Parte unica

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Había sido un día largo y pesado de trabajo, lo único que deseaba en ese momento era tocar su cama y dormir plácidamente como una pluma.

Dazai no llegaría esa noche, lo tenía entendido desde la mañana que apareció cierto rubio con anteojo a sacarlo del hogar desde el cuello de la camisa que utilizaba como pijama en ese momento, diciendo que tenía una semana holgazaneando en la oficina sin mover un solo dedo para trabajar. Conocía a Dazai y, sabía que a ese pobre hombre solo le faltaba un poco para que acabara con su paciencia y lo colgara de una viga como tanto deseaba.

En fin, que mas le podia hacer mas que desearle suerte a ese hombre.

Eran más o menos, si su instinto no le fallaba, las 11:00 de la noche casi 12:00, había terminado el trabajo bastante rápido a decir verdad. Las calles estaban casi deshabitadas de gente, las luces de las casas estaban por apagarse completamente y solo se escuchaban a los animales callejeros buscar comida en los botes de basura y pelear por un trozo de carne, aunque aquel ruido entre animales no era normal. Técnicamente ningun ruido de animal peleando era normal, mucho menos si era una pelea de gatos.

Chuuya paró su caminar, esperó a que aquel chillido se escuchara de nuevo para creer que su imaginación no le estaba jugando una broma pesada o si solo había sido un gato maullar como de costumbre.

Allí estaba de nuevo, sin dudarlo siquiera un poco como se esperaba de un auténtico mafioso, entró a aquel callejón oscuro que solo era iluminado por la luna que estaba en el cielo y observo con detenimiento aquella escena.

Más de cinco gatos que parecian ya ser viejo por el tamaño y peso que tenían estaban rodeando a uno pequeño que tenía en su hocico un pedazo de lo antes podía ser una sardina que estaba en alguna bolsa de basura. El pequeño gatito estaba herido de uno de sus ojos, el derecho para ser exactos, estaba cerrado y encima del párpado había lo que parecía un rasguño que todavía no había cicatrizado; era reciente. La patita derecha frontal también la tenía herida y alguna partes sin pelo que lo protegiera.

Esa era la ley de la naturaleza, el más fuerte vive y el más débil muere, pero eso no era justo; eran cinco viejos contra un minino. Todo acabó cuando aquel ojo azul lo miró a los ojos, pidiéndole que lo ayudara a salir de esa situación, que no podía ganar esa batalla por sí solo para poder sobrevivir. El pelirrojo estaba dispuesto a dar media vuelta y dirigirse a su casa para descansar, pero aquello fue como una alarma para su cerebro.

Uno de los gatos viejos se acercó al gatito y rasguño la parte de la patita herida que no tenía pelo, dejando que saliera sangre de la reciente herida y cayera hacia un lado por la falta de equilibrio que ahora tenía. Solo un movimiento de su mano enguantada hizo que todos los gatos salieron volando alrededor, no se preocupo; todos lo gatos caen de pie. Se acercó cuidadosamente a aquel gatito para poder tomarlo entre sus manos.

El gatito parecía desconfiar, ya que con cada paso que daba Chuuya este daba uno hacia atrás hasta que quedó acorralado contra la pared de cemento.

-No te voy a hacer daño, pequeño.- Estaba dispuesto a llevarlo a su casa para poder curar sus heridas y después dejarlo ser libre como debía ser. El animal parecía entenderle, aún dudoso, se acercó lentamente a la palma que estaba extendiendo el pelirrojo para empezar a restregarse en ella y empezar a ronronear. Hacía mucho que no hacia eso, y se sentía bien.

Chuuya lo cargo con cuidado y lo dejó sobre su palma, era pequeño... Era pequeña, resultó ser una gatita.

Decidido, Chuuya la llevo al apartamento que compartía con su pareja, no había ningún problema, solo seria hasta que cicatrizaran sus heridas. Buscó vendas en uno de los cajones de Dazai y una botella de alcohol del botiquín del baño.

Lo que menos esperas sucedera (Bungou Stray Dogs - Soukoku) One-shotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora