Tsukishima es el tipo de pareja que...
Se quedaría con cara de "WTF?" si llegas a decir algún estúpido chiste y reírte como loca, pero luego se sumaría a tu club de tontos...
<...>
Dos jóvenes se encontraban de camino a casa luego de una maravillosa tarde de picnic. El sol se escondía tímidamente entre las nubes, dándole paso a la atrevida luna. A juzgar por cómo el anaranjado atardecer bañaban los edificios; no quedaba muchos minutos para que el cielo se tornase negro en su totalidad. La calidez nada confortable que emitían los vidrios de los altos rascacielos, producto del reflejo del sol, se ceñían sobre ambos adolescentes, siendo sus únicos refugios del calor, la sombra de pocos árboles que se suspendían en la acera.
—Kei, ¿cuál es el café más peligroso del mundo? —preguntó (t/n) con sus ojos fijos sobre su teléfono. El rubio no lograba visualizar desde arriba lo que decía. Había dejado los lentes en casa, por lo que veía solamente un borrón negro.
El semáforo cambió su luz roja a la verde indicando la permisión del paso.
—No lo sé —el rubio miró extrañado y, mientras tomaba del brazo de la personificación de la concentración, o sea (t/n), cruzaron la calle junto a los demás transeúntes, agregó confundido—, no me gust—
Sin embargo, antes de que pudiera finalizar (t/n) le interrumpió con una alegría inaudita;
—¡El expresso! —La cara del rubio se retorció ante el supuesto juego de palabras—. ¿Comprendes? —(t/n) alzó la cabeza—. Expresso ¡Ex-preso! ¡El que antes estaba preso! —explicó con una sonora carcajada que llamó la atención de varias personas que caminaban cerca de ambos.
—Vaya, esa estuvo buena. ¡Cada día son mejores! —(t/n) agregó en una exclamación mientras sus diez dedos seguían siendo deslizados apresuradamente por su celular en busca de más chistes.
—No son buenos, son ridículos. Parecen chistes creados por asociales.
—No insultes mis chistes, —(t/n) espetó, alzando una ceja retando a su novio—, o sino...
—¿O sino qué? —le retó el rubio de vuelta, mirándole con una sonrisa de lado.
—O sino...
De pronto, (t/n) emitió un sonoro gas desde el fondo de su estómago que interrumpió sus propias palabras y llamó la atención de ambos.
—¿Qué? —espetó con vergüenza al ver la cara de sorpresa que puso Kei. Luego, añadió sonrojándose; —no es como si tú nunca hubieras pedorrado luego de comer tanto —(t/n) blanqueó los ojos y volteó a ver el otro lado de la calle para esconder su rojiza cara.
Kei soltó una suave risa, aunque más que por las sonrojadas orejas de (t/n), fue por la extravagante palabra que formó.
Los faroles de la acera iluminaron las animadas calles de la ciudad. Ambos adolescentes alzaron la cabeza, curiosos de ver cómo el poste que quedaba encima de ellos se iluminaba.
De pronto, (t/n) sintió un hormigueo en su panza que le obligó a bajar la cabeza.
Kei escuchó el curioso sonido y también bajó la cabeza para ver a su pareja. Esta última persona tenía la mirada fija y perdida en la calle, con total concentración en todo lo que sucedía dentro de sí. Sonrió. Era lo que (t/n) siempre hacía cuando terminaba su ciclo de comida. Su mirada se perdía en algún punto de lo que tenía en frente para concentrarse, tal como si cualquiera otra acción que le sacara de su burbuja temporal le quitaría la satisfacción de sentir el rugido de su estómago.
Los intermitentes gruñidos dentro de su estómago le hicieron saber que los deliciosos postres que Kei había comprado para el picnic de la tarde terminarían, en unas horas, en donde el sol no le diera para posteriormente ser expulsado.
—Tengo hambre —murmuró (t/n) haciendo un puchero con los labios que se le hicieron irresistiblemente antojosos al rubio.
Ambos reanudaron sus caminatas sobre los faroles bajo la creciente noche. A los lejos se divisó una pequeña tienda con aspecto de cabaña que, desde donde estaban, parecía bastante acogedora. La misma tenía un gran letrero de madera que marcaba la venta de postres y panecillos.
El rubio tomó la mano de su pareja y mientras le miraba fijamente a los ojos, transmitiendo una comunicación no verbal de "te amo", dijo;
—Ven, compremos postres para que sigas pedorreando en casa —dijo Kei acompañado de una risa mientras se dirigían hacia el local.
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Tsukishima Kei is the Type |Haikyuu| [COMPLETO]
FanfictionTsukishima como el tipo de novio, esposo, amigo, hermano que... El personaje no es mío, sólo lo tomo prestado para fines de recreación del mangaka Haruichi Furudate.