Mi madre y el padre de __(tn) se casaron cuando ambos teníamos doce años. Siempre había estado enamorado de ella, pero era mi hermanastra. Pensé que sería un error ir tras ella en serio. Estaba conforme con espiarla en la ducha de vez en cuando y lo dejé así.
Cuando tenía dieciocho años, un amigo mío me contó que acababa de quitarle la virginidad a su hermanastra. Estaba completamente atónito, pero el pensamiento de tener a __(tn) de esa manera era fascinante. Apenas acababa de cumplir dieciocho, y sabía que todavía era virgen porque la escuché hablarlo por teléfono con su mejor amiga, Amanda.
Durante la conversación, le dijo a Amanda que quería perder su virginidad, pero que estaba asustada. También pensaba que estaba mal tener sexo fuera del matrimonio, pero estaba indecisa. Definitivamente tenía curiosidad, pero estaba renuente.
Después de escuchar la historia de mi amigo, supe que tenía que tratar de seducirla. __(tn) había estado en prácticamente cada fantasía sexual que había tenido alguna vez. Ahora que me sentía libre de los lazos de la decencia, ella era todo en lo que podía pensar.
Nuestros padres habían salido a su cita nocturna semanal, y __(tn) y yo estábamos solos en casa. Ella estaba viendo televisión y masticando palomitas, vestida con un largo suéter y bragas. Era normal para __(tn) andar por ahí vestida con algo que apenas la cubría, y yo tomaba ventaja de ello cada vez que podía echando un vistazo por debajo de su falda.
—Hola, __(tn) —dije casualmente, sentándome y tomando un puñado de palomitas.
—Hola, Justin —murmuró, sus ojos fijos en la televisión.
—¿Buena película? —le pregunté.
—Mmm —masculló displicente, todavía mirando atentamente la pantalla.
Estaba tratando de pensar en un modo de hacer mi jugada cuando por casualidad la película hizo el trabajo por mí. Los dos protagonistas comenzaron a besarse, y pronto estaban envueltos en una apasionada escena de sexo. Los ojos de __(tn) se abrieron por completo, y sus labios se separaron levemente. Noté que se estaba excitando.
—Vaya, eso es ardiente —dije.
—Sí —asintió.
—¿Alguna vez has hecho algo así? —pregunté.
—¿Eh? —preguntó, sus ojos aún fijos en la escena.
—¿Alguna vez has… ya sabes… hecho lo que están haciendo? —le inquirí.
—No —contestó, mirándome finalmente—. ¿Tú sí?
Negué con la cabeza.
—¿En serio? —quiso saber—. ¿Eres… virgen?
—Sip. ¿Es tan difícil de creer?
—Bueno, sí. Es decir… eres un chico.
Me reí a carcajadas.
—¿Y?
—Es sólo que pensé que los chicos lo hacen temprano o algo así.
—Supongo que la mayoría lo hace —asentí—. Aunque no soy como la mayoría de los chicos.
—Eso es verdad —admitió—. ¿Por qué no lo has hecho, de todas formas?
—Es sólo que no he encontrado a la chica correcta —mentí—. Quiero que mi primera vez sea con la chica indicada. Quizás con alguien a quien ame. Alguien con quién podría casarme.
Creí que quizá había sido mi imaginación, pero __(tn) pareció animarse un poco con esa declaración.
—También yo —aspiró—. Quiero que mi primera vez sea con el chico con el que voy a casarme.