la era polar

I

El resplandor de los LED tiñe de rojo mi habitación, como todas las noches. Giro mi cabeza y el reloj digital marca las 2:31 am presiento que será otra noche en vela, los últimos años ya empecé a notar la monotonía de los días a pesar de mi corta edad, me es tediosa la felicidad falsa de mis compañeros, si es que se les puede llamar así. Los antidepresivos que nos suministran a la larga te cambian, siempre me dicen que la nueva realidad que generan es gratificante, yo les respondo que prefiero mi propia realidad mientras tiro las pastillas por el ducto de desechos.

Decido levantarme, y me dirijo a la ventana de apenas 50x50 centímetros, en verano la luz de la luna penetra toda la noche en los 3x4m de mi habitación, pero a estas fechas solo puedo atisbar manchas blancas teñidas de gris por la oscuridad de la noche, de por si en verano contamos con 7 hs de luz solar, en invierno que dura mas de la mitad del año solo contamos con 4hs.

Doy media vuelta y me dirijo al placar el cual apunta hacia la ventana, tomo mi buzo azul de lana y me dirijo a la puerta.

La oscuridad inunda el pasillo, hasta que se enciende emitiendo un pequeño haz de luz una de las luces auxiliares de noche, me dirijo al norte por el pasillo hasta llegar a la sala común, la cual comunica con todo el complejo, esta sala es circular de unos 10 metros de diámetro con una mesa redonda en el centro tan grande para que se sienten aproximadamente 20 personas, la sala alrededor posee una escalera en cada lado siguiendo el recorrido circular de las paredes para subir al siguiente piso. Trato de no hacer ruido al subir por las escaleras metálicas si Eddie que hoy le toco la guardia porque yo mentí que estaba resfriado y necesitaba descansar me descubre fuera de mi habitación recibiré otro reproche y me mandaran a trabajar un mes de vuelta en la zona de cultivo, la cual no me podría quejar ya que es una cúpula de vidrio con una hermosa vista y bastante cálida, pero ya tengo mi rol de trabajo asignado a la noche como guardia y no es del todo agradable también tener que trabajar a la mañana, además de no ser un trabajo apto para mi debido a mis complicaciones.

Llego al segundo piso en el cual se pierde ese toque frio de metal y entro en una sala de descanso la cual tiene un piso de madera de roble con una gran alfombra de un celeste vagamente claro, las paredes están recubiertas por lajas de piedra y a la altura de un metro comienza un machinare con barniz rojo, apuntando al norte hay un enorme ventanal desde el cual se aprecia la cúpula de cultivo y a lo lejos se ven un par de estructuras que el viejo Henry siempre nos cuenta a los más jóvenes que son los últimos pisos de rascacielos, según él, allí vivían las personas antes de nuestra era polar y eran tan altos que tocaban los cielos, yo no le creo, parecen bastante pequeños desde aquí y más allá se ven unas cordilleras de montañas mucho mas elevadas. A pesar de eso se ve que el congelamiento los preservo bastante bien y juraría que en algunos días de verano cuando la visibilidad es mejor he llegado a ver luces.

Me doy cuenta de que la chimenea de piedra en la esquina al lado del ventanal sigue encendida y hay un curioso olor a café en el ambiente, de pronto una voz muy cálida me hace sobresaltar desde un rincón.

- ¿Qué haces despierto Noah, quieres que te mande a trabajar doble turno como el mes pasado? - Era Lina, nuestra supervisora.

- ¿Quieres que yo te delate de las cervezas que robaste del sótano? - . Su rostro de ambigüedad cambio a uno de seriedad, una frase como esa dicha a alguien de su jerarquía implicaría un castigo muy cebero, veo que toma algo de la barra que esta a su lado en la oscuridad y se acerca hacia mí, cuando los pocos rayos de luz de la chimenea iluminan su rostro puedo apreciar su rostro ovalado, una nariz griega perfecta con unas pequeñísimas pecas que solo alguien que este muy cerca puede llegar a notar, se había cortado el pelo a la altura de la nuca, pude notar que lo hizo desesperadamente por un cambio ya que este no poseía su rubio brillante de toda la vida, más bien era un castaño claro y sus ojos azules no transmitían la calma y a la vez dedición de siempre.