13. SALIDAS TRASERAS PARA HOMBRES DÉBILES

758 161 18
                                    

Y llegué a mi casa tras una eternidad y media, cerré la puerta, me desnudé inmediatamente y me acurruque a llorar, me quedé dormido ahí, frente a la entrada.

Me levanté y vi la hora 12:22am, me dirigí a tomar una ducha.

Mi piel muerta no caía presa de la gélida agua de la madrugada. Piel muerta, cubriendo un cuerpo muerto de un sujeto muerto. Incesantes gotas se clavaban en mí sin pena alguna, ya no había cuerpo que purificar, ya no había nada que sanar.

Lo muerto, muerto está.

Hombre sin motivación es bestia, bestia era. No me encargaría más de satisfacer mis instintos, cumpliría mi último deseo, me encargaría de recibir placer por última vez. No más dolor, no más angustia, no me sentiría más como un completo imbécil, no estaría más en el lugar equivocado, no seguiría siendo parte de nada.

Salir, por fin. Descansar de la vida, alejarme de los pesares. Del desastre que yo era. No le volvería a fallar a nadie más, ni a Beatriz, ni a mi hermana, ni a mi madre, ni a mí mismo. Un último deseo, un último salto.

No era justo tapar al sol usándote, no era justo no ver el desastre de persona que era por tenerte a mi lado, siempre fui un desastre, fui un desastre estando contigo y soy un desastre sin ti. No te culparé de mi mala suerte, de mi mala vida. No olvidaré los días felices, las sonrisas, las salidas agarrados de la mano. Te convertiste en la chica con la sonrisa más hermosa, en la mejor escritora del mundo, la que me brindaba un nivel de alegría y regocijo que me era simplemente indescriptible. Me gustó verte y me gustó besarte, me gustó abrazarte y me gustó oírte hablar desde las cosas más mundanas hasta las cosas más complejas.

¡Heme acá! Hombre débil rendido ante el mundo, hombre muerto víctima de sí mismo. Hombre tomando la salida fácil, ansioso de huir de aquella maldición que los demás llamaban vida. ¿El regalo más precioso? Era mi carga, mi calvario, mi cruz. El peso sobre mis hombros que me consumía sobre mí mismo. ¡No le pido a nadie que me perdoné! Este es mi último deseo, morir como viví, como una fría figura que no significó nada para nadie, como una figura cuya ausencia u presencia no tiene valor alguno. Cenizas que se esfuman con el aire, cenizas de lo que una vez fue un algo, y ahora es un nada.

Empezó a llover, no eran lágrimas de Dios precisamente, no eran lágrimas de nadie.

Mirando el vacío, mirando hacia abajo y con mis pies colgando. Estaba arriba, cerca de las nubes, de las estrellas, de la luna, pero nunca estuve tan lejos. Miraba hacia abajo esperando que mis problemas se vieran pequeños, pero ni desde acá puedo escapar de ellos.

¡Abridme la puerta, estrellas! Caí y caí, esperando levantarme más fuerte, mierda. Los golpes no hacían nada más que acumularse, el dolor no hacía nada más que atormentarme. Estaba allá arriba, tenso, nervioso, mis piernas me temblaban, mis brazos me temblaban. Ansioso por lo que venía, fin de tormentos, de dolor. Ya no hay marcha atrás, acá se detiene el reloj para mí. Todas las chispas finalmente han prendido la mecha que detonó la bomba.

Dios no creyó en mí y no creeré en él. No espero ir a un infierno o un paraíso, no creo en algo después de la muerte. Solamente deseo dejar de existir, no ser parte de un ciclo sinfín, quiero y anhelo que esto acabé, porque yo no puedo, no puedo.

No me imagino viviendo más, no me voy a resignar a seguir viviendo esta vida, estoy cansado, harto. Beatriz, mi hermana, la sociedad, mis padres...

Mi vida es mía y no puedo seguir tomando decisiones en base a lo que ellos hubieran querido, no puedo seguir viviendo esta pesadilla. Caí mil veces, veces que no hicieron más que sumarse. Busqué abrazos y recibí codazos, busqué besos y conseguí cachetadas, busqué amor y, cuando creí finalmente encontrarlo, se fue... ¡Desastre que soy!

¡Pues sabes que, Señor? ¡Púdrete! Espero que ruegues por mí perdón, que llores por mí ausencia como yo lloré por la tuya. ¡Bendita luna! ¡Bendita perra! ¡Rogué por ti, pidiéndote clemencia día y noche! Beatriz, te amo. Y no espero que, por el momento eso cambie.

No quiero flores en mi tumba.

Mis últimas palabras se las dedico a mi hermana, quien al menos no tuvo la desdicha de ver a su hermano convertido en un fracasado.

Adiós mundo, adiós vida. Hoy he decidido saltar.

Nota de Suicidio [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora