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A cerca de las seis y media de la tarde Lis se detuvo frente a la gran puerta de cristal de la bolera y miró en torno antes de introducirse en el interior. Durante su camino había tenido la sensación de que alguien la seguía, pero por más que buscaba a algún acosador no podía descubrir a nadie observándola. Decidió entrar con lentitud y caminar por el pasillo hasta llegar al mostrador donde pediría su número de pie y un ticket para empezar el juego. Por suerte, no había tanta gente en las pistas, sin embargo estas personas centraron la mirada en ella por un momento mientras que hablaban formando un grupo, Lis las miró disimuladamente y cogió aire.

Seguidamente, introdució sus dedos en la bola de uretano y se acercó a la pista, cerró los ojos lentamente y se concentró en su agitada respiración. Al poco momento lanzó la bola con suavidad y esta rodó por el suelo hasta derribar todos y cada uno de los bolos. Sonrió al instante y dejó salir de su interior toda la frustración que se le había formado durante la discusión con sus padres. Se giró y cogió otra bola más para volver a lanzarla, el círculo de jovenes que estaban situados a unos metros de ella comenzaron a sonreír por el perfecto lanzamiento de la chica. Se sintió orgullosa de que por primera vez nadie se estaba burlando de ella, si no premiando su habilidad. Sujetó la bola por delante de su rostro y volvió a cerrar los ojos, podía escuchar los propios latidos de su corazón debido a la adrenalina, podía sentirse lo suficientemente segura como para volver a derribar los nuevos bolos que la maquinaria había ordenado en el otro extremo de la pista.

Cuando se sintió totalmente preparada abrió los ojos y lanzó la bola, esta vez derribó todos los bolos menos dos que se quedaron situados en el medio por lo que no dudó en coger otra bola para terminar su primer juego. Lanzó esta con un poco de fuerza y derribó los bolos restantes con un golpe brusco y seco. Se aplaudió a sí misma y sonrió con orgullo. Cuando pretendió darse la vuelta para jugar otra partida más, se chocó contra un cuerpo masculino que le hizo estremecerse, subió lentamente la mirada hacia su rostro y se quedó sin aliento cuando lo descubrió. Tragó saliva y se separó de él con una sonrisa tímida.

- Es muy triste que estés jugando sola. - bromeó Jungkook.

- Lo... lo siento. - agachó su cabeza ligeramente y después rodeó a Jungkook con la intención de volver al mostrador. Sin embargo, Jungkook la agarró por la muñeca y tiró de ella con cuidado.

- Dos tickets. - dijo levantando dos de sus dedos.

Lis volvió a tragar la poca saliva que le quedaba y finalmente asintió con la cabeza, se dirigió hacia el mostrador y cogió dos tickets para jugar una partida más. <<¿Qué está haciendo aquí?>>, pensó Lis mirando de reojo como Jungkook se deshacía de la cazadora que llevaba puesta. Entre tanto se dirigía hacia él pudo observar algunos de sus músculos tonificados, por lo que podría ser un duro rival de derrotar. Él la miró con una sonrisa antes de caminar hacia el poste donde las bolas estaban, cogió una de ellas de color negro y se acercó a la pista concentrado. Observó todos los bolos que estaban situados al final e hizo rodar la bola por el suelo, después se giró observando a Lis y escuchó el sonido provocado por la bola al acabar con todos los bolos por los suelos. Sorprendentemente, Jungkook logró derribarlos todos y Lis se quedó con la boca abierta, fue entonces cuando el joven se acercó a ella y acarició uno de sus hombros.

- Ahora es más divertido. - le susurró cerca del oído y después cogió una bola para dársela a Lis. - Te toca.

- ¿Sabes jugar a los bolos? - dijo con la voz temblante.

- Se hace lo que se puede.

Jungkook movió la bola por delante de su rostro y Lis cogió la bola con los dedos mirando como el joven se separaba de ella para dejarle espacio. Le advirtió que le ganara para que no quedara mal delante del círculo de personas que los estaban mirando embobados e intrigados por saber quien de ellos dos se convertiría en el ganador. Jungkook levantó una de sus cejas y esperó a que la chica realizara su primer movimiento. Ella cogió aire y se volteó, observó los bolos y no dudó mucho en lanzar la rosada bola que le había dado su compañero de juego.

¿SÓLO AMIGOS? ©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora