Capitulo 4

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El cielo es oscuro, se aproxima una tormenta. La soledad de la habitación me hace recordarte, ¡Diablos Olivia! Todo me hace recordarte, aún puedo percibir la loción que usabas, tengo que confesarte que escuchó tu risa de vez en cuando, tus pasos acercándose, tu mirada observándome, diciendo cuanto me aman, tus suaves manos tomando las mías, tu tacto cálido y suave... Te amé Olivia, sí que lo hice, no sé si esto aún es amor, pero me perturba y me duele, me hiere, tal vez es tu recuerdo o el hecho de que no he sido capaz de soltarte de la misma manera en la que tú lo hiciste.

Me levanto de la silla y me dirijo al baño, puedo imaginarme tu silueta frente a mí, la memorice tan bien que puedo contar las pecas de tu cuerpo, te diriges al baño me llamas, me incitas... sonrió, porque eres tan completa y perfecta, un ser de luz que llegó a iluminar este desolado rincón.

El agua recorre mi cara, me miro al espejo, desearía que estuvieras aquí, detrás de mi abrazándome y diciendo cuánto me amas, susurrando que me prepararías para el almuerzo, a donde iríamos el fin de semana, o tal vez ... solo tal vez... diciendo como sería nuestra boda, el lugar al cual iríamos de luna de miel, tu voz sería una emoción completa describiendo el vestido, el lugar, las personas o aún mejor tus ojos serían un destello de amor al mirar el anillo decorando tu dedo.

Nunca te lo confesé, pero quería ser padre, o mejor dicho que fuéramos padres, una linda princesa tan hermosa como su madre, la misma sonrisa y la misma mirada, igual de tierna y dulce o un bello capitán igual de fugaz y aventurero, lleno de energía y valor, hubiese sido el mejor regalo del mundo, pero me robaste la oportunidad.

Nunca te lo confesé, pero aún conservo el anillo, sé que es estúpido, pero no es fácil arrancar un recuerdo que te trae tan bellos momentos, a ser sincero no sé cómo lo hiciste, pero de cierta manera te admiro, porque yo no lo he podido hacer.

La alarma me hace brincar, me recuerda que soy un hombre maduro y tengo responsabilidades.

Hoy tengo que presentarme en la empresa, mis días de suspensión ya terminaron, anheló ver a Luci y espero que haya mejorado, una imagen fugaz de una mujer hermosa toca mi mente.

La pequeña Raquel no me contestó las llamadas del otro día he de suponer que aún está enfadada conmigo, pensé en buscarla al día siguiente, pero me desanime, no sé si estoy preparado para verla de nuevo, esa mujer es como un dolor de cabeza, me confunde, me irrita, es jodidamente desesperante.

La entrada al imperioso edificio es monumental, la compañía de Sebastián es tan vehemente como el dueño, pensar que un solo hombre construyo este imperio es asombroso, aunque solo llevo tres años aquí puedo dar fe del gran hombre que es Sebastián, he de agregar que un muy buen amigo y excelente persona, no me sorprende que Luci este enamorada de él, ella es una mujer estupenda, Lucinda es excepcional, quisiera describir exactamente como es ella, pero no existen palabras, Luci es Bondad y coraje, magia, humildad, un millón de cursilerías mas. Tengo que confesar que en cierto momento la vi como algo más, pero todo eso se desvaneció cuando conocí a Raquel, también me entere de su relación íntima con Sebastián, así que solamente se convirtió en una amistad, y me alegra que así haya sido, no me imagino una relación con Lucí.

Toco la puerta de la oficina de Luci y nadie atiente, me extraña, ella siempre es muy puntual así que me tomo el atrevimiento de abrir la puerta, esta vacío y no solamente vacío, pareciera que hace semanas alguien no se acerca aquí.

—Sabes si Luci ha salido de vacaciones, o en donde se encuentra—pregunto a una mujer que he visto antes, pero desconozco su nombre.

—No deberías saberlo tú, acaso no eres su amigo- contesta con desinterés y hace un gesto de obviedad con su rostro. —Hace días no viene a la oficina- finalizo.

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⏰ Última actualización: Jul 08, 2019 ⏰

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