PRÓLOGO

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Luis escuchaba atento a la que un día  había sido el amor de su vida, y ninguno de los dos podía evitar las lágrimas.

A veces la vida pone piedras tan difíciles que es inevitable separarse, desviarse en el camino.

Aquel salón que ocupaba el cincuenta por ciento del piso había vuelto a ser testigo de un reencuentro tras cuatro años, en el que el amor , las ganas y la pasión habían ganado hasta que el llanto de Aitana había hecho que la mirada de Luis  pasara a preocupación. Situación  que desembocó en la actual, Aitana lloraba resguardada entre sus brazos con la respiración  alterada y aun así no podían negarse que volvía a sentirse en casa después de tanto tiempo.

Narra Aitana

Nosotros no estábamos bien por aquel  entonces, yo había  empezado a plantearme seriamente el dejarlo, poner un punto final,  habíamos  llegado  a tal punto en  el que no podíamos hablar sin acabar discutiendo— la respiración agitada no me dejó  continuar obligándome a parar en el relato— una noche, él llegó de un rodaje,  yo había estado teniendo mareos y náuseas dos semanas, así que decidí  hacer las pruebas. Positivo. 

La situación no era la mejor, pero aún así decidimos tenerlo. Yo... no era capaz de matar a aquella bolita que era mi hijo, no podía.  Durante el embarazo  la relación  no mejoró, ya no discutíamos, pero igualmente me sentía sola, con la única compañía  de mi bebé.

Más de una vez llegó borracho, y recuerdo una vez en la que forcejeó mi brazo. Tuve suerte y  fui capaz de pararlo a tiempo. Desde entonces  el miedo se instaló  en mí, Miguel intentó  acercarse a mí,  pero yo lo rechacé hasta que dejó de insistir, y así hasta el día del parto. Rompí  aguas y lo llamé  llorando muy asustada ya que el líquido amniótico estaba mezclado  con algo de sangre.

Corrimos hacia el hospital  , asustados. Llegamos  y nos atendieron rápido, de urgencia, no dejaron a Miguel  pasar, y ahí me sentí más sola que nunca, ocurría algo, algo que nosotros no entendíamos. Algo que cambiaría mi vida para siempre.

Cuando hube dilatado me bajaron a paritorio, sola, sin nadie a quién abrazar cuando el miedo se apoderase de mi. El bebé estaba con sufrimiento  fetal.

No pudieron salvar a mi hijo , los médicos  hicieron todo lo posible por reanimarlo pero nada sirvió, pusieron su vulnerable  cuerpo sobre el mío. Fue ahí cuando me di cuenta de que su corazón jamás  latiría al ritmo de los primeros pasos, o de la primera carrera. Un corazón que nunca descubriría  mundo, ni se aceleraría  al enamorarse por primera vez , un corazón  que dejó de latir antes de ver el mundo.

Un corazón que al dejar de palpitar, hizo que el mío también lo hiciera.

Era una niña, ¿Sabes? Gala , mi pequeña , aquella que no vería crecer, a la qur no vería sus ojos al despertar, ni sus manos  trastear las teclas del piano. Jamás  llenaría la nevera de dibujos ni garabatos , ni mi corazón  de abrazos, un único recuerdo de ella, su cuerpo sobre el mío  y mi desgarrador llanto como único sonido en la habitación.

Ese mismo día lo dejé con Miguel.   Por más que el me suplicó que no lo hiciera. No podía seguir con el , demasiados recuerdos solo con mirarle los ojos. Asistí  a psicólogos durante mucho tiempo, montones de ellos me daban consejos vacíos, clinex que no secaban mis lágrimas y abrazos que no me hacían sentir en casa. Me costó mucho tiempo, pero  dejé de tener pesadillas con esas cuatro paredes de hospital, por lo menos hasta que Morfeo se apoderó de mí siempre que el Sol desaparecía y la Luna hacia brillar la noche.

Luis se quedó mudo, lo entendí a la perfección.

Y es que yo misma había estado muda durante mucho tiempo.



Holaaa

Pues aquí tenéis un nuevo comienzo

Muchos abracitos con estrellas 😘😘😘😘

IMPERFECTOS (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora