Un suspiro escapa de mis labios al entrar al imponente edificio de la empresa publicista Bringfield & Asociados Inc. Un edifico de veinte pisos que data del siglo XX el cual ha sido restaurado con el pasar de los años.
Trato de darme ánimos mentalmente mientras hago mi recorrido hacia el ascensor, el sonido de mis tacones resuena por todo el pasillo llamando la atención de las personas al pasar.
Vaya forma de comenzar el día.
Cuando llego al ascensor inserto la credencial que me brindó mi padre para tener acceso al último piso del edificio, el piso presidencial, en el lugar se encuentran tres oficinas, las cuales le pertenecen al presidente y a sus dos socios, cuando salgo al pasillo tres pares de ojos me observan desde su escritorio.
No creo que muchas personas entren acá sin cita previa.
Al observar a las secretarias, que no pierden ni un solo paso que doy, una risita se escapa de mis labios, las tres son rubias de ojos verdes ¿será ese un requisito para trabajar aquí?
- ¿Esta es la oficina del Sr. Bringfield? - Pregunto a la rubia uno, esta me mira de pies a cabeza antes de asentir hacia la rubia tres.
- Hola, ¿En qué puedo ayudarte? - Su sonrisa me hace sonreír instantáneamente.
- ¿Puede pasarme con Nathan Bringfield? - Y como si de un interruptor se tratara borra su sonrisa y su gesto pasa de ser amable a hosco.
- ¿De parte de quién?
- Khalie.
- ¿Tiene cita previa?
- No, pero no le molestará mi visita. - Alza su ceja pero toma el teléfono.
- Sr. Bringfield, lo busca una señorita llamada Khalie. - Mira en mi dirección mientras frunce el ceño. - Claro, con gusto Sr. Bringfield. - Cuelga el teléfono antes de levantarse a abrir la puerta. - ¿Quiere algo de tomar? - Niego y ella sonríe forzadamente antes de cerrar tras de mi.
- Hola cariño. - Nate se levanta de su escritorio y me envuelve en sus brazos. - No te esperaba hoy.
- Quería relacionarme desde ya con el lugar, después de todo voy a trabajar aquí.
Por la expresión de Nate estoy segura que papá no le había dicho sobre ello.
- ¿Vas a trabajar con nosotros? Pero... ¿Y España? ¿Está todo bien?
- Por el momento ya no más España para mi. - Suspiro. - Hace unos meses papá me llamó y me dijo que el fotógrafo había renunciado, me dió una oferta muy buena y, ya que extrañaba esta ciudad y a mi familia, no pude no aceptarla.
- Estoy tan feliz de que estes acá. - Me vuelve a abrazar.
- Sólo una cosa más. - Frunce el ceño. - Por ahora nadie sabrá que soy la hija del dueño de la empresa, no quiero que piensen que me dieron el trabajo solo por ser hija de papi.
- No te preocupes, además, cuando vean tu trabajo verán que eres una fotógrafa excelente, y si estás acá es por que el tío Rogert y el tío George también confían en ti. - Dice refiriéndose a los mejores amigos y socios de nuestro padre.
- Gracias, estoy... - Una voz conocida irrumpe a mitad de la frase.
- Nate, lamento interrumpirte, pero necesito que leas estos papeles. - Cuando alza la vista se percata de mi presencia. - No sabía que tenías visita.
Estoy segura que este hombre tiene la habilidad de quitarte el aliento donde sea que lo encuentres, más si viste de manera elegante con un traje gris que lo único que hace es resaltar sus ojos azules.
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Placeres Simples
RomanceEl deseo nos fuerza a amar lo que nos hará sufrir. - Marcel Proust Prohibida cualquier tipo de adaptación. Todos los derechos reservados.