Parte Extra I : El cuaderno de papá

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Papá siempre decía que un buen ninja es aquel que protege a sus seres queridos y lucha por lo que en verdad ama. Siempre lo admiré, estoy orgulloso de ser su hijo. En realidad estoy feliz de la familia en la que me tocó nacer, porque mi madre me enseñó a ser fuerte frente a las adversidades y a mostrar mis sentimientos sin sentir vergüenza. Mamá, papá, gracias por todo. Los quiero.

Boruto tardó cinco meses en pedirle matrimonio a Sarada, no solo porque no se decidía a hacerlo, sino porque nunca encontraba el momento exacto. Y no quería sentirse humillado si después ella se sentía decepcionada por cómo se lo pediría, estaba seguro que ella ansiaba que lo hiciera de la mejor forma, al menos, romántica. No conocía ese lado cursi de su novia hasta el día en que se lo propuso. Recordaba que había sido un día atareado, entre las misiones que debía reportar y algunos inconvenientes debido al examen de Chuunin, los dos terminaron exhaustos sobre el sofá de su sala de estar y cuando menos se dieron cuenta, estaban besándose y dándose caricias. Pronto terminaron en la cama. Al recordar que él había reservado una mesa para la cena donde le pediría matrimonio, tuvo que cancelarlo para continuarlo al día siguiente. Sarada no supo por qué estaba tan nervioso, hasta que el rubio sacó la pequeña caja terciopelada y mostró el brillante anillo de compromiso. La pelinegra pensó que era una broma, ¿en serio se lo propondría de esa forma? No tardó en aceptar la oferta, ¿cómo podía hacerlo? Su rostro estaba como un tomate, avergonzado y sumiso, se veía tan atractivo. Al fin vino el alma a su cuerpo y luego le colocó el anillo con torpeza.

Eso quedó en sus recuerdos como anécdotas que se lo contarían a sus hijos cuando crecieran, exactamente, dos en total. El mayor ya tenía ocho años, sí había pasado bastante tiempo desde que estaban casados, unos diez años y Sarada quedó embarazada de su primer hijo, después de tanto tiempo buscarlo. Tuvo problemas para concebir, el estrés era un factor importante y además, Boruto tenía problemas de fertilidad. En realidad tuvieron que hacer una inseminación artificial. Ahora estaban en las vísperas de concebir a su segundo óvulo fecundado, solo quedaba el resto del procedimiento, uno que llevaba tiempo y paciencia. No era sencillo hacer que los espermas del rubio funcionaran, la mayoría ni siquiera eran buenos.

Boruto estaba ordenando algunos papeleos en su cuarto, era tiempo de limpieza y pronto llegaría año nuevo. Era normal hacerlo por estas fechas. Hurgando en sus cajones encontró algo que creyó perdido en el pasado, se avergonzó al darse cuenta que aún seguía intacto, ¿cuándo fue la última vez que lo leyó? No podía recordarlo. Unos pasos apresurados se escucharon en el pasillo de su nueva casa y después unas pequeñas manos se aferraron a su pierna, el pequeño le llegaba a su cintura. Sus cabellos azabaches y esos ojos negros oscuros, lo cautivaron. Era tan enérgico y puro como lo indicaba su nombre:

—¡Papá! ¡Mamá dijo que ya está todo listo para ir a la clínica!—sonrió con su típica expresión Uzumaki.

—¡Qué genial, Hikaru!—frotó sus cabellos contento y lo alzó en brazos—. Dime, ¿qué te gustaría que fuera tu hermano? ¿Una niña o niño?

El se llevó el dedo al mentón, pensativo y enseguida esbozó una cálida sonrisa.

—Prefiero que sea varón—Boruto se sorprendió por su respuesta y no tardó en soltar una carcajada. Entendía su punto.

—Entiendo, pero también sería bueno tener una hermanita fuerte como mamá, ¿o no?

—Sí, pero no podré compartir mis cosas—se quejó.

Una vez más lo sorprendió. Adoraba a ese niño, a pesar de lo travieso y bromista que podía ser, era curioso por naturaleza. A veces pensaba que sacó la astucia de su madre. Se notaba que era más Uchiha que Uzumaki, aunque eso no quitaba el hecho de que portaba su apellido y la personalidad cálida la llevaban sin dudas, los Uzumaki. Le encantaba estar con su tía Himawari y la seguía a todas partes, incluso a su adorado primo Haru. Eran como dos demonios en uno cuando se juntaban. Hikaru observó el cuaderno de Boruto sobre la mesa del cajón, sus ojos negros brillaron como dos perlas curiosas, extendió su pequeño brazo y trató de agarrarlo. El rubio entendió el gesto y sujetó el cuaderno avergonzado.

Deseo Indomable (Borusara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora