Capítulo cuatro

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Camino con la mirada en el celular, antes de subir la mirada y dejar lentamente de caminar mientras aprieto mis labios en una línea y me detengo a centímetros de chocar con él.

—¿Qué haces aquí?

Escucho su voz y por segundos parpadeo sorprendida.

El tono de su voz no es el mismo con el que solía hablarme. No era el tono con el cual me conquistó.

Justo ahora me siento estafada.

—Salí... a caminar.

—¿A esta hora?

Frunzo el ceño con las preguntas, y desbloqueo mi celular para mirar en el costado de arriba. Mis ojos casi se salen de sus órbitas, al ver que ya va a ser casi la media noche.

—Sí...

Vuelvo a observarlo y su ceño está fruncido. Gabriel está enojado y sus ojos están mucho más oscuros de lo normal, lo cuál me hace saber que algo malo ha pasado.

>>¿Te sucedió algo?

—No.

Abro mi boca tratando de pronunciar palabras, pero desconcertada la cierro y rasco mi nuca incómoda. Siento el frío recorrer mi cuerpo y por momentos quisiera tener sus brazos a mi alrededor.

—Gabriel...

—Valentina, necesitamos tiempo.

Creo por un momento haber escuchado mal, mis ojos están concentrados en los suyos y es su ceño fruncido, su postura, y su tono de voz, lo que hace que todo el ruido que hay en la calle se vaya y solo un tínido y molestoso 'pii' se haga presente.

Mi boca se seca y intento tragar, pero mi mente aún no procesa la información.

Pestañeo lentamente mientras miro mis manos y vuelvo a mirarlo otra vez, para poder tragar.

—¿Q.. Qué?

—Lo que oíste.

Mi vista se dirige al suelo mirando mis zapatillas, antes de que sin pensarlo y detenerme, mis ojos se llenen de lágrimas y un leve sollozo quiera escapar. Llevo una mano a mi boca tratando de que aquel lamento salga y aprieto mis ojos con fuerzas.

No. No es verdad.

Por favor, no.

Miles de veces mi imaginé este proceso y no fue tan doloroso como ahora.

Sí, no lo amaba, pero lo quería demasiado, más que demasiado.

—Mira, voy a hacer esto corto porque se está alargando y lo único que quiero, es no tener que ver tu rastro otra vez—siento que se mueve y trato se abrir mis ojos sin perder la compostura, pero no puedo. Valentina, vamos, ¡dile algo!—necesitamos tiempo porque..., no, yo necesito tiempo porque esto que hay entre tú y yo no me gusta.

>>Quiero mi vida tranquila y solo logras desordenarla, me tienes mal, nunca quieres hacer lo que quiero y eso a mi no me gusta. Estábamos normal, pero nunca bien. Yo siempre quería más y nunca me diste ese más. Si yo te tocaba te enojabas y alejabas. Me cansé. Voy a buscar lo que me gusta.

>>No sé si te hice feliz, espero que no, porque tú nunca me hiciste feliz a mi, temo el que te hayas enamorado, porque yo no me enamoré de ti—se ríe—, de hecho, tampoco podría hacerlo. Siento lástima porque perdí un año de mi vida contigo, y no lo disfruté. Un fiasco.

Siento como una lágrima procede a caer por mi mejilla y de paso otra al suelo, mi mano baja lentamente y se suspende por unos momentos en el aire. Mi mandíbula se aprieta y varias punzadas en mis sienes se hacen presentes.

Soy lo que soy por TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora