Me despierto en un campo de rosas negras.
De la nada, vienes tu, me abrazas.
Es raro... Siento una melancolía agria recorrer mis venas, pero no me molesta.
Cuando me tocas siento mil agujas clavandose en mi piel pero al mismo tiempo tu tacto es angelical.
Empieza a llover y las nubes se posan sobre nuestras cabezas.
La melancolía va en aumento, pero me da igual , porque estás aquí.
Ojalá me pudiera quedar así para toda la eternidad.
Se hace de noche, los dos miramos al cielo, a la hermosa luna creciente, mientras susurramos miles de palabras para expresar lo que sentimos.
Me siento débil, todo se nubla.
El campo de rosas negras está cada vez más distante.
¿Dónde estoy?
Cierro los ojos, cuando los abro de nuevo ya entiendo que pasa.
Estoy en un cuarto blanco donde todo esta manchado de un rojo carmesí.
El rojo proviene de mis muñecas, es el rojo más triste que he visto nunca.
Siento como rosas crecen de mi sangre derramada.
Supongo que esto és un final...
Las rosas me rodean y sales tu de ellas. Me vuelves a abrazar con calidez mientras susurras a mi oído:
"Lo siento mi amor, al menos estaré contigo en estos últimos segundos eternos."