Primer encuentro

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Sobre febrero de 2016, regrese a casa de mis padres, a una habitación que nunca fue mía, sumida en un caos de polvo y tiempo, de olor rancio y húmedo, como mostraba una mancha de humedad en el techo, que permitía que una buena cantidad de agua, se colara en mi vida los días de lluvia.
Cuantas veces me acompaño, ese tintineo ensordecedor en mis noches, en ocasiones tan abundante que me imaginaba, contemplando cataratas. En ocasiones me arrepiento de haberlo arreglado, desde entonces me quedó un rato más escuchando y mirando el agua en la ducha. Uno nunca sabe cuando cruzamos la Línea que separa locura y realidad, pero vivimos y nos adaptamos a todo. Por qué para que lo vamos a negar, tenemos que soportarnos a nosotros mismos, toda la vida.
Poco a poco fui organizado ese caos, con uno aún mucho mayor, aunque intentaba aparentar que todo iba bien, las horas pasaban lentas tras un golpe de puerta, y mi mundo tenebroso no hacía más, que recordarme, lo mediocre y miserable que era.
Prepare mi mesa de estudio, todo el material necesario, pero nunca compré una silla, tal vez yo, era consciente en la propia inconsciencia, de que para que, si ya lo había abandonado antes de comenzar. Pero aún así lo preparé todo. Bien decorado todo correctamente ataviado, para observarlo con orgullo desde la distancia más grande que mi mundo me permitía, dos metros desde la cama, y aún así se veía tan lejano. Que solo me acercaba a la mesa para añadir un detalle más o limpiarla.
Cuantos días dije, mañana comienzo, pero nunca fue así.
Una tarde tras unas compras, donde adquirí un pequeño espejo, que deposite en mi mesa de estudios. Lo observé varias veces, eres gilipollas, pensé, para que coño quieres un espejo ahí, pero por el momento decidí dejarlo allí.
No recuerdo, por que una tarde, me sentía tan inspirado que baje al salón y tras agarrar una silla subí decidido, todo está en su línea, ese era el punto de inflexión, que necesitaba.
Lo preparé todo cuidadosamente y cuando todo estaba listo, me senté en la cama, apagué la luz, y encendí un cigarro.
Solo se veía un poco mi rostro en el pequeño espejo, calada tras calada. Finalmente apague el cigarro y me recosté en la cama, jugué un rato con la oscuridad, buscando el espejo en la mesa, pero en la más absoluta y tenebrosa oscuridad, no pude hallarlo.
Aunque para mi pareció una semana, no dormí más de cuarenta minutos, no tendría sueño o tal vez fuera, esa lluvia personal que tenía en mi habitación.
Cuando quise levantarme, metí uno de mis pies en el balde de plástico, repleto de agua, eso sí que me despertó. Cuando me quise dar cuenta estaba, sentado en la cama con los dos píes metidos en el agua. Buscando absorto de nuevo aquel espejo.
Mis ganas de orinar me sacaron del letargo mental que tenía en ese momento. Nunca recordé en que cojones pensaba, cuando me ocurrían estos lapsos mentales, solo me decía, si alguien me viera así y me reía de mi mismo.
Tanto que en ocasiones acababa llorando ante la evidencia de mi soledad y desafortunado estado.
Cómo tantas otras cosas que comencé y no acabé, intenté aprender Chino, que interesante, un idioma exótico, incomprensible, pero que sería el objetivo de mi dominio.
Nada era imposible para mi, rememoraba mis grandes gestas incompletas, como aquella vez que quise aprender a tocar la guitarra que lleva 16 años en su funda.
Infle mi pecho, era el gallo del mi corral, nada se me resistía, mi ego era más grande que la gran muralla, que coño era eso del Chino, pan comido para mi.
Busque uno y mil temarios, cursos, diccionarios, algunos textos de inicio, algunos con la traducción en inglés.
Bueno mi inglés es perfecto, como el de un nativo de la afueras del Reino Unido, tal vez uno de Gibraltar, tal vez un gilipollas con mala pronunciación, que no le importaba hacer el ridículo, pero aún así, comencé con el Chino.
Que maravilla, parecía tan fácil antes de levantar la tapa del primer libro, así fue como tras abrirla, decidí buscar ayuda, no por que me hiciera falta, no necesito ayuda de nadie.
Pero si quería buscar una segunda opinión, cogí mi teléfono dispuesto a buscar a gente inteligente que me ayudaran a comenzar.
Mis dos mejores amigos, me aconsejaron bien, wikipedia me explico algo sobre los tonos de pronunciación, y google, que es más sincero me mostró algunos vídeos sobre la gramática y la expresión, pero como cualquier ser humano, no seguí los consejos de mis amigos. ¿Quien lo hace? Puff...
Después de meditar un rato, más o menos una semana, donde no hacía nada salvo fumar y dormir.
Utilice la lógica, real y aplastante, que un ser supremo como yo, suele tener casi siempre.
Si quieres aprender Chino, pregúntale a un Chino. Que grande soy, ni yo me lo creo.
Tras volver a hablar con mis colegas, encontré una app muy divertida, "Hello Talk", es una llave maestra a la cultura y el idioma Chino.
Comencé comprendiendo que esto se trataba de intercambio de información, pero como como nada para mi es imposible, me hice profesor de español a tiempo completo, horas y horas corrigiendo textos, tesis, leyendo para practicar el oral, todo un maestro, que aprobó la secundaria con mucha más ayuda y algo de trampa que me facilitó el sistema educativo español. Pero como soy nativo podía disimularlo bien.
Hasta que un día después de dos años, entregando mi tiempo para que otros aprobaran, me di cuenta que mi español, mi inglés, habían mejorado, y también había aprendido algo de Chino.
Que bien solo he tardado 38 años en darme cuenta que si estudias aprendes. Pero mi ego siempre por encima, me mostraba que tenía razón y que los demás, solo tenían la suerte que no merecían.
Así que volví a decidir que al día siguiente...

El chico del espejo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora