Alrededor de las tres de la mañana, me desperté y tuve una súbita ola de excitación. Estaba determinado a acostarme con __(tn), y me moví sigilosamente por el pasillo a su cuarto. Parte de mí se sentía como un asqueroso pervertido escabulléndome así en su cuarto, pero la deseaba tanto que no podía detenerme a mí mismo.
Me dejé caer de rodillas a un lado de su cama. Levanté sus sábanas y cuidadosamente eché un vistazo debajo de ellas. Estaba acostada boca arriba con su camisón levantado sobre su estómago, dejando al descubierto bragas rosas de flores. Con cautela, deslicé mi mano bajo las sábanas y la puse sobre su bajo vientre. Se movió brevemente, y luego se quedó quieta.
Con mucho cuidado, dejé que mi mano se deslizara debajo de la pretina de sus bragas. Lentamente, dejé que mi mano se introdujera más allá en sus bragas. Mis dedos estaban sobre los labios de su coño, y empujé ligeramente, tratando de abrirlos.
Finalmente, mi dedo índice se las arregló para meterse entre sus labios vaginales, y sentí la cálida humedad de su hendidura. Mi dedo se presionó contra su clítoris, y lo froté suavemente. Musitó algo en sueños, y me tensé. Pero guardó silencio una vez más y continué. Introduje mi dedo dentro de su coño, recogiendo una pequeña cantidad de sus húmedos jugos que estaban comenzando a fluir. Subí mi húmedo dedo hacia su clítoris y comencé a masajearlo ligeramente. Un muy ligero jadeo escapó de sus labios, pero no se despertó.
Mi dedo se deslizó una y otra vez sobre su botón, lentamente al principio, y después incrementando la velocidad. Sus caderas comenzaron a retorcerse una y otra vez y gimió en voz baja. Quería saborearla. Nunca había lamido el coño de una chica antes, y estaba abrumado por el deseo de probar su dulzura.
Muy lentamente, levanté sus sábanas apartándolas del camino y las dejé caer por el borde de la cama. Sus pechos eran redondos y tentadores debajo de la tela de su camisón, y su vientre plano se elevaba y descendía tentadoramente con cada respiración. Ansiosamente, agarré la pretina de sus bragas y tiré. Fue difícil, pero me las arreglé para quitárselas sin despertarla.
Me recosté sobre mi estómago al pie de su cama y poco a poco separé sus piernas. Usando mis dedos, separé los labios de su vagina y vi su coño por primera vez. Los labios eran suaves, su botón estaba erecto y brillando, y sus labios eran de un color rosáceo y estaban sonrojados. Bajé mi rostro e inhalé, respirando su glorioso aroma. Mi lengua empujó cautelosamente contra su clítoris. Soltó un ligero jadeo, y moví rápidamente mi lengua contra él.
Al principio, provoqué a su clítoris lenta y suavemente. Mi lengua apenas la tocaba, y se movía perezosamente arriba y abajo. Su respiración comenzó a acelerarse, y mi lengua se movió más rápido en respuesta. La giré en círculos alrededor de su clítoris, y sus caderas comenzaron a empujar contra mí en respuesta.
Mi polla estaba dura como una roca y comencé a frotarla contra su cama. Sólo podía imaginarme introduciendo mi dura polla dentro de su jugoso coño virgen, desgarrando su virginidad y disparando mi carga dentro de ella. Quería que se corriera.
Presioné mi lengua plana contra su clítoris y comencé a frotarla arriba y abajo, empujando con fuerza contra ella. Gimió con intensidad, y sus talones se clavaron en el colchón, empujando su coño contra mi cara. Mi lengua se movió más y más rápido, y su aliento comenzó a salir en temblorosos jadeos. Sus piernas temblaban y pude sentir toda su entrepierna palpitando bajo mi lengua. Jadeó fuerte, y su cuerpo entero comenzó a temblar conforme tenía un orgasmo. De algún modo, mi milagro de Dios, no se despertó.