El auto viajaba a exceso de velocidad por la carretera de San Martín; estaba saliendo de los límites de la ciudad de Milán hacia Venecia. Los neumáticos cromados brillaban como una moneda de oro girando sobre la mesa de una taberna; el sonido del motor era similar al berrido de un toro. En definitiva, ese sonido hacía honor a la estatuilla con un toro plata en el borde frontal del capo color rojo. Para cualquier conocedor de esta época, era un deleite poder escuchar el motor de ese auto, pues parecía que con la fuerza que tenía aquel motor, no había una fuerza que pudiera detenerlo. Al menos, hasta que Dios lo intentase.
El conductor y su acompañante lanzaban risas estruendosas, luciendo triunfantes como la antigua imagen de los fugitivos Bonnie y Clyde; a su misma usanza, comenzaron a besarse, las bocas se entrelazaron al igual que sus lenguas, los chasquidos de la saliva eran inaudibles debido al ronroneo del Espada. El impaciente conductor metió su mano derecha entre las piernas de la mujer, haciendo a un lado la delgada tela de su pantimedia, el hombro tocó su parte íntima y la hizo gemir en un tono apenas audible; pareciera que conforme más excitado se volvía, la velocidad del auto aumentaba, en su mente tan solo se cruzaba la idea de tener que llegar a Venecia antes del anochecer, pero con un demonio, estaba realmente impaciente por poder follarse a su amante que no quiso detenerse sobre la guarnición de la carretera y consumar el acto como cualquier persona normal lo haría.
Su mente estaba tan pérdida en las expresiones que la fémina realizaba debido a las estimulaciones, que el conductor fue incapaz de prestar atención al camino y darse cuenta de la curva a la que estaba a punto de entrar.
En pocos segundos todo se volvió tinieblas, un estruendosa colisión los hizo reaccionar, aunque lamentablemente muy tarde. el conductor no pudo hacer más que intentar controlar el volante del auto, sin embargo, , la velocidad a la que los neumáticos giraban no sería posible detenerla con los frenos, se fueron directo hacia una cerca metálica que delimitaba la carretera. Los neumáticos patinaron en la tierra enfangada, enseguida, el auto se volcó en más de 180 grados, una tras otra vez.
De pronto y casi en un parpadeo, la joven mujer rubia golpeó su cabeza contra el techo, algunos cristales le rompieron los bellos pómulos, ambos brazos fueron rotos y sus piernas se prensaron entre el capo y el asiento. Para el hombre habría sido un poco mejor, si tan solo la explosión de la bolsa de aire lo hubiera hecho ahogarse y morir dignamente momentos antes, sin embargo, las piezas de vidrio que salpicaron de los lados y frente, incrustándosele en su rostro como miles de flechas en una diana. Un perno de hierro que sostenía la almohadilla del asiento, le atravesó el pecho, haciendo que su corazón saliera disparado de su cuerpo a través del cristal frontal del auto, cayendo metros adelante. Los borbotones de sangre mancharon el tablero y vestiduras blancas del auto.
Enseguida, del motor comenzó a salir un espeso humo, el impacto con la valla de contención había hecho que el auto se detuviera por completo, pues con las volcaduras había quedado inservible, igual que la vida de las personas a bordo.
El teléfono sonaba por segunda vez en la oficina; alguien atendió inmediatamente.
—Agencia de Limpieza de Piero, habla Daemon. — Respondió el hombre con un tono somnoliento y algo perezoso.
Dio una profunda inhalación a su cigarro, consumiéndolo por completo, dejando que el humo entrase en su sistema, acto seguido, arrojo la colilla del cigarrillo al suelo.
Enseguida el ceño en su rostro cambió, estuvo a punto de ahogarse con el humo del tabaco, sus fosas nasales al igual que su boca exhalaron un denso humo grisáceo, tan rápido como pudo, tomó un pedazo de papel y un bolígrafo. Escribió en el lo que parecía una dirección, enseguida colgó agradeciendo por el reporte. Al colgar la llamada, Daemon agitó un poco el papel hacia dos de sus compañeros, ellos sonrieron ligeramente y se pusieron de pie frente a sus escritorios, arrojando cada uno un cigarrillo por igual.
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Saint Seiya: Nekromantic
ФанфикDaemon es un perturbado empleado de la morgue que se apodera de cuerpos de víctimas de accidentes de tráfico, robando sus ojos, pies y dedos para llevárselos a su "adorada" novia Erda, otra enferma necrófila que apoya a que Daemon los almacene cuida...