La noche era solitaria, pues ninguna alma deambulaba por la prolongada calle, el viento como su compañía se daba a notar con un chiflido largo, tenebroso y escalofriante. Con la calle fría elevándose de lado a lado y la oscuridad devorando la poca luz que se podía alzar gracias a la farola de la esquina, unas corrientes traviesas de aire, que se podían escabullían por los rincones más recónditos del lugar.
Cuando una pequeña silueta brotó de la oscuridad, guiada por la iluminación que ofrecía la bombilla continuo con su camino a la parada del autobús, con un paso lento, flojo pero seguro avanzo hasta la señal, con las manos resguardadas del frío dentro de una abrigo negro, su cabeza con la mirada gacha, parecía adornada con una bonita boina roja; sus piernas cubiertas con medias negras hacia resaltar lo largas que estas podían ser, los susurros que salían de sus labios eran indescifrables, pero por su expresión de preocupación daba a notar que las cosa no iban bien; cuando el frío perdió los estribos, navegó sin pudor hasta estrellarse contra ella, haciendo que se estremeciera completamente, en un intento vago para alivianar el frío, frotaba las piernas una contra otra, pero el calor parecía no acceder; pues cuando sentía el mínimo alivio, las corrientes se volvían a levantar en contra de ella, sin embargo, los susurros se intensificaron y ahora se convirtieron en una maraña de maldiciones. Mientras esperaba, el presentimiento de alguien observándola se convertían en realidad, una inseguridad crecía dentro de su ser, pues parecía que la persona se acercaba un paso a la vez; de momento una picazón empezó a florecer en su nuca, una de sus manos viajo con delicadeza hasta el lugar, vaya sorpresa se llevo al no encontrarse con nada pero... el dolor aumentaba a pequeñas escalas y los gestos de la joven denotaban incomodidad y desagrado pues la sensación era bastante rara, no se trataba de cualquier dolor pues este no podía ser comparado con la piquete de un mosquito o una uña rota, con la mano en la nuca comprobaba que nadie la siguiera, pero gracias a la pesada oscuridad el encontrar a alguien era imposible.
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En contra esquina de la farola parpadeante, entre dos edificios, se abría un pequeño callejón, en el un hombre de no más de 30 años, se encontraba parado justo en la entrada del callejón con las manos cruzadas sobre su pecho con una gabardina oscura acompañando sus brazos, la miró desde lejos, sin perder un detalle de su ser, vio como salía de la pequeña cafetería, escuchó las llaves estrellarse con el concreto, pudo escuchar el gemido que brotaba de los labios de la chica, pues al recoger las llaves hizo un esfuerzo, la miro cerrando la puerta y como el montón de llaveros golpeando entre si, observo su bonita boina roja que la representaba, pues ya habían sido varios meses que en el KROM, la habían nombrado "La nueva destina", Aldor había sido asignado como su salvador. La chica aun con la mano en la nuca, fruncía el ceño pues la picazón se había incrementado, Aldor al ver esto,buscaba con la mirada a otra persona pero nunca hubo señal de ella, el viento cada vez se agitaba con mas fuerza y el chiflido que lo acompañaba incrementaba.
Todo paro.
El autobús llego y si llevo a la chica, junto con la penumbra de la noche.
Jueves 16 de marzo 2017.
Las semanas transcurrieron normales, la joven todos los días esperaba por el autobús de medianoche que pasaba en la esquina de la cafetería, su bonita boina roja la acompañaba todos los días, un noche al salir su boina no estaba, Aldor pensó que simplemente la había olvidado ese día, su realidad cambio cuando días después el reloj marco las 12:00am, el autobús paso rápidamente pues al no haber nadie esperándole siguió con su camino, Al lo siguió con la mirada y cuando esta volvió a la farola, una mancha roja o mas bien una boina roja se encontraba tirada, a pasos rápidos se acerco, aflojo la corbata pues respirar estaba siendo una tarea ardua, con la rodilla derecha sobre el pavimento tomó la boina entre sus largos dedos y de ella se desprendió una nota.