Entre espadas y pasteles

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Desde aquel entonces Kath ya no volvió a ver a aquel chico, de hecho buscaba rastro de él pero con el pasar de meses no había nada que dará indicios. Incluso las ganas de buscar se habían ido, en esos momentos se encontraba en su habitación, leyendo unos libros acostada en su cómoda cama. Era su cumpleaños pero no queria ni bajar a saludar a los invitados que llegaban a verla.

-Cariño.- Un toque a su puerta llamo su atención, era su madre que muy seguro llegó a buscarla.- ¿Que tanto te tiene entretenida? Hay mucha gente esperando a verte, además también te trajeron varios obsequios.- La señora abrió la puerta, ya que aún no recibía alguna palabra.- Al menos responde Kath.- Fue a un lado de ella, sentándose.

- Lo siento madre, sólo estaba distraída.- Dejo el libro de lado para prestarle atención.

- Eso no explica el porque no vas con los invitados.-

- No tengo ganas, es todo.-

- Pero es tu fiesta cariño, si quiera ve a sólo saludar. Sólo serán segundos.-

- Pero padre me va a hacer que me quede ahí, sabes que no me gusta estar con los hijos de los amigos de él.- Con sus mejillas formo un pequeño puchero que hizo reír a su madre con ternura.

- Hagamos un trato, ¿Te parece? - Como respuesta obtuvo un asentimiento.- Si bajas en estos momentos, yo le diré a los cocineros que incluyan cualquier postre después de la comida. -

-¿Dos raciones?-

-Si, pero una será en la comida y la otra a escondidas de tu padre, para que no se entere. ¿Trato?-

-¡Muy bien!- La chica bajo de la cama y trato de arreglarse un poco para no presentarse tan desarreglada. -¡Vamos mamá, acompáñame!.- La niña le extendió la mano para haci llevar a su madre junto a ella y no arrepentirse.

La madre tomo la mano de la jovencita y juntas fueron al salón de fiestas donde había una multitud de gente. Todos eran de linaje real y muy pocos eran uno que otro sin relación alguna con la realeza, como lo eran los sirvientes.

-Con ustedes, la reina y su majestad la princesa Katherine.- Sin gritar, anuncio en voz alta la llegada de las dos damiselas. Eso captó la atención de todos, de cualquier forma, ellas eran veneradas como diosas por su belleza tan natural comparada con varias mujeres que tambien portaban esa belleza natural.

La gente rodearon a las damiselas, buscando una corta conversación o un simplemente darle una reverencia. Hasta que le dieron paso al rey para que este estuviera junto a su prometida e hija.

El señor llevaba en sus manos dos copas con vino. Una se lo paso a su esposa que con gusto acepto la copa para que después cada uno sujetara una mano de su hija.

-Gracias a todos lo presentes por haber llegado a esta reunión tan importante para nosotros, pero especialmente para mi pequeña retoño. Hoy cumple 12 años y por eso vamos a celebrar. ¡Brindemos! Por la próxima heredera al trono, Katherine.- Levanto su copa mientras que los adultos le imitaban y gritaban un fuerte "¡Salud!", bebiendo después el liquido de sus copas.

Comenzó la fiesta y varios empezaban a bailar junto a sus parejas, todo se veía sincronizado. Pero Kath ya se sentía cansada, ella bailaba con su padre, iban lento y eso ponía mas aburrida a la menor.

-Padre, ¿Cuándo se acabara la fiesta?- Sus palabras salían como susurros, pero que el otro escucho.

-Tu sabes muy bien cuando, los invitados deben irse para que esto acabe.- Aunque él era estricto con el comportamiento de Kath, entendía que era un tipo de faceta que el había pasado tambien en su niñez y juventud.

-Ya estoy cansada, me duelen mucho los pies, padre.- Parecía suplicarle por un descanso. La música paro y todos hicieron una reverencia.

-Muy bien, puedes ir a descansar un rato. Pero vuelve cuando ya estes descansada, estaré con tu madre. -La chica asintió y fue directo al jardín, donde sabia que estaria un poco mas solitario que estar dentro de aquel sofocante castillo.

Mientras caminaba las zapatillas ya empezaban a acalambrarle los pies. Cerca había una banca donde se sentó para después quitarse las zapatillas y mantenerlas en sus manos. Sentía la fresca yerba tocando sus pies, les recordaba las veces que era regañada por estar descalza. Sonrió mientras miraba las zapatillas, pero eso no le impidió como escucho un ruido de unas pisadas. Noto que eran dos niños.

El de lentes y cabello negro parecía ser mayor, se encontraba junto a una niña de parecida edad con cabellos rojizos y en sus ojos parecían ser engañosos, se notaban cafés pero en realidad tenían un toque rojo. Los dos le miraban curiosos a la pelinegra.

-¿Hola?- La niña se encontraba un poco nerviosa, se coloco las zapatillas para después levantarse e ir al lado de los otros dos.- ¿Les puedo ayudar en algo?-

-Tu eres la princesa...- Hablo el chico, se notaba serio. Eso preocupaba a la princesa, temia a que le fuera a contarle a sus padres sobre lo que estaba haciendo en el jardín.- ¿Que hace aquí, su alteza?.-

-Oh, nada. Solo descansaba... ¿Quienes son ustedes?-

-Yo soy Paula y el es Sebastian.- Hablo con timidez la otra chica.

-A mi solo dime Seba, próximamente seré un caballero real.- Hizo una pose heroica haciendo reír a las chicas.- ¡No se rían! Haber si ríen cuando vean lo poderoso que seré. -El chico solo cruzo sus brazos con una expresión levemente enojada.

-Seguro que si, serias el mejor caballero. Incluso a mi me gustaría tenerte en mi guardia. - Su mano tapaba su boca tratando de retener su risa.- ¿Y tu Paula, qué te gustaría ser?.-

-Pues... Quiero ser Chef.- En su cara se veía un leve sonrojo de vergüenza.

-Seguro serias la mejor del pueblo. Incluso yo compraria tus pasteles.- Solamente le sonrió.

-Gracias su alteza.- Aun seguía avergonzada.

-Dejen de llamarme "Su alteza", solo díganme Katherine.-

-Pero seria una falta de respeto según mi padre.- El de lentes ya no mostraba pizca de enojo.

-Es una falta de respeto si no fuéramos amigos.-

-¿Cómo que amigos?- Paula le interrumpió.

-Como lo escucharon, me gustaría fueran mis amigos. Claro, no los obligo. ¿Que dicen?- Puso una sonrisa tierna.

Los dos jóvenes aceptaron con euforia y abrazaron a la princesa. Y mientras eso sucedia, no tenían en cuenta la mirada clavada en aquel grupo.

-Al parecer te encuentras bien. Eso me alegra~ -Su sonrisa se veía tétrica. - No has cambiado en nada Katherine~- Dejo de espiar para después irse.

Corazón puroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora