La Culpa

16 0 0
                                    


— Si no le disparas, los muertos hoy serán dos — dijo el comandante Moncho.
Tisón estaba apuntando con su fusil a Juancho, su compañero, las manos no dejaban de temblarle.
— Tienes un minuto para tomar tu decisión — recalcó el comandante y se fue.

Hacia tres meses que Tisón había entrado a la guerrilla, el comandante Moncho pasaba con su frente, que constaba de 22 hombres, regularmente por la finca de la familia. Su mamá junto con las 6 hermanas que se ocupaban de la cocina de la casa, les hacían el almuerzo y los atendían lo mejor que podían. Cuando la guerrilla pasaba por alguna finca, los campesinos estaban obligados a ayudarlos en lo que les pidieran o tendrían que sufrir las consecuencias. Hacia un año, una de las hijas de Tío Noe, Nancy, se había negado a regalarles 15 gallinas que le habían pedido para una celebración, alegando que no podrían recuperarlas y pasarían hambre si no podían vender los huevos que ponían. Le propuso que se llevaran 5 y les daría una canasta de huevos cada semana. Los guerrilleros se fueron sin decir palabra pero con un evidente enojo. A la semana paso el frente completo por la casa y el comandante Moncho saludó a Tío Noe, hizo formar a los hijos, que eran 4. Y le dio un tiro en la cabeza a Raúl, de apenas 14 años.

Tisón tenía 15 hermanos, vivían en una finca en tafetanes a 4 horas de Granada el pueblo más cercano y a unas 8 horas de Medellín. El trabajo en la finca era arduo, en la mañana su papa se levantaba antes de salir el sol y entonaba el Rosario. Todos los habitantes de la casa tenían que contestar o esperar la reprimenda que era generalmente una pela con una correa ancha de cuero que había comprado en la feria de ganado. Las mujeres se levantaban a la cocina para hacer los tragos para los 5 hermanos que aún quedaban en la casa y a los trabajadores que llegaban pasadas las 7 de la mañana. Los varones menores, iban a buscar las vacas, y las mujeres se encargaban de ordeñarlas y hacer el quesito. Ir a la finca desde Medellín era una completa aventura, tenía que coger bus de Medellín a Granada, en una travesía de 3 horas por carretera pavimentada. Luego debían tomar una escalera, que era un bus en el que los campesinos transportaban sus animales y cosechas. Tenía él accesos solo por el lado derecho del vehículo, no tenía puertas ni ventanas de vidrio, en la parte de atrás tenía una escalera para subir a la parrilla donde generalmente viajaban animales y carga. Luego de otra travesía de 3 horas más en escalera por carretera sin pavimentar, tenían que caminar 2 horas más desde la carretera a la finca. Era un territorio olvidado, no tenían servicios públicos, en la casa no había energía, por lo que se trabajaba con la luz del sol y las noches se alumbraban con velas y lámparas de petróleo, la cocina era de leña y estaba prendida desde antes que amaneciera hasta mucho después de esconderse el sol. El agua la tomaban de un nacimiento de alguna quebrada en la parte mas alta de la finca y la hacían bajar por mangueras rígidas que escondían en la tierra para evitar que los animales las separaran en su pasear por las tierras, cosa que era imposible, ya que al menos una vez a la semana tenían que ir a "coger el agua", que consistían en buscar donde había sido interrumpida la manguera y hacer la unión y reforzarla con cintas y más manguera.

La finca era grande, tenía unas 50 hectáreas,10 estaban sembradas de café, lo que constituía el principal sustento de la familia y el trabajo más arduo. También tenían ganado, por eso nunca les faltaban tres o cuatro vacas recién paridas, que eran usadas para ordeñar y ayudar a alimentar los 20 trabajadores que acudían diariamente, más los miembros de la familia. Las mujeres estaban dedicadas a la cocina y se encargaban de hacer tragos, desayuno, media mañana, almuerzo, algo y comida para el batallón de gente, aunque los tragos, el algo y la comida era solo para la familia, los trabajadores se iban a sus casas a eso de las 4 de la tarde.

La casa de la familia estaba construida con ladrillos sin revocar, en la entrada había una especie de porche con que daba acceso a la cocina, a la alcoba de los padres y a un salón grande que era donde dormían los hijos, que eran 6 mujeres y 5 hombres menores, los mayores habían salido a buscar fortuna en la cuidad, después de cumplir los 14 años. En la habitación de los hijos habían 4 camas dobles, por lo que tenían que compartirlas. Las mujeres dormían 3 en cada una, los hombres dormían juntos los 3 menores y los 2 mayores en otra. Todo el techo de la habitación de los hijos estaba ocupada por carros de café donde lo secaban al sol y lo guardaban en la noche para protegerlo de los animales. Frente al porche había un patio grande en un lado tenían el comedero para alimentar las vacas u ordeñarlas, a cada lado del comedero habían dos grandes palos de guayaba, que usaban los menores para construir sus fortalezas y castillos cuando no estaba el estricto don padre.

La CulpaWhere stories live. Discover now