1. SACRIFICIO

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Una, dos, tres, cuatro flechas de luz lanzadas directo sobre los enemigos; giró nuevamente, tomó otra, tensó y apuntó dispuesta a continuar con el mismo ritmo.

—Son demasiados —murmuró por detrás su hermana. Agitada y con cierta sensación de miedo en sus dedos, reconoció que quizás en esta ocasión tenía razón.

Pero su voluntad protestó en voz alta, negando en todas sus formas una posible retirada. Decidida, enfocó a la masa de demonios que flotando por encima de sus cabezas amenazaba con volver a atacar de un momento a otro.

—Tienes que huir —dijo al fin —regresa a la aldea.
—¿Qué? ¡Claro que no! —exclamó su hermana dando media vuelta para encararla —por ningún motivo pienso abandonarte.

No pudo replicar a tiempo porque nuevamente se les venían encima; fieros, letales y dispuestos a devorarlas de una vez por todas. Preparada, frunció el entrecejo acumulando toda su energía en la siguiente flecha. Disparó sin pensarlo dos veces, sin considerar su propia en vida en juego, provocando a la vez que la tierra retumbara embravecida, abriendo paso al destello violáceo que inundó todo el bosque y eliminó de un solo movimiento a todas aquellas criaturas demoníacas.

Había vuelto a vencer.

Y consiguiéndolo por onceava vez en la tarde, bajo el arco rendida.
Inhalo y exhalo hondo; exhausta medito para si, hasta cuando se detendría ¿Cuándo volvería la paz? ¿Cuándo tendría que dejar de luchar?

—¿Kikyo? —Kaede preocupada, tiraba de las mangas de su traje —¿Estas bien? —asintió en conjunto con una sublime sonrisa. 
—Hay qué movernos.

Admiro por unos breves segundos como a poco a poco el paisaje iba liberándose de aquella falsa oscuridad para al fin adquirir aquellos hermosos colores naturales. Los árboles, el cielo azul, el césped y hasta el sol habían regresando a la normalidad.

—¿Segura que estas bien, hermana? —preguntó la pequeña a su lado.
Ella volteó y asintió levemente. Quitándole peso de una preocupación palpable en sus ojos marrones.
—Ya todo está bien, Kaede.
—No tenias porque usar toda tu energía, eso fue peligroso hasta para ti.
—No existía otra opción. 

Mejor que nadie sabía que la guerra entre criaturas y humanos se expandiría en tiempo indefinido ¿las razones?

La Perla de Shikon y su guardiana continuaban desaparecidas, ambas hurtadas supuestamente del Templo Mayor a manos de un poderoso DaiYoukai del Oeste.

Un acto que trajo consigo un frenesí destructivo entre ambas especies y un sinfín de versiones imposibles de creer. Porque mientras los humanos alegaban invasión, los sobrenaturales replicaban ultraje hacia uno de los Lord's más temidos de la historia Youkai. Quien perjuraban se encontraba capturado, atado y escondido en algún sitio altamente protegido por energía sagrada; sometido seguramente bajo el yugo de la mística joya.

Y quizás la historia se hubiese quedado en ese punto de no ser por las siguientes versiones que le siguieron, todas igual de improbables que la primera, como por ejemplo:

El idilio entre la guardiana y el demonio, quienes aparentemente habían huido con el propósito de mantenerse alejados de todo aquel que osara separarlos.

Ridícula parábola a su parecer, bien era sabido que las guardianas de la joya debían de mantenerse inmaculadas hasta el fin de sus días porque de romper el voto de castidad se verían incapacitadas para seguir ejerciendo una labor espiritual y por lo tanto sería improbable que la mismísima guardiana del objeto, cuya energía podía desbordarse de un momento a otro por falta de purificación, continuará haciéndolo si ya no poseía ese requisito necesario que daba origen a sus extraordinarios poderes: la virginidad.

Por Error (NarKik)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora