ojos~》yoonnam

la belleza no necesita ojos

Cuando le conociste, lucían tan hermoso, no es que ahora no lo haga, ahora es una belleza completa, tan exquisita, tan bella y pulcra, que necesitarias colocarte guantes para no dañar su traslucida piel de caramelo. Aún lo recuerdas, no es así, Min Yoongi, a ese joven hombre.

Cuando visitaste por primera vez la casa de los señores y millonarios Kim, a manos de su hijo menor Kim Taehyung. Al que conociste en la empresa de tu padre, se hicieron amigos y aunque no estabas precisamente de visita no pudiste estar más agradecido de llegar al recinto, pues tus ojos vieron lo más puro de lo puro, a un ángel en definitiva, una belleza exquisita que cego tus ojos por unos instantes con esa aura bañada de luz y amor.
Ese joven hombre se llevó por completo tu corazón y con el tu cordura.

Fue asi que visitaste más a menudo la casa Kim, para perderte en esos hoyuelos que se mostraban tan amables y cálidos delante de ti cuando te saludaba. Y cuando la oportunidad de oro llegó a ti, no dudaste un segundo en lanzarte cuál fiera sobre su presa, pues Taehyung se mudaba por cuestiones de negocio y el hijo mayor de los Kim se había quedado desamparado sin los brazos protectores de su hermano menor.

Postulaste para el puesto de guardaespaldas y como toda una eminencia, ganaste con tu actitud sería, he intimidante, tan varonil y feroz que habías logrado ganarte la confianza de los Kim. Claro que lo hiciste aunque eso significaba perderte los millones que tu padre te ofrecía, pero todo valía la pena, si que lo hacía, cuando fuiste elegido como protector y fiel acompañante de Kim Namjoon, el hijo mayor de los Kim y también ciego debido a una enfermedad que daño toda su visión, y con ello la posibilidad de recibir un transplante.
Se te fue encomendado ese ángel arrancado de sus alas, un cielo sin luna, un bosque sin lluvia, una belleza rota como los sirvientes decían pero no para ti, porqué sin duda en secreto amabas, adorabas saber que ese hombre bello dependía totalmente de ti, de tu mente retorcida que sólo se contenía debido a que aún no era tiempo de reclamarlo.

Y en estos 3 años que has estado junto a él, viviendo bajo el mismo techo y comiendo en la misma mes has llegado a conocerle lo suficiente, ya que no solo eras su guardaespaldas, te volviste su fiel amigo y su confidente, pues el joven te tomo tanto cariño, y claro tu te enamoraste aún más, te perdiste locamente que no podías evitar, velar sus sueños cuando el lloraba por la ausencia de su hermano menor.

Y todo eso ha hecho que conozcas bien a Kim Namjoon, el ángel sin alas, pero con halo aún, un hombre tan dulce y comprensivo que portaba pensamientos tan profundos que incluso a ti te costaban entenderlos, cuando eras tú quien leía esos libros para él, mientras todo ese tiempo la padabas perdiendote en él.

Pero verlo ya no es suficiente, tu alma, tu corazón y tu cuerpo exigen que Namjoon sea tuyo, que lo reclames como tuyo y le muestres al mundo que posees lo más bello que tenía, pero ya te pertenecía. Y eso te lleva a esos momentos, esos que nunca vas a admitir en voz alta, no aún.

A las veces que, en silencio y abusando de su ceguera te acercas a él y aspira su aroma dulce a frutas rojas, increíblemente suave. Cuando en secreto después de que se duerme le robas besos cálidos y de lo más tierno. O mejor aún, las veces que te cuelas a su habitación antes de la hora acordada para verlo despertarse y tantear con sus manos delgadas y sus piernas doradas un poco torpes a tu parecer, la comoda frente a su mesilla, llegar hasta ahí y posteriormente despojarse de sus prendas, eran los mejores momentos para ti, disfrutar de ese bello cuerpo en secreto con la piel tan suave como la seda, largo y bonito, sus músculos levemente marcados sin llegar a ser exagerados pues tu te encargas de ejercitarlo, y entonces esperar a tu llegada para comenzar su rutina diaria.

Desayuno, ejercicio, jardín, lectura, música y muchas cosas más, eran parte de la rutina diaria que tú, Min Yoongi, ejecutabas con el dulce Namjoon. Todo iba bien, todo perfecto, porque tu estabas bien con verlo a tu lado, incluso en las cenas y bailes familiares, eras contado como uno más de la familia y nunca abandonabas el lugar junto a él.
Hasta que algo ocurrió esa noche, esa velada que nunca olvidarás porque fue el nacimiento de tus preocupaciones y peor aún de tu locura atroz.