Capitulo III

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Me despertó un perro ladrando en la calle, estúpido perro ¿acaso no podía ladrar más suave? Mire el reloj, 10:30am... ¿10:30am? ¡Dios mío! Me he perdido las clases.

-¡¡Joder!!  ¡MAMÁ!.. ¡MAMÁ!..-grite, pero ella no respondió. Claro, que tonta soy, ella está trabajando, pero... ¿Porque no me despertó?

Fui a su habitación, y ahí estaba ella... acostada en posición fetal durmiendo con la carta de Alan aun en su mano.

-Buenos días… mamá ¿no iras a trabajar?

-Que… ¿Qué hora es?

-10:30

-Yo creo que no- respondió con voz ronca y adormilada, ni siquiera me miraba.

-Bien. Si quieres podemos hacer algo el día de hoy, ¿qué tal una peli? Hace mucho no vemos una película- Dije entusiasmada.

-Emily- suspiro- déjame dormir.

-Pero no puedes quedarte ahí acostada todo el día

-¡Que me dejes! Tu hermano acaba de irse y piensas en ver películas y pasártela bien?

-Que yo solo quiero que te distraigas ¿Vale?- No  me respondió, así que salí de su habitación y me fui a la cocina.

Cereal achocolatado, yogurt y fruta formando una carita…  amo mis desayunos. Me lleve mi súper divertido desayuno a la sala mientras veía la T.V “Arthur”. Mientras comía entretenida escuche unos gritos que provenían de afuera “Auxilio, alguien que me ayude” “Es mi hijo, tiene epilepsia”. Me pare lo más rápido que pude y Salí.

-Tranquila señora. Llamare a emergencias- como es que nadie viene a ayudar

Cogí el celular y marque- Buenos días... Hay… hay un niño teniendo un ataque de epilepsia en la calle arboleda 55-39 por favor mande una ambulancia lo más pronto posible. Gracias.

Observe al niño, por lo menos tenía 9 años, lo vi como temblaba en el suelo saliendo agua de su nariz y saliva de su boca, con los ojos en blanco; la señora estaba pálida, ella no sabía qué hacer, estaba horrorizada. No sé cuánto tiempo llevaba así, pero segundos después paro. La señora asustada lloraba y abrazaba a su hijo diciendo “mi bebe” “estas bien, estas con mamá”. Dos minutos después llegó la ambulancia se llevaron al pequeño y a su madre como su acudiente.

Vaya escena… no podía borrarme la imagen de ese niño, me asusté mucho. ¿Por qué existe la epilepsia? No, mejor aún ¿Por qué existen las enfermedades? Tan solo es un niño para sufrir de esas cosas. Regrese a mi casa aun con temor, se me quitaron las ganas de comer. Fui a la habitación de mi mamá y me acosté junto a ella, la abrace muy fuerte y me dormí.

-¡POR DIOS! QUE HORA ES.- grito mi mamá haciendo que mi corazón se acelerara del susto.

-Hay... no lo sé, no vuelvas a gritar así.

-Lo siento. ¿Tu hermano ya volvió?- la mire como si fuera broma lo que acababa de decir, pero me di cuenta que ella aun no lo asimilaba.

-Alan… se fue, recuérdalo. – vi cómo se deslizaban lagrimas por sus mejillas de nuevo. La abracé, no imagino que duro le estaba dando todo este asunto, no es que yo sea un corazón de roca, mi hermano me hacía falta para pelear, reír, jugar, pero tenía que ser fuerte.

-Mi princesa, ¿tú nunca me dejaras verdad?-soltó el llanto una vez más.

-Claro que no, ni lo pienses. Te amo- seque sus lágrimas.

-Vamos preparar algo de comer.- Me sonrió.

Ella es una mujer muy fuerte, no imaginaria mi vida sin ella.

 Van ya cuatro días que mamá no sale de su cama, no ha ido a trabajar y su jefe la ha llamado un sinfín de veces. Me he quedado para cuidarla, asegurarme de que se alimente bien por lo menos pero le veo tan mal que temo que se enferme. En mi colegio se han enterado de todo, la gente chismosa se encarga de comunicarlo. Dylan ha venido las últimas dos veces en la tarde, me presta sus apuntes y me explica los temas vistos en clase, él se ha encargado de excusarme en el colegio.

-Debes volver Emily. Te echo de menos, además te estas atrasando mucho y se acercan las evaluaciones de final de corte.- me dijo Dylan un poco preocupado.

-Lo sé, pero no puedo dejar a mi mamá así, en este estado.

-Bien. Vendré mañana entonces… pero ya deberías pensártelo bien

-lo hare. Adiós

Dylan se fue y yo que me quede repasando los cuadernos y libros. Sonó el teléfono

-¿Aló? – oí una voz femenina del otro lado de la línea.

-¿Señora Diana? – dijo la voz

-No, soy su hija, ella…no se encuentra en este momento, ¿quiere dejarle algún mensaje?

-Sí, gracias. Comunícale que debido a las inasistencias seguidas al trabajo sin explicaciones algunas, se ha llegado a la conclusión de que continuara más, por lo tanto ya ha sido reemplazada por una nueva persona. Le enviamos mails pero no obtuvimos respuestas.

-bien, se lo diré, gracias- colgué.

Genial, de lo único que dependíamos era del empleo de mamá, y ahora… ¿De qué viviríamos?

El orfanato de Jersey TafiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora