| Castillos y mariposas |

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- ¡Por favor, Louis! Déjanos jugar contigo, tú haces los mejores castillos.

- ¡No! Ya les dije. Sé que mis castillos son los mejores como todo lo que hago, pero lo hago solo y por eso no quiero que toquen mis castillos - Dijo aquel niño con cabello castaño y ojos azules mientras con una pequeña pala de plástico llenaba el cubo entre sus piernas.

- ¡No es justo! Iré a decirle a mi mamá - Grito el pequeño parado frente a él antes de salir corriendo en busca de su madre.

Louis ni siquiera se inmuto y siguió con su juego. Siempre había sido la clase de niño que prefiere hacer las cosas solo y sin compañía, pues pensaba que así saldrían mejor.

- ¿Podemos jugar? - Pregunto una voz frente a él y estaba a punto de negarse cuando subió su mirada y se encontró con unos enormes ojos verdes observándolo desde arriba.

- ¿Si? - Volvió a preguntar el niño de los ojos verdes que tenía un cabello rizado color café y su piel blanca cubierta con algo morado que seguro sería el bloqueador.

Detrás del pequeño rizado se encontraban tres niños más, uno rubio que sostenía un jugo de manzana, otro cabello azabache con una pelota de volibol en sus manos y el último portaba una expresión de angustia y miedo mientras se peinaba con sus pequeñas manitas sus cabellos cafés.

- Solo el rizado - Dijo Louis poniéndose de pie frente al chico que era más pequeño que él.

Los otros niños ni siquiera se inmutaron, solo el de cabello negro se encogió de hombros y dio la vuelta mientras los demás lo seguían.

- Espero seas bueno haciendo castillos de arena. Soy el mejor y mi reputación está en juego, niño.

- Creo que si ¿Cómo te llamas? Yo soy Harold, pero no me gusta y todos me dicen Harry - Saludo el pequeño mientras se sentaba y tomaba un cubo rojo ocupándose de llenarlo.

- Soy Louis, pero puedes llamarme Lou. Harold es bonito ¿Cuántos años tienes?

- Cuatro ¿Y tú? Pareces mayor - Dijo Harry dándole una mirada al niño de ojos azules a su lado, observando como este movía sus manos en el balde para después levantarlo y dejar un perfecto pilar de arena que simulaba un castillo - ¡Wow! ¿Cómo haces eso? Es increíble.

- Gracias. Tú sabes, práctica y talento. Tengo seis, eres un pequeñín. Aun no vas a la primaria ¿Cierto?

A Louis lo habían alabado un montón de veces y él siempre daba una mirada altanera y sonreía pero esta vez no le nació y en cambio le agradeció al niño que seguía fascinado con su castillo.

- No, aun no. Mis amigos están en el kínder y yo iré este año, pero ellos ya van a primaria y tendré que ir solo ¿Por qué no dejaste que ellos jugaran con nosotros? Son muy divertidos - Explico Harry muy lentamente para después terminar y comenzar a mover sus manos sobre el balde, justo como Louis lo había hecho.

- Porque tú eres lindo - Respondió el mayor terminando de llenar otra vez el cubo.

Louis no sabía que era, pero cuando el niño de ojos verdes había preguntado si podía jugar con él no pudo negarse como todas las demás veces.

- ¡Lo logre! - Grito Harry mientras sostenía el recipiente sobre su cabeza y sonreía de una manera encantadora, mostrando unos preciosos hoyuelos - ¡Mira, Lou! Es casi igual al tuyo.

- Cierto, es casi igual al mío. Muy bien, Harold, para ser tu primera vez - Alabo, como pocas veces a su nuevo amigo sonriendo de una manera extensa y es que, Louis pudo sentir un montón de cosas en su estómago cuando vio como Harry sonreía y entonces recordó el nombre de ese sentimiento - ¡Mariposas! - Grito el niño mientras se ponía de pie, haciendo que Harry lo imitara.

Mariposas en el estomago |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora