CAPÍTULO 2

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El timbre alarmó a Aitana y Luis, este último corrió a abrir encontrando a Amaia y Ana, aquellas dos personas que sabía que eran esenciales para esa personita que se duchaba a nada más que unos metros de ellos.

Abrazó a Amaia al ver su nerviosismo y se despidió de ellas para darles su espacio. Aitana le había confesado que había perdido todo el contacto con sus amigos, menos con Marta, con la cual seguía hablando.

Miguel tenía miedo de que volviera a verte y a enamorarme, de que lo dejase, por decirlo de alguna manera, me controlaba—confesó ella esa noche en la que apareció tras su puerta—.

Ella misma se había visto sola ante el peligro, sin ninguna amiga a la que recurrir, sin ningún hogar en el que refugiarse, sin nadie. Quizá fuese por eso por lo que al salir del hospital en el que se encontraba su cuerpo se llenase de miedo, como ella le confesó abriendo de nuevo su corazón que ahora yacía herido. Recorrió las calles de Madrid e inconscientemente sus pies la llevaron a aquel piso que había sido su hogar, probó suerte y tocó el timbre, y allí, como si no hubiesen pasado los años, de nuevo apareció su voz. Imposible olvidarla. Quedaban demasiados recuerdos, y demasiado amor aún guardado, esperando el momento en el que salir.

Por eso Luis decidió devolverle esa amistad, y con ella la sonrisa, él era consciente de que quedaba mucho trabajo por delante, que una sonrisa después de tantos sucesos era difícil de recuperar, pero se juró a si mismo que la recuperaría, aunque tuviera que bajarle la luna y las estrellas para devolverle su luz.

Y sin darse cuenta, alcanzó esa cafetería tan especial.

Mientras tanto, en aquel pequeño piso Aitana había tirado el único pintalabios que tenía desde la hospitalización partiéndolo y manchando el suelo de Luis, y es que no todos los días se vuelve a ver a las amigas del alma a la que llevas tanto tiempo sin ver.

Cuando Aitana salió del trance en el que había entrado ya se encontraba entre los cálidos brazos de sus mejores amigas, y ahí comprendió que daba igual las relaciones sentimentales, porque como la amistad no había nada. Sin amistad no hay amor. Y no pudo evitar sentirse idiota por haberlo comprendido ahora, por haberse perdido cuatro años de la vida de sus amigas. Cuatro años de sonrisas y carcajadas a su lado.

Tras unos quince minutos entre abrazos, besos y lágrimas se encontraban sentadas las unas enfrente de las otras en aquel saloncito que reinaba el piso. Aitana, tímida, miraba hacia sus manos que jugaban con las uñas, Amaia se las miraba y mordía y Ana intentaba encontrar las palabras adecuadas para tratar con la Aitana desconocida que tenían delante. Porque eso era, una chica totalmente desconocida de nuevo, una chica a la que los años le habían cambiado, porque por más que buscaran en cada rincón de sus ojos, faltaba el brillo, la luz, la felicidad y la inocencia que les había encandilado.

No tenían ni idea de lo puta que había sido la realidad con ella y como, en este último año, le había arrancado toda la felicidad que un día llegó a tener. Y ahí se encontraban esas tres maravillosas mujeres, aquellas que un día eran como hermanas, y que hoy no sabían de qué hablar.

Podían echarles la culpa al tiempo, tal vez a la distancia, y en verdad la culpa era de eso, pero las inseguridades de Aitana la hacían culpabilizarse a ella y solo a ella.

Ana posó una mano sobre las suyas inquietas y frías y empezó a hablar siendo consciente de la situación de la pequeña.

Entonces se dio cuenta de que daba igual todo lo hubiese podido pasar si al final, unas manos encimas de otras y unas palabras saliendo de bocas que contenían magia podían arreglarlo todo. 

Holaaa,

Aquí os dejo el capítulo de hoy, espero que os esté gustando

Muchos abracitos con estrellas 😘😘😘😘

IMPERFECTOS (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora