Durante casi un siglo, las mujeres nomeolvides han cuidado la pradera, de sus esplendoroso jadines públicos que cautivan a turistas de todas partes del mundo. También han mantenido en secreto un legado trágico: cada vez que se enamoraban profundamen...
Más tarde le hecharían la culpa de lo ocurrido a los caballitos de madera.
Estrella los había encontrado cuando tenía 5 años, todo el conjunto cubierto de polvo y olvidado en un estante alto. Eran suficientemente pequeños para acomodarse en sus manos, con alas de madera tallada que brotaban de sus lomos pintados.
Nadie pudo decirle de donde habían salido esos caballitos, o a quien le pertenecian. Estrella tomó el encogimiento de hombros de su madre como una autorización para apropiarselos. Les quito el polvo, los alineó por colores, sus alas abiertas y extendidas como versiones más recias de las libélulas. A la noche, las contaba como si fueran ovejas. Los hacía trotar sobre su colcha como si los pliegues fueran colinas.
Ahora, 11 años más tarde, eran más hechizos que juguetes. Cuando no podía dormir, recorría sus alas con sus dedos. Y esta noche yacía en la oscuridad, haciendo girar cada uno en sus manos, tratando de ignorar esos cientos de flores de borraja azules que habían brotado del techo de su habitación.
Del otro lado de la puerta, escucho a sus primas, que conversaban. Lo que fuere que estuvieran susurrando era suficiente interesante como para mantenerlas despiertas, todas estaban agotadas del trabajo. Hoy habían acabado de lograr que la pradera cobrará todo su esplendor primaveral. Los jardines estaban colmados de azucenas y lirios. Las campanillas cubrían las pergolas. Los árboles en flor flotaban entre nubes de lilas y mimosas.
Habría más trabajo, por supuesto. En la pradera siempre había trabajo. Cada primavera parecia que todas ellas, no solo los jardines volvían a la vida. Estrella miro el techo¡todas esa flores estrelladas, que trepaba sobre las vigas.
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Dejó los caballitos sobre su colcha y encontró a sus cuatro primas en el vestíbulo. Todas ellas mirando una de las zapatillas de ballet de Azalea. Estrella no supo por qué hasta que miró más de cerca y descubrió las 8 letras que Azalea había escrito sobre la tela,donde la escritura seguirá la curva inferior del hueso de su tobillo
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Jungkook esas 8 letras eran tan condenatorias. Todas corrieron al cuarto de azalea, mientras Azalea las seguía protestando, ahora que sabían que buscar, encontraron las mismas 8 letras en sus diarios encuadernados en tela. En sus libros, como si no le pertenecieran a ella sino a ese nombre que ella misma había escrito en la primera pagina.
