Blossom 🌸

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—Hola, ¿está Xion?

    La mano derecha de Kairi apretó más el picaporte. La respuesta lo iba a decepcionar muchísimo; se podía intuir por el ramo gigante de rosas y los clásicos chocolates que ese día iba muy dispuesto a dejar en claro sus sentimientos. Era lamentable. Luego de verlo sudar día tras día cuando iba a acercarse a la chica, luego de oírlo llorar de frustración, luego de encontrarlo hiperventilando por estar cerca suyo y nunca tener coraje para confesarse. Después de todo ese sufrimiento, no era nada más y nada menos que doloroso par su mejor amiga darse cuenta de que en el momento que él decide ponerse los pantalones y decir “hoy mismo es, iré a confesarle mi amor”, Xion no estaba en casa. Internamente Kairi se lo reprochó, cualquiera hubiese podido adivinar que Vanitas iba a monopolizar a su gemela un catorce de febrero.

     La horda de rosas bajaron un poco para dejar ver entre ellas un trocito de la cara del rubio.

—Hey, estás guapísima, ¿vas para algún lado? —preguntó al momento que sonreía—. No dudo que hayas recibido muchas cartas y regalos este San Valentín.

     La pelirroja iba con un vestido azul zafiro que no tenia espalda y por delante la cubría hasta el cuello. En el cabello algunas piedritas brillantes resplandecían. De hecho sí, iba para una fiesta, pero tenia planeado estar allí solo unos minutos y luego irse. Cartas y regalos los había recibido como nunca antes, pero aquel martes catorce de febrero no tenia ánimos de nada. Ni de salir, ni de beber, ni de estar con gente, ni nada.

—Uh... Xion no está, se fue hace poco más de dos horas —respondió, evitando deliberadamente establecer contacto visual con Roxas—. ¿Quieres que la llame o algo?

    El rubio se empezó a preocupar en el instante en el que ella no respondió “ya sé que me veo divina, gracias por recordarmelo” o “las diosas no hablan con mortales, pero aprecio tu halago” en el más terrible de los casos “Ay, no digas cosas obvias, imbécil” pero no, nada de eso había salido de su boca; era momento de sospechar.

—Oye, princesita, ¿todo bien? —tanteó. Era difícil que se diera esa situación en la que él estaba de muy buen humor y Kairi no tuviese ánimos de ser escándalosa o insufrible—. Pareces luciérnaga a punto de apagarse, ¿pasó algo malo?

   Enseguida ella se alertó y quiso restarle importancia.

—No, no es nada, creo que me siento mal, en un par de días me debe bajar la regla, no hagas caso —le pidió forzando una sonrisa.

—¿Están las otras chicas en casa? —insistió preocupado.

—Xion está con Vanitas. Aqua salió a patinar en hielo con Zack, y Naminé está al otro lado del parque haciendo sabiamente uso de su hermosa caligrafía y elocuencia para vender cartas de amor con todo y dibujo. —Un negocio de un día, pero súper lucrativo.

—Ya veo, seguro que les va bien,  ¿y tú a donde planeabas ir?

—A una... una fiesta... es un club cerca del centro comercial, si quieres me puedes acompañar —le invitó, movida por las ganas de dejar de levantar sospechas.

—¿Sabes que no tiene mucho sentido que me mientas verdad? —Los ojos azules de Roxas podian ver a través del maquillaje y la sonrisa falsa—. Somos mejores amigos, hemos pasado por muchas cosas, sé cuando me quieres ocultar algo... Tú solo vas a esa fiesta porque te interesa a medias guardar las apariencias y tal vez porque Aqua no quiso hacer almuerzo y tienes hambre. Te sentarás en una esquina a comer y beber como si tu vida dependiese de ello, luego bailarás una o dos canciones, regresarás a casa con la excusa de que te sientes mal de la cabeza y te meterás en esa espantosa pijama de Minnie a ver una serie por Netflix.

La Mafia es Color Rosa • AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora