Capítulo I

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Enero, 2019


La presencia de aquellos hombres en su casa, no significaba algo bueno.

Donghae solo estaba seguro de una cosa: su padre se había endeudado...otra vez. Él no sabía sobre juegos de azar o los de casino y, al parecer, su padre tampoco. Ya que cada vez que jugaba, terminaba con una deuda mayor de lo que realmente podía pagar.

Y es que se preguntaba ¿De dónde sacaba dinero? nunca tenían para comer, para pagar la renta o los gastos de luz y agua, pero su padre siempre parecía tener para apostar. Incluso lo habían sacado de la escuela hace dos años para poder ahorrar el dinero que se iba en libros y transporte. Al principio no le preocupó porque quería ayudarlos, eran sus padres después de todo. Y no es como si fuera a extrañar el colegio, ya que no tenía amigos.

Era el chico de clase baja que no hablaba con nadie.

Pero ahora, dos años después, la idea de salir a pedir dinero a la calle o vender algunas cosas que su madre fabricaba o preparaba, ya no le parecía para nada agradable. Sentía pena por ella, quién era la que aguantaba al maldito apostador de su padre. Esperaba que esos hombres se llevaran a su padre -por muy cruel que pareciera- así no tendrían más deudas y encontraría una manera de hacer dinero para ayudar a su madre.

A sus diecisiete años no sabía hacer muchas cosas, pero se las podía ingeniar. Cuando cumpliera los dieciocho podría encontrar un trabajo por su cuenta, sin la autorización de ningún mayor, pero para eso aún faltaban nueve meses exactamente.

—¿Sabe que no puede quedarse así, no? —El hombre más alto habló.

Donghae observó la escena. Su madre estaba sentada mientras jugaba con sus dedos -un hábito que él también tenía- Su padre se mordía el labio inferior mientras con sus ojos suplicantes miraba a los dos hombres frente a él. Se veía tan patético que le dio pena.

No iba a conseguir nada haciendo eso.

Era la primera vez que Donghae los veía. Si alguna vez habían estado esos hombres en su casa antes, debió ser cuando él estaba consiguiendo algo para comer, es decir, todo el tiempo. Parecían hombres mafiosos y él siempre los imaginó como personas gordas que mantenían cigarrillos en la boca todo el tiempo, con los dientes amarillos y apestando a tabaco, alcohol y sudor rancio. O al menos así lo había visto en la televisión, cuando aún la tenían. No recordaba la última vez de eso.

Pero ahí estaban y era contrario a sus infantiles fantasías. Vestían trajes ajustados a la medida, con complexión robusta y firme. Traían los accesorios menos ostentosos y eran altos, como si fueran oficinistas. Si alguien los viera en la calle, pensaría que trabajaban en la ciudad en uno de esos edificios llenos de ventanales tan limpios que se podía ver el reflejo. Aún así, daban miedo.

—¿Sabes la cantidad? —observó a su padre encogerse de hombros y negar con la cabeza sin perder el temor en los ojos. El hombre bufó burlándose del miserable hombre en el suelo. Se estaba frustrando y Donghae podía sentir el enojo comenzando a cubrir el cuerpo ajeno. Rogaba para que su padre no fuera tan estúpido.

Demasiado tarde.

—Pero lo p-pagaré —tartamudeó su padre.

—¿En serio? No me culpes por no creerte.

—¿Cuánto es? —su madre habló por fin. No sabía que no quería escuchar la respuesta a esa pregunta, hasta después de que el hombre la respondió.

—Tres millones de dólares.

Wow.

¿Eso era mucho, no? No sabía cuánto era realmente, pero sonaba malditamente infinito. El llanto de su madre le indicó que si, era demasiado. El silencio de su padre le molestó. Donghae simplemente no sabía que sentir. Era claro que su padre no tenía esa cantidad y que ni trabajando lo que le quedaba de vida podría pagarlo, al menos no con un trabajo decente.

《EunHae》Burning in the HeavenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora