Capítulo cinco

1 0 0
                                    

Tecleo con una rapidez no apta de mi, en el celular mientras aprieto mis labios con mucha molestia. Sumando a eso, que estoy sentada en la cama de Ignacia, quién mira con miedo mis dedos y el celular. Pero simplemente no puedo controlarme.

¿Qué, qué me pasa?

Me pasa que hace unas dos horas, llegué a casa de Ignacia porque pasaríamos un día como cualquiera, viendo películas y palomitas para engordar y satisfacer nuestra vida que solo nos tortura.

En mi mano traía una pequeña bolsita de papas fritas y en la otra otro pequeño paquete de galletas que hasta en ese momento, estaba ya a la mitad, porque nos dio hambre y no pudimos aguantar hasta llegar a su casa. Que decirles, siempre cerdas, nunca in cerdas.

Pero el problema es... que mientras comíamos y veíamos una película que por cierto no me sé el nombre, porque no me le di preferencia, a mi celular llegó un mensaje demasiado desagradable. Muy desagradable. Que incluso de solo pensarlo, ya me hace agregar más palabras a mi nuevo testamento que con demasiada furia escribo.

"Angel: Pienso escribir algo que es sad, ¿vas a volver a meter tu nariz donde no te llaman?"

Okey, siendo sincera quizás no tiene nada de malo, porque de igual manera sus palabras desde que lo conocí, han sido secas y de malhumor. Lo peor no fue eso, fue cuando le contesté y su respuesta fue una flecha dirigida a mi dignidad y orgullo.

"Valentina: Puedes escribir lo que quieras sinceramente. No estás pidiendo mi humilde opinión, y tampoco pienso escribir una, porque ya has demostrado que no te gustan los consejos y por ende, escribes lo que escribes."

"Angel: Estoy sorprendido."

"Angel: Demasiado sorprendido."

"Angel: Maduraste en que, ¿Dos semanas? ¿Una?"

"Angel: Al menos ya no tengo que lidiar con tus molestos mensajes de niña pequeña. Me siento aliviado y hasta un poco feliz de que desaparezcas :)"

Uy, sí.

Como que debería matarlo.

—Valentina, ya—susurra Ignacia, mientras se sienta más cerca e intenta quitarme el celular de las manos. Le gruño y por consecuencia, alejo mis manos y el celular.

—No. No voy a dejar que se burle de mi.

—Quizás no se estaba burlando—dice de una manera bastante insegura. La miro y desearía no ver que mirada doy, porque ella traga saliva y eleva sus manos a la altura de su pecho—, está bien, quizás se burló un poquito.

—¿Un poquito? ¿Le dices a eso, un poquito?

—Estás exagerando, te está provocando y tú estás cayendo.

—No me importa—digo con una sonrisa, le muestro mi celular y con mi pulgar, presiono para enviar—, él me buscó. Él me encontró.

Ignacia niega con su cabeza, antes de quitarme el celular con su mano, y se acomoda en la cama para leer lo que sé, que hará problemas.

"Valentina: Haber... sigo procesando el porque sigo hablando con una persona tan malhumorada como tú. No creas que tus textos o palabras son importantes, soy una persona que ayuda a las personas que quizás lo necesitan, y ese día pensé que tú lo necesitabas, pero me di cuenta que no necesitas ayuda, porque lo terco y brusco no se irá y tampoco podrás cambiar porque además de ser bruto eres una persona muy grosera, ¿yo meter mi nariz donde no la llaman? ¿Quién te crees? ¿Él dueño del mundo? Relájate y ponte a pensar, deja de ser tan... puerco y entiende que si yo quise darte un consejo, fue porque lo sentí, porque me di tiempo de procesar tus palabras, pero se que no me sirve seguir hablando o escribiendo, si con una persona con tan poca razón como tú, no creo que me entienda. Saludos."

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 09, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Soy lo que soy por TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora