Si me ves aquí de pie parado sobre estos escombros de concreto que invaden mi corazón es porque son los restos de una obra de arte bella y apasionada que no pudo ser valorada. Debajo de mis pies se encuentran los restos de quien era antes, de lo hermoso que era como ser humano y ahora me encuentro sobre mi yo derrumbado y destruido por la sociedad.
Es increíble como el corazón puede hacerse de acero en un par de meses e incluso días por un simple golpe de la persona que creías que te amaba y bueno... Que amabas. Nunca terminaré de entender lo complejo y que tan oscuro son los callejones del amor. Estoy harto de vivir en poli facetas con tal de aparentar estabilidad emocional para demostrar alguien que no soy ante los demás cuando quien en realidad me conoce es mi propia habitación, mi cama y mi almohada quienes me han visto sonreír de felicidad, llorar, enojarme, frustrarme y hasta conocer lo perverso y pervertido que puedo llegar a ser. Mi habitación solitaria donde no hay quien me juzgue ni me llene de perjuicios, el lugar que nunca está en mi mente pero la cual todos los días me regocija de tranquilidad cuando estoy en ella.
Me canse de portarme bien, me canse de ser un ejemplo a seguir... Simplemente me canse de ser el sumiso al que todos pisoteaban y peor aún... Yo lo permitía para no herir a quien me hería a mí.
Si me vez parado frente a ti con la cara en alto recuerda que ya caí mil veces y tropecé mil más, recuerda que ya sufrí lo suficiente que lo que piensen o hablen de mi se convertirá en carne para alimentar mi ego que día con día crece más. Si me ves parado frente a ti... Recuerda que en el fondo sigo siendo el niño frágil al que fácil pueden volver a pisotear pero que ahora se ha creado una armadura impenetrable que sólo puede ser atravesada por quien sepa averiguar mi peculiar forma de amar.
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La ventana del autobús.
RandomPequeños momentos de inspiración plasmados en pequeños textos. No se escribirán ni se subirán en fechas establecidas ya que mi imaginación no funciona bajo presión, sólo se harán esporádicamente cuando los sentimientos le ganen a la razón.