Una última mentira

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¿Cómo llegue a esto? ¡Ja! Si tan solo esta mañana hubiese sabido cómo iba terminar este día, lo que iba a ocurrir y la catástrofe que iba a ser.

¿Quién hubiera dicho que invitar a Aoko a cenar revelaría todo? Que mi identidad sería descubierta, y que en estos momentos estaba viviendo una de las tantas pesadillas que siempre soñé he imploré que no fuesen reales. Pensar que fue todo por un descuido. Aoko terminó encontrando la foto de mi padre en mi habitación y cayó hasta la habitación en la que tengo mi traje de Kaito Kid.

En estos momentos frente a mí, Aoko sostenía mi sombrero blanco que tantas veces ocupé en algún robo. ¡Maldición que odiaba esto! Esta situación nunca quise que sucediera, es decir, sabía que tarde o temprano Aoko terminaría descubriéndome, o qué yo se lo iba a revelar ¡Pero nunca pensé que dolería tanto! ¿Qué tenía que hacer? ¿Mentirle? ¿Salir con alguna de esas excusas baratas? Decirle que todo era una equivocación, que no sabía de esto... mi cabeza daba vueltas y vueltas tratando de encontrar alguna explicación o por lo menos hacer algo... ¿Huir? Salir corriendo... mierda que salí cobarde, tratando de escapar de todo esto y nunca poder afrontar a mi amiga. ¿¡Cómo debía sentirme exactamente ahora!? ¿Triste? ¿Enojado?... ¿Con miedo? ¡Ja! Miedo, ¡El legendario ladrón Kaitō Kid sintiendo miedo! Pero... ¿Qué más debía sentir? Tenía miedo okey, miedo de todo esto y de que Aoko me odiara.

—Todo este tiempo... viví una mentira...— Aoko sostenía con un fuerte agarre el gorro, sus lágrimas comenzaron a derramarse. No fui capaz de ver más y me mantuve cabizbajo. Apreté mis puños, acentuando mis nudillos. ¡Ni siquiera sabía por qué estaba enfadado! Quizá, la simple circunstancia de ver a Aoko lastimada me irritaba, no soportaba ver aquellos ojos empañados y llenos de lágrimas.

Y menos si eran por mi culpa.

¿Cuántas veces desperté jadeante, por una pesadilla? Una pesadilla... una pesadilla que se había vuelto real. Nunca quise que Aoko me descubriera de esta forma ¡Así no debían darse las cosas! El destino había jugado de una forma horrible conmigo. Hubiera preferido mil veces armarme de valor y confesar mi secreto, mi identidad y poder explicarle toda la situación con tranquilidad. Pero una parte de mí siempre supo que las cosas no se darían así, que nunca me armaría de valor, y que nunca iba a tomarme esto con calma. Aoko tarde o temprano iba a descubrirme.

Porque era inevitable ocultarme ante ella.

—A-Aoko, y-Yo puedo explicarlo...— mascullé entre dientes, palabras casi insonoras que igualmente llegaron a oídos de mi amiga.

—No quiero explicaciones, Kaito— apretó con fuerza el sombrero y lo aventó al suelo— ¡Te odio!— su mirada llena de furia, sus ojos rojos y aquellas lágrimas que no dejaban de brotar de sus ojos eran como balas que impactaban en mi pecho, me dolía ver como la persona que quería me miraba con unos ojos tan llenos de furia ¡Por qué si! Lo admitía, me gustaba Aoko y mucho, ese sentimiento simplemente creció ¿Bien? Me enamoré de mi amiga de la infancia y ¡Perfecto! Incluso pensaba ser directo y confesar mis sentimientos, pero luego de esto...

"Te odio". Unas palabras que lo último que sería era que saliesen de la boca de Aoko.

—P-puedo explicarlo...— dije en un tono más alto, tratando de no descontrolarme, en estos momentos mis sentimientos eran un volcán a punto de estallar. Aoko volvió a callar mis palabras.

—¡Cállate! ¡Te dije que no quiero explicaciones! ¡Mentiroso! ¡Idiota! ¡Te odio! ¡Te odio! ¡TE ODIO!—la cara de Aoko estaba roja, sus ojos hinchados y cada una de sus palabras eran como balas que impactaban mi pecho—¡TÚ ME GUSTABAS, BAKAITO!— Fue cuando esas cuatro palabras me desorbitaron, no tuve tiempo de reaccionar a lo que venía, estaba tan sorprendido que mis sentidos dejaron de funcionar hasta el momento en que sentí un dolor en mi mejilla izquierda. Aoko me acababa de dar una cachetada en pleno rostro sin que tuviese tiempo alguno de realizar algún movimiento.

Fue un segundo, un solo segundo en el que nuestras miradas se volvieron a conectar. Pero sus ojos fueron apartados rápidamente para perderse en la oscuridad del lugar. No sé cómo descubrió la salida, o si simplemente siguió su instinto, pero en esos momentos la sombra de Aoko era alejada de mi ubicación, quedando cada vez más lejos de su presencia. Fui un cobarde, me dio miedo seguirla y saber su reacción, no quise detenerla ni seguí a perseguirla simplemente me quedé parado mirando la nada en esa dirección en la que se fue Aoko. Mi remordimiento fue tal que comencé a golpear cualquier objeto del lugar, descargando mi enojo en todo. Culpándome de que fui un idiota y que no tuve el valor de detenerla y explicar todo.

"Tú me gustabas". Mierda que dolían esas palabras ahora. Después de todo ella no tenía solo sentimientos de amistad hacia mi ¡Me correspondía! ¡Maldición! Fácilmente podría haberme confesado y ser correspondido al instante. Pero tarde o temprano esto iba a ocurrir...

Era imposible negárselo a ella.

Mi cuerpo me pesaba y la oscuridad de la noche se volvía escalofriante. Me encontraba tirado en mi cama sin ganas de nada, simplemente seguía noqueado por todo y mi cabeza no pensaba bien ¿Debería ir a su casa? ¿Presentarme como Kaitō Kid? ¿Explicarle todo? Eso era lo más sensato que pasaba por mi mente en estos momentos: Arreglar las cosas.

Apreté mis puños, mis dientes crujieron y solté un alarido. Estaba demasiado confundido. Esta era la primera vez en que realmente me sentía derrotado y sin alguna opción.

¡Agh! ¿Por qué me era tan difícil? No era mi orgullo ni algo parecido... simplemente era miedo.

Miedo a ser rechazado por ella.

Tragué saliva. Me levanté con pesadumbre y me dirigí hacia la fotografía de mi padre. Mi cabeza había aceptado mi loca idea, y eso era lo que mi corazón realmente necesitaba.

Era capaz de vivir con su rechazo a cambio de que ella sufriera día y noche por mi culpa.

—Espérame, Aoko — mascullé entre dientes—. Te prometo dedicarte una Última Mentira: la de dejarte en paz. Porque no pretendo renunciar a ti.

Porque no soporto verla sufrir.

El viento soplaba fuerte desde mi posición, un poco más abajo tenía a la vista el ventanal de Aoko, desde donde me gritaba todas las noches que era hora de cenar, o de donde me reprochaba el haberme olvidado de mi mochila. Mis piernas me tiritaban, mi corazón palpitaba rápido, ya pensaba que iba a saludar de mi pecho. Aún sin querer admitirlo, estaba muerto de nervios.

Suspiré una última vez antes de lanzarme rumbo aquel lugar. Una sonrisa se dibujó en mi rostro, puede parecer idiota que incluso en estos momentos esté sonriendo, pero simplemente trataba de mantener mi póker face.

 O quizá era que tenía esperanza... esperanza de que me perdonara. De que perdonara mi última mentira.

Una última mentira  [Detective Conan | Kaoko | Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora