Capítulo 1

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El cruel silencio de las gotas de lluvia golpeando la ventana de una habitación, fue interrumpido por fumador de veinte años que acababa de llegar a su departamento, a la salida de su trabajo. Dejo sus libros y comida sobre la mesa mientras se dirigía sin apuro a la ventana para poder admirar al ave nocturna antes de dormir, como siempre lo hacia. Era extraño pero su ave cantora aún no estaba en casa.
Era un hábito sentarse en la ventana, encender un cigarrillo junto a unas velas y tomar un vaso de escocés en las rocas al oír tal majestuoso concierto, era un deleite para sus ojos y oídos.
Usualmente, siempre a la misma hora aparecía para su debut, pero hoy estaba tardando más de lo usual, lo cual preocupaba al solitario bebedor. Decidió esperarlo tomando un libro de lectura ligera "El Sonido del amor" en lo que esperaba a su musa... Pero, otra cosa capto su atención, Vio aquel instrumento que había adquirido por óseo con una chispa en los ojos, realmente deseaba hacerlo bien esta vez.
Dejo el libro de lado para tomar la guitarra heredada por parte de su padre, el le había enseñado la composición de esa guitarra desde pequeño, era lo único que tenían en común.
Pudo sentir cada curva del cuerpo de tal bella pieza al rozar las yemas de sus dedos para acariciarla para quitarle el polvo.
Puso sutil atención a la vibración del instrumento desnudo antes de hacerlo sonar por sus caricias mientras lo afinaba.
Lo conectó con cuidado a un parlante y descargo parte de su frustración embistiendo con suavidad las cuerdas con sus manos, mientras suspiraba por el placer que le provocaba ese sonido tan indecoroso subiendo el volumen de a poco, no quería que los vecinos escucharán tales sonidos aún un poco desafinados...
Veía al cigarrillo consumirse por ese sonido tan indecente en la noche y al vaso de alcohol sudar por calentarse de esa manera. Respiro profundo, y comenzó...

..."Mi querido hijo, Magno! Sabes, Trato a esta hermosa y gloriosa guitarra como trato a mis amantes"
Qué palabras tan desagradablemente ciertas.

-Magno.... Un nombre curioso para alguien como yo- le susurro al viento con una voz ronca y rasgada a causa de los cigarrillos que tanto amaba.

Dejo la ventana abierta para que el cielo pudiera oírlo, esta vez, seria el quién le dedicará una canción a su amado junto al viento y el coro de la lluvia. Aunque el no pudiera oírlo, aunque su voz no tubería el encanto adecuado, podía comunicar aquel deje de tristeza en su melodía, igual que su amado lo hacia.

Te peinas cada noche en el espejo, 
y tu cabello cae, suavemente entre tu pecho. 
En un minuto vas a recostarte
y aquél sutil detalle rodará por tu mejilla. 

Sé que estás sufriendo, nuevamente. 
Siempre te observo. 

Te pienso cada noche en el espejo, 
y tu cabello cae, suavemente entre mis dedos. 
No necesito saber tu pasado, 
para abrazar tus miedos y cuidarte para siempre. 

Te peinas cada noche en el espejo, 
y tu cabello cae, suavemente entre tus pecho. 
No necesito saber tu pasado, 
para cuidar tus miedos y abrazarte para siempre.

Sé que estás sufriendo, nuevamente. 
Siempre te observo, desde mi ventana. 

Hoy, voy a tomar una hebra de tu amor. 
No me preguntes. 
Déjame entrar en tu templo ¡Por favor! 
Que me muero. 
Voy a tomar esa fibra de tu amor. 
No me arrepiento. 
Déjame entrar en tu templo ¡Por favor! 
Que me muero en vida. 

Hoy, voy a tomar una hebra de tu amor. 
No me preguntes. 
Déjame entrar en tu templo ¡Por favor! 
Que me muero. 
Voy a tomar esa fibra de tu amor. 
No me arrepiento. 
Déjame entrar en tu templo ¡Por favor! 
Que me muero en vida. 

Hoy, voy a tomar una hebra de tu amor. 
No me preguntes. 
Déjame entrar en tu templo ¡Por favor! 
Que me muero. 
Voy a tomar esa fibra de tu amor. 
No me arrepiento. 
Déjame entrar en tu templo ¡Por favor! 
Que me muero en vida.

Con la misma melodía espero una, dos, tres y cuatro horas cuando por fin apareció...
Se detuvo al instante al poder verlo, pero quedo paralizado por completo al ver que estaba haciendo aquella alma.
El cabello dorado del contrario caía casi tocando sus rodillas, mientras sus suaves manos se deslizaban por la superficie húmeda del marco de la ventana, la suave brisa hacia volar la tela del vestido blanco que llevaba mientras las gotas de agua lo volvían traslúcido.
Miro hacia arriba contemplando una vez más el cielo que jamás volvería a observar...
Cerro sus ojos para no volverlos a abrir y se digno a dar un paso... a el final.
Magno, paralizado por aquella imagen, podía ver las lágrimas y el cabello fluyendo en la brisa que solía acompañar la melodía...
Y el tiempo... Se detuvo.

M- Detente!- grito el fumador con la esperanza de que no lo hiciera.

Su apariencia mal trazada y el rastro en sus ojos de no haber dormido, solía dar una mala impresión en las personas.
Pero aquel chico lo miro con un río de lágrimas cayendo por su rostro.

M-....No lo hagas, eso no resolverá nada...!- Era la primera vez que cruzaba palabra con alguien, no sabia si esto resultaría.
-....Yo... iré para allá, no hagas nada imprudente...ok?-

Solo se oía el sonido de la lluvia cayendo mientras el corría pensando en el contrario, olvidando ponerle seguro a la puerta de su apartamento, olvidando la lluvia, olvidando que estaba en boxers, olvidando que no sabia en que piso vivía esa persona y chocando con la cruda realidad de que la puerta del edificio contrario estaba cerrada y nadie le abriría. Lo pensó por unos segundos hasta sentir como se congelaba el trasero por el frio y optó por lo que hacían las niñas exploradoras para vender sus galletas, tocar todos porteros al mismo tiempo, con suerte algún despistado le abriría sin preguntar quien era...
Logró su cometido luego de que quince personas lo insultaran por molestar a las 3 de la madrugada, aun así... sentía su objetivo lejos, lo único que sabía era que ese chico se encontraba en el quinto piso, no podía estar tocando puerta por puerta porque de seguro alguien llamaría a la policía para sacarlo a patadas o meterlo a la cárcel por indecencia pública eh invadir propiedad privada.
Después de todo, el pobre Magno parecía un vagabundo mojado en ropa interior, que venia a robar o asaltar a alguien.
Camino por el pasillo del quinto piso tratando de hacer un cálculo en la distancia de su apartamento, se sorprendió al ver una puerta abierta. Se acerco a esta y dio aviso de que entraría mientras sólo deseaba que fuera el lugar correcto. Escucho un ligero sollozo que se intensificó a medida que se acercaba, aquel joven estaba allí.
Su mirada tan vacía y sus lágrimas en desespero, hablaban por si solas, al notar la presencia de Magno corrió a sus brazos, como un niño hacia su padre...
...El, solo quería consuelo.

El ave y la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora