LIX: ¿A qué le temes?

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—¿Dónde está ese abusador? —inquirió Jin ZiXuan en la entrada de la casa principal de Gusu y miró a su alrededor, restándole importancia a Fairy que se había escondido detrás de él con la cola entre las patas por el miedo que WangJi le provocaba—. ¡No lo escondan! Sé lo que le hizo a mi indefenso Jin Ling.

—Lan Zhan —llamó Wei Ying en un susurro y aún en los brazos de su encantador esposo que no le molestaba cargarlo como su princesa—, ¿está hablando de JingYi o de SiZhui? ¿O de los dos?

—A-Xian, lamento que lleguemos así —se disculpó YanLi, haciendo una reverencia. Escoltándola, RuoHan, Wen Chao y JiaoJiao le secundaban—. Jin Ling nos dijo del incidente, pero su celoso padre no pudo pasarlo por desapercibido. Incluso hizo que Fairy viniera.

—S—Shijie —balbuceó Wuxian, bastante cómodo ahora que estaba a salvo de esa bestia feroz que le gruñía solo a él. Es como si todos los perros supieran de su extrema fobia y lo atacaran porque sí—. Quiero saludarte y besarte esas lindas mejillas, pero ese animal es horrible.

—¡Qué cruel decirle eso a Wen Chao! —exclamó Wen RuoHan, carcajeando al ver cómo su "hijo" palidecía del enojo, pero no le recriminaba. Obviamente debía mantener su compostura si no quería que lo echara a patadas, porque ganas no le faltaban—. Bien, no hagamos escándalo aquí, para eso hay una sala de reuniones. Los chicos están en clases y, créanme, interrumpirlos mientras QiRen es su maestro... Bueno, ustedes no conocen al diablo —advirtió seriamente, adelantándose para conducirlos hacia un espacio más tranquilo donde pudieran conversar—. Wen Chao, ve por té y galletas. Sé amable con los invitados.

—¡Yo también soy...!

—¿No deseabas heredar esto? Haz méritos —ordenó RuoHan, interrumpiendo la negativa de Wen Chao. Y por supuesto, ni por más méritos que acumulara iba a ser digno de poseer las tierras de Gusu—. Quizá tu mujer sepa servir el té, ¿no crees? Ayúdala.

—Lo haré, padre —asintió sin más, dirigiéndose al lado opuesto del pasillo con su amada esposa.

Siguiendo los pasos de Wen RuoHan se encontraban Jin ZiXuan y YanLi, Lan WangJi que todavía sostenía contra su pecho a su omega y Fairy. Los cinco ingresaron a un salón y había únicamente una mesa alargada de madera con cojines rodeándole como asientos, una chimenea encendida y el aroma a jazmín emanando de un incienso.

—Como este asunto los incube a ustedes, me aseguraré de que no haya intrusos husmeando —aseveró RuoHan, regresando a la entrada para cerrar la puerta una vez que él salió—. Los perros no son bienvenidos ahí adentro —musitó para Fairy—. Perturbar la paz de ese niño es algo que no se puede hacer en Gusu, así que te recomiendo no asustarlo o te castigarán.

En el interior del gran cuarto, ambas parejas estaban sentadas contemplándose el uno al otro. Jin ZiXuan con las cejas enfurruñadas y YanLi sin poder contener la vergüenza por el ruido que había ocasionado previamente.

—¿Por qué permitiste que tus hijos atacaran al mío? —cuestionó ZiXuan, viendo fijamente a Wei Ying—. ¿Y si lo hubiera mordido o lastimado? Un alfa de su edad es incontrolable, podría haber sido peor. Sabes que se pudo convertir en una violación, ¿no es así? ¿Y los dejaron irse solos?

—¿Y qué querías que hiciéramos? ¿Encerrar a mis hijos? ¿Encerrar a Jin Ling? ¿Separarlos? Sería injusto para ellos. Éste es el mundo en el que vivimos y tener miedo no es la solución —objetó Wei Wuxian. ¿Acaso no se daba cuenta? Él también era un omega, también había sufrido porque los malditos alfas querían dominarlo y marcarlo, pero había aprendido a luchar con su temor antes que con su casta—. JingYi cometió el error y está pagando por ello. No hay nadie más que se juzgue por sus actos que él mismo. Está aprendiendo su lección y no se repetirá.

Nuestra vida juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora