Especial: El loto escondido [parte 3]

4.4K 558 178
                                    


Probablemente, debió haberlo dejado partir en la tempestad de la lluvia y la habría olvidado el resto de su vida. No debió haberlo detenido ni debió haberse subido al automóvil para consolarlo. Esa tarde, hace dos años, había sido su más grande perdición, pero también la decisión más acertada, porque ambos lo sabían; no eran destinados y eso no les importaba, sentían una mutua atracción y era suficiente.

Después del fallecimiento de los padres de FengMian, él tomó el liderazgo del hospital. Finalizó sus estudios antes de tiempo y ni siquiera se veían seguido, pero le enviaba mensajes con un simple y honesto saludo; la llamaba por las noches para contarle cómo había estado su día y eran esos pequeños detalles que ZiYuan atesoraba. A menudo llegaba el cartero a su casa y le entregaba un ramo de rosas o una caja de chocolates, pese a no gustarle el dulce.

Se empeñaba en conquistarla sin pedirle permiso porque eran conscientes de esa conexión tan especial que los unía y no necesitan confirmarlo. Lo entendían con un gesto, una mirada fija hacia el otro, el roce delicado de sus dedos o los besos que Jiang FengMian le robaba. No era un cortejo bajo su consentimiento, es más, lo habría frenado si pudiera, pero el problema es que no podía porque él la complementaba.

Era su equilibrio, su sosiego, la paz que tanto deseaba en una vida a base de errores. Ella era fuerte, valiente y decidida; él era amable, tierno, romántico y muy paciente. Se conformaba con tan poco, no la forzaba a corresponderlo y aun así continuaba luchando por un amor que, tal vez, nunca obtendría. Amaba su personalidad, porque, aunque no lo manifestaba, se emocionaba con los retos que Yu ZiYuan le imponía.

Diariamente le mostraba una faceta de él que le provocaba un estallido en el pecho. Se cuestionaba a sí misma si eso era correcto, si enamorarse estaba bien o si debía abandonarlo como lo había pensando en un principio. Para querer renunciar a su afecto, se estaba tardando mucho, ¿no? Y mientras titubeaba, Jiang FengMian se adueñaba de su corazón; invadía su mente, revoloteaba sus pensamientos y le nublaba la razón.

¿Era amor? Sí, sabía la respuesta. Estaba irrevocablemente enamorada de FengMian, ¿¡y cómo no estarlo!? Ese hombre era perfecto incluso con sus defectos. Jamás se cansaba de ella, ni de su humor cambiadizo; no replicaba cuando lo amonestaba por actuar como su novio sin serlo y frente al público; admitía sus equivocaciones y las corregía, y por la mañana, ahí estaba buscándola. No se rendía, era testarudo y confiado.

Y cuando menos lo esperaba, ya era su pareja. Le pidió que lo fuera con un anillo de compromiso en un restaurante, suponiendo que a la hermosa Madame Yu le desagradaban las sorpresas. Lo hizo de la forma tradicional, hincando una rodilla en el piso y abriendo una cajita roja de terciopelo que contenía la argolla plateada. Una vez más, el destino le daba una dura lección.

-n-

En la entrada de la universidad, el arco de globos eran el atractivo inicial, y un espléndido escenario había sido construido para ser el punto de reunión, adornado con guirnaldas y pétalos. Las sillas yacían vacías y las familias se agrupaban, felicitando a los recién graduados, agradeciendo a los maestros y tomándose fotos de recuerdo. Para Yu ZiYuan, eso era innecesario.

—Yuan, luces bellisíma —alagó, haciendo una reverencia ante su amada chica, que portaba un vestido morado con escote en la espalda, sin tirantes y entallado a las curvas de su figura—. Podría admirarte y te encontraría más y más encantadora.

—No digas tonterías —bufó, pero un tenue sonrojo apareció en sus pómulos. Era imposible no avergonzarse si él la alababa como si fuera lo más maravilloso del mundo—. Recogeré unos documentos en la dirección y podré irme.

—Bien, te llevaré a comer lo que desees —aseveró, inclinándose para depositar un beso en la larga cabellera de ZiYuan—. Me adelantaré para ir al estacionamiento por el carro, ¿me alcanzas?

Nuestra vida juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora