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27 Octubre 2013.

Esta noche no he podido dormir, mi cabeza daba vueltas y yo sólo conseguía girar por toda la cama, con mis oídos punzando, ¿Cuándo acabaría todo este dolor?, mis manos tapaban mis ojos, sólo quería dormir como cualquier persona, olvidarme del dolor por al menos cinco minutos y hundirme en alguna fantasía que no fuera pisoteada por esta realidad.

Sabía que debía tomar aquellas pastillas pero nunca lo hice, ni lo haré, se que en mi jamás funcionarían.

Escribir estas cartas es una estupidez, pero continúan obligándome a escribirlas, como sí fuera a cambiar algo en mí, no quiero cambiar, y ellos insisten en que debo hacerlo.

Lo único interesante en mi vida paso cuando abandoné la cama sin poder dormir y salí de mi casa, buscando algo que pudiera relajarme, algo que no fuera recetado por un médico.

Caminé varias calles sin rumbo alguno, era una noche solitaria, y no había ruidos de ningún tipo, todos debían estar durmiendo, y entonces la vi.

Cabello negro como la noche, hundido en lágrimas, que recorrían todo su maquillaje, y sus manos tapaban su cara, sentada en aquella acera, en medio de la calle, esperando algún auto que pasará y la liberará de este maldito mundo.

Y me acerqué.

Sus ojos grises hicieron contacto con los míos, y ella dejo de llorar, y me senté a su lado esperando alguna negación, pero ella me dejo sentarme a su lado.

Y se quedó mirándome, esperando que le dijera algo, pero no lo hice.

Sólo quería saber porque estaba llorando, pero lo único que logré saber es que su nombre era Alexandria, y que tenía los mismos problemas que yo, y me sonrió y le sonreí por primera vez alguien en muchísimo tiempo, encontraba confianza en aquella desconocida.

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⏰ Última actualización: Sep 29, 2014 ⏰

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Deathbeds | Oliver Sykes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora