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— Si serás maldito Nastu —dije para darle un golpe al flamitas, noté como la mirada de aquella chica peliazul estaba fijada en mi batalla, me molestaba su ojos que a pesar de ser oscuros mostraban sentimientos algo que yo nunca haría
— Natsu, Gray —se escuchó la voz de la mujer más fuerte del gremio muy enojada, en ese momento mi cuerpo se tenso igual que el de mi rival, ambos temerosos abrimos los ojos grandes para fijarnos en Titania — Ustedes dos aplastaron mi pastel —sus ojos se volvieron carmesí y el llamitas y yo salimos corriendo huyendo de ella.
Erza nos iba cayendo atrás por todo Magnolia, sin embargo a mi se me ocurrió la brillante idea de dejar que esta persiguiera solo a Natsu yo me iría por un callejón. Corrí a toda velocidad y doble en la siguiente esquina despistando tanto al peli chicle como a la de cabellos escarlata.
Me dirigía a mi habitación a descansar como de costumbre, pero algo me molestaba desde hace rato, me giré y vi como unos cabellos añiles se escondían detras de una pared, era ella de nuevo, la nueva. No le presté atención y seguí caminando por las calles llenas de gente esperando a que me perdiera de vista, pero fue inútil mi esfuerzo. Ella aun continuaba siguiéndome no me gustaba la forma en la que me miraba me hacía sentir raro, sin saber que hacer. Me detuve al frente de mi departamento y por fin me dispuse a plantarle cara al asunto.
— Podrías dejar de seguirme —dije en voz alta, me giré hacia la pared en la que estaba oculta sabía que estaba ahí — No vales que te ocultes solo dejame en paz, en eso regrese a la posición en la que estaba listo para subir las escaleras.
Ella no contestó será que estoy un poco paranoico o tal vez no tiene el valor de hablarme,
— ¡Agh! —grité frustrado, revolviendo mi cabellera tratando de pensar sin embargo fue inutil.
Me tiré en mi cama agotado y con un terrible dolor de cabeza, por alguna razón cada vez que cerraba mis parpados recordaba los ojos de esa chica, tan profundos y oscuros como el mar, a la vez tan llenos de vida aunque parezcan muertos; sin lugar a duda me molestaban, se lo diría mañana frente con frente, no me importa si es una nakama del gremio, nadie me ha causado nunca esa molestia.
Los rayos del sol entraban por la ventana levantándome de mi sueño eterno, ayer me había quedado dormido. Mi cuerpo no me respondía ya ha de ser por la pereza o las ganas de no ver a nadie ese día, pero estaba corto de dinero y tenía que ir al gremio aunque sea a por una misión.
Desganado me levanté de mi cama, me dirigía a tomar un baño y luego a desayunar en una cafetería no muy lejos de mi apartamento.
Era un día frío como me gustan, pero por suerte o desgracia sentía la misma sensación de siempre, unos ojos vigilandome, seguro que era la misma chica de siempre. En este día yo juro que le digo que me dejé en paz.
Me detube en seco cogiendo por unos callejones sin dejarle lugar para escaparse. Ella me vigilaba escondiéndose detrás de unas columnas, sonreí y fui rápido detrás de ella sin darle tiempo a reaccionar.