John Constantine, un hombre que vive pegado a lo paranormal, se encuentra con una mujer la cual le pide que eliminé a un demonio, que está en una granja de Harrisville, para liberar a una familia de sus garras.
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Esc...
La sonrisa que asomo su semblante en esa oscuridad, hizo estremecer un segundo mis piernas y dar un paso hacia atrás. extrañamente asustado. Su sonrisa y carácter tenían algo que hizo sintiera algo de miedo, pero logró recomponerme.
- ¿Quien eres?- pregunto serio e intentando ocultar preocupación.
- Solo alguien curioso por ti- respondió, su cara, su apariencia, se empezó a deformar de forma infame, cuernos, ojos rojos derramando sangre salían de sus oculares, sus dientes crecieron como los de un megalodon. - Tu nombre me llegó a mi atraves de la boca de varios congéneres...-
-Eso da asco- le digo fingiendo estar sin ninguna preocupación al ver el cambio de su aspecto.
- Todo eso me llevo a encontrarte, no he tenido nada Interesante desde que murió la familia Warren y yo estando en el cuerpo de su hija.- me dijo sobresaliendo sus dientes de su boca.
Aprieto los dientes, ¿Entonces el poseyó a su hija desde hace tanto tiempo?. Una posesión tan duradera, ante un demonio de alto nivel, no tiene solución a estas alturas.
- Tras enfrentarte a mi compañero en la casa, puedo darme cuenta de la verdad en las palabras de todos, realmente eres interesante- dijo sonriendo y mirándome fijó con sus ojos rojos en fuego. - Demustrame que no es tu límite- Sin más se abalanzo hacia con sus garras y hocico abiertos como un leon blanco.
Yo solo me protego usando magia, pero la fuerza del demonio se sentía mayor a la del anterior, usaba toda su fuerza empujando la mía a ceder.
Mis heridas palpitan más sangre, se me vuelven a abrir y eso que apenas se habían generado.
Logro en un movimiento arriesgado, lanzarlo hacia otra dirección, y intentado ganar tiempo corro hacia la casa para recuperar algo de aliento. Me refugio llendo al segundo piso, mientras unas llamaras intentan alcanzarme.
-¡No huyas cobarde!- me gritó.
Me adentro a una de las habitaciones escondiéndome, no es propio de mí pero necesito reposar.
Los pasos ardientes del espectro rompían las tablas del segundo piso, y este empezó a destruir las paredes en su busca de matarme.
-¡No te escondas maricon!-
No tardó en levantarme y en conjurar un ataque que le afecta medio cuerpo.
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- ¿Qué te pareció?- le dije enojado.
El demonio arremetió contra mi un golpe con todo su brazo, mandándome a atravesar una pared, terminando yo cayendo hacia fuera de la casa desde el segundo piso.
Impacte contra el suelo. Empiezo a sentir sangre en mi cabeza, me levanto, la sangre chorrea hasta llegar a mi boca.
El demonio salto hacia afuera. Eufórico, Inmundo....
Yo estoy en un estado miserrimo. Siento algunas costillas rotas y sangre derramandose en mis ojos.
-Voy a disfrutar triturarte los huesos-
-y yo de acabar contigo...-
Salto con las fuerzas restantes de mis piernas y concentrado para lanzar mi mejor ataque.
Extiendo mis brazos, pero el demonio me los sujeta apretandolos demasiado, casi rompiendo mis muñecas.
Pateo con brusquedad su estomago.Desaciendo su agarre.
-No soy tan estúpido como para dejar que rompas mis manos-
Muevo mis manos alfrente mío y creo un potente hechizo para acabar con él. Un rayo cegador se esparce por el campo y al disiparse, el cuerpo del demonio cae con el hocico abierto hacia atrás, inerte, volviendo al tamaño y forma original de la mujer.
-No me subestimes, Soy John Constantine Imbécil...-
Me siento en el suelo, y agarró un cigarrillo para posicionarlo en mi boca.
- Otra vez...-
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.......
.....
....
En un sitio oscuro, una niña lloraba mirando hacia todos lados. Llevaba bastante tiempo en esa oscuridad, sola y con frío.
De repente una luz aparece, de está se ven dos figuras.
-Papá!Mamá!!- grito la niña corriendo hacia ellos.
-Judy!- gritaron los padres al unísono.
La niña que llevaba muchos años aprisionada por un demonio, había sido liberada. Pudiendo reencontrarse otra vez con sus padres en el más allá.
....
Yo camino hacia el coche de aquella señora ya fallecida. Pero antes veo la cara de la señora, en ella una sonrisa sincera y de felicidad se rielaba, y expresó un:
"Gracias"
Yo simplemente asiento con la mirada y me subo al coche.
Dando por finalizado, el expediente de una familia que salvo a varias.
