Tecleo con una rapidez no apta de mi, en el celular mientras aprieto mis labios con mucha molestia. Sumando a eso, que estoy sentada en la cama de Ignacia, quién mira con miedo mis dedos y el celular. Pero simplemente no puedo controlarme.
¿Qué, qué me pasa?
Me pasa que hace unas dos horas, llegué a casa de Ignacia porque pasaríamos un día como cualquiera, viendo películas y palomitas para engordar y satisfacer nuestra vida que solo nos tortura.
En mi mano traía una pequeña bolsita de papas fritas y en la otra otro pequeño paquete de galletas que hasta en ese momento, estaba ya a la mitad, porque nos dio hambre y no pudimos aguantar hasta llegar a su casa. Que decirles, siempre cerdas, nunca in cerdas.
Pero el problema es... que mientras comíamos y veíamos una película que por cierto no me sé el nombre, porque no me le di preferencia, a mi celular llegó un mensaje demasiado desagradable. Muy desagradable. Que incluso de solo pensarlo, ya me hace agregar más palabras a mi nuevo testamento que con demasiada furia escribo.
"Angel: Pienso escribir algo que es sad, ¿vas a volver a meter tu nariz donde no te llaman?"
Okey, siendo sincera quizás no tiene nada de malo, porque de igual manera sus palabras desde que lo conocí, han sido secas y de malhumor. Lo peor no fue eso, fue cuando le contesté y su respuesta fue una flecha dirigida a mi dignidad y orgullo.
"Valentina: Puedes escribir lo que quieras sinceramente. No estás pidiendo mi humilde opinión, y tampoco pienso escribir una, porque ya has demostrado que no te gustan los consejos y por ende, escribes lo que escribes."
"Angel: Estoy sorprendido."
"Angel: Demasiado sorprendido."
"Angel: Maduraste en que, ¿Dos semanas? ¿Una?"
"Angel: Al menos ya no tengo que lidiar con tus molestos mensajes de niña pequeña. Me siento aliviado y hasta un poco feliz de que desaparezcas :)"
Uy, sí.
Como que debería matarlo.
—Valentina, ya—susurra Ignacia, mientras se sienta más cerca e intenta quitarme el celular de las manos. Le gruño y por consecuencia, alejo mis manos y el celular.
—No. No voy a dejar que se burle de mi.
—Quizás no se estaba burlando—dice de una manera bastante insegura. La miro y desearía no ver que mirada doy, porque ella traga saliva y eleva sus manos a la altura de su pecho—, está bien, quizás se burló un poquito.
—¿Un poquito? ¿Le dices a eso, un poquito?
—Estás exagerando, te está provocando y tú estás cayendo.
—No me importa—digo con una sonrisa, le muestro mi celular y con mi pulgar, presiono para enviar—, él me buscó. Él me encontró.
Ignacia niega con su cabeza, antes de quitarme el celular con su mano, y se acomoda en la cama para leer lo que sé, que hará problemas.
"Valentina: Haber... sigo procesando el porque sigo hablando con una persona tan malhumorada como tú. No creas que tus textos o palabras son importantes, soy una persona que ayuda a las personas que quizás lo necesitan, y ese día pensé que tú lo necesitabas, pero me di cuenta que no necesitas ayuda, porque lo terco y brusco no se irá y tampoco podrás cambiar porque además de ser bruto eres una persona muy grosera, ¿yo meter mi nariz donde no la llaman? ¿Quién te crees? ¿Él dueño del mundo? Relájate y ponte a pensar, deja de ser tan... puerco y entiende que si yo quise darte un consejo, fue porque lo sentí, porque me di tiempo de procesar tus palabras, pero se que no me sirve seguir hablando o escribiendo, si con una persona con tan poca razón como tú, no creo que me entienda. Saludos."
ESTÁS LEYENDO
Soy lo que soy por Ti
JugendliteraturViví tiempos oscuros, viví sonrisas que no tenían ganas de aparecer. Viví mentiras que no todo el mundo está dispuesto a perdonar. Pero gracias a todo eso, aprendí a amar. Aprendí a amarte.