te distrae? ¿Qué te esté tocando? Creí que estabas acostumbrado.

- ¡Lo estoy! Acostumbrado a todo esto, siempre he sido así, ¿Qué le molesta?

- No te comprometes, eso me molesta... Ve a dar una vuelta.

Quitó la mano de su cuerpo y se sentó al borde de la cama, desordenó un poco su cabello y luego se levantó entregándole la misma ropa de ayer al menor, pero lavada y perfumada.

Taemin mantenía su ceño fruncido y sus labios abultados como si fuera a hacer un berrinche, pero estaba feliz. Iba a perder el tiempo paseando e iba a ganar dinero igual, así que decidido se levantó y cogió sus prendas para empezar a vestirse. En ese entonces, Minho ya había abandonado la habitación.

Di mi nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora