Como de costumbre el joven Albafika estaba entrenando en su recinto, un lugar lleno de espejos de plata con detalles dorados ostentosos, mancuernas, pesas y muchas maquinas complejas construidas por Immannomm, para ejercitarse, Albafika, fuerte, recto, era el mejor amigo del príncipe Valk, noble, sincero, de buen corazón, lleno de ilusiones, sueños y anhelos, el pueblo Arisxbea los aclamaban demasiado, muy queridos por su pueblo, gobernaban con rectitud y justicia. Luchaban sus batallas, juntos y se apoyaban mutuamente.
Las cosas en Arisxbea eran placenteras el lugar perfecto para vivir esplendidos paisajes, aguas limpias sus ríos y lagos cristalinos el catillo se encontraba a unos kilómetros del pueblo siendo el lugar perfecto para vivir no existía la carencia en este lugar abundaba la comida y bebida, en el pueblo se estaban preparando para las festividades de invierno, que festejaban el aniversario de la reina. Con las primeras nevadas del reino todo se trasformaba. Por los poderes que tenía la reina el ver como congelaba el agua del lago era un espectáculo único y maravilloso que los aldeanos disfrutaban mucho.
Un día el pueblo era atacado Ashmed quien deseaba con todas sus fuerzas el domino del reino, Valk fue a defender a su pueblo pero era demasiado tarde para llamar a su hermano, decidió enfrentarlo solo con su ejército el cual era más que el ejército de su hermano, la batalla se tornó dura, cruel, agobiante a pesar que Valk vio a sus soldados uno por uno no dio ni un paso atrás. Pero Ashmed era súper poderoso e imparable el orbe de Valk no generaba ningún daño sobre él.
En los recintos el joven Astabus, el sirviente encargado de limpiarlos, noto la falta del príncipe Valk, llamo al príncipe Albafika. - Mi señor Albafika, príncipe no está y llevo consigo su orbe.
Albafika cerró los ojos se contactó con él, vio el campo de batalla, a su ejército devastado.
- Esto no puede ser verdad, ¿por qué enfrentarlo solo?, Iré en su ayuda, manda a mi ejército al campo de batalla, y asegúrate que gane esté en el frente.- Claro mi señor, confié en mí.
Destruyendo todo lo que se le atesaba Valk intentaba combatir con todas sus fuerzas a Ashmed, justo en el momento donde Ashmed lo daña gravemente, Helem su amada, quien era muy amorosa, noble, se preocupaba hasta por el más pequeño de los habitantes de Arisxbea, sintió este gran golpe y queda igual dañada, Valk alcanza a huir de esta batalla al castillo, Helem siendo más débil por la fuerza del daño que recibió quedo en un estado profundo casi a la muerte Astabus estaba ahí, leyendo el gran libro. Para ayudar al Sr. Valk.
- Mi señor resista, estará bien confié en mí, encontré la manera de salvarle.
– Astabus es demasiado tarde no mi señor, encontré la manera de protegerlo. Astabus toma el gran libro recita un conjuro– Calups himun necros rimincom, Un portal con una luz azul se abre detrás de Valk llevándolo atreves del él. Ashmed llego en el momento que Valk se fue, Ashmed decide destruir el viejo castillo de cristal junto con todo lo que hubiese dentro de él, haciendo creer que Valk ya hacia debajo de los escombros. Astabus es dañado en la conmoción haciéndolo olvidar. Ashmed igual creyéndolo muerto pero sin fuerzas las había agotado todo en esta batalla se retiró a su guarida en lo profundo del bosque de Maxrek más allá del reino de Arisxbea. Arax el viejo, sabio, conocedor, e Immannomm el creador, el lleno de sueños, artístico e innovador. Llegaron demasiado tarde al castillo de cristal, al igual que Albafika y Hele. Estaban subiendo las escaleras y ven desde la mitad de su camino como es que el castillo se derrumbaba lentamente. Llegaron a la sima,
Ya el castillo estaba destruido, los ventanales, que alguna vez formaron parte de él devastados, sus columnas de marfil destruidas, el hermoso pasillo principal, lleno de pinturas de la antigua Arisxbea tampoco existían y dejaron de sentir la esencia de Valk. Dándolo por muerto en ese lugar. Helem se soltó en un llanto inconsolable.
