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| Escondite personal. |

Sarada, con las mejillas sonrojadas, negó por décima vez. Era un rotundo no y, al parecer, a Boruto no le importaba. Con una mueca en los labios, y las cejas rubias fruncidas, desvió el rosto indignado.

—No haré eso Boruto —dijo, sintiendo un cosquilleo al imaginar en lo que estarían si hubiese aceptada en la primera oportunidad, se sentía abochornada a pesar de estar cerca de los cero grados—, mucho menos aquí al aire libre.

—Eres una amargada —sin mirar a verla, se apartó ligeramente y se abrazó a sí mismo.

—Boruto, he dicho que...

—Y mañana es mi cumpleaños —la miró e insistió con la mirada— ¿Qué te cuesta adelantarme el regalo, dattebasa?

—Boruto...—ahora se sentía culpable. Miró a su alrededor sonrojada— estamos en el bosque, cerca de los cero grados, no podemos...—sus mejillas se colorearon más al ver la sonrisa en su rostro— no aquí.

—Si aquí —levantó su brazo y al mismo tiempo su capa se extendió, como si fuese una cortina— vamos, entra.

—No, Boruto...—pensándolo bien, era tentativo escabullirse entre su capa y abrazarlo, podía sentir el calor que emanaba.

—Nadie se dará cuenta, es como un escondite personal ¿sabes? Si alguien viene te cubriré, es suficiente grande para ambos.

—No puedo creer que caiga en tus jueguitos —gateó hacia él.

—Te gusta seguirme en mis jueguitos —jaló su muñeca cuando estuvo cerca y la sentó en su regazo mientras la cubría con la capa— también te gusta el peligro —lamió el lóbulo de su oreja y Sarada se estremeció.

—Tú...—suspiró al sentir sus labios acariciar su cuello— tú me orillas a esto...

—Pero tampoco te resistes —bajó el cierra de su blusa— se podría decir que incluso lo disfrutas —sonrió ante su mirada sonrojada mientras le abría la chaqueta.

—No es como si tuviese otra opción —bajó las mangas de su chaqueta y cayó entre las raíces de los árboles junto a su blusa— quítatela —forcejeó con su camiseta— no puedo.

Boruto encontró la manera de sacársela sin quitarse la capa, apenas dejó caer la camisa, ella lo cubrió con sus brazos, frotando su cuerpo de esa manera exquisita que solo ella sabía. Él atrapó sus labios, chupándolos y mordiéndolos levemente como si no existiese un mañana, labios deliciosos que ya había probado tantas veces y no se cansaba de tenerlos de nuevo días tras días.

Eran esas misiones donde al parecer todos los dioses lo escucharon y colocaron a Sarada con él, igual cuando iban con Mitsuki tenía suerte ya que él sabía de su relación y les daba su espacio. Pero ese día era sola y exclusivamente Sarada, no creía en la suerte, pero sí que había sido su día.

﹙♡﹚∙ Drabbles Borusara ˎˊ-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora